♡ › capítulo 1

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Su madre no mostro reacción alguna cuando le dijo que repetiría de curso, solo término de colocarse sus carísimos pendientes de amatistas y oro y la miró con condescendencia

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Su madre no mostro reacción alguna cuando le dijo que repetiría de curso, solo término de colocarse sus carísimos pendientes de amatistas y oro y la miró con condescendencia. Para ella, solo suponía un año más pagando su Instituto, un gasto mínimo en comparación con sus lujosos caprichos semanales. Era una manera estupenda de mantener a la carga que representaba su hijo ocupado durante el día, de alejarlo de casa para poder encontrase con algunos de sus amantes habituales. Y a Seungmin no le extraño, tenía suerte de no ser internado en alguna escuela militar alejada de la civilización.

A el nunca le importaron sus estudios, solo queríacumplir la mayoría de edad para largarse de su casa, alejarse de la pompa y los lujos Innecesarios con los que su familia sustituía la felicidad y el cariño de un hogar convencional. Prefería vivir bajo un puente antes que en esa ostentosa mansión en la que se sentía como una parte más del mobiliario.

El primer día del nuevo curso llegó, y ni siquiera se habría planteado salir de la cama de no ser Porque su padre volvería a casa un par de horas más. Se preparó desganado y caminó así el Instituto arrastrando los pies. Ese año precindiria del chofer, quería acostumbrarse cuánto antes a vivir sin comodidades. Seis meses, seis meses más y la mayoría de edad le traería la libertad que tanto ansiaba.

Cuando entró al edificio, la ensordecedora efusividad de los adolescentes reencontrándose lo golpeó. Aquellos jóvenes parecían tan felices. Algunos se fundían en abrazos interminables mientras otros sonreían como si quisieran desgarrar sus mejillas.
Seungmin hizo una mueca de desagradó, nadie se acercaría a el. Su único amigo ya había acabado su estadía en aquella cárcel de hormigón, y su fama la predecía demasiado como para hacer nuevas amistades. Allí donde pasaba, solo hacia falta una de sus miradas oscuras para que la gente se apartara de su caminó. Nadie quería peleas con Seungmin, no era famoso por sus escándalos, pero sus Penetrantes pupilas color miel y su rostro inexpresivo para helar la sangre de cualquier. No tenían motivos para temerle y, sin embargo, todos se alejaban. Mejor, pensaba el.

Kim estába podrido por dentro y por fuera, sus ojos crueles no eran más que un reflejo de su interior. No le importaba nada ni nadie a aparte de el mismo, al menos era así, hasta que lo vió por primera vez.

Seungmin era un alfa, todo el mundo lo sabía que se presentaría cómo tal nada más nacer. Era un alfa, y uno Poredoso. Podría sido el alfa perfecto, sueño de cualquier Omega, si hubiera puesto un mínimo interés en encontrar una buena pareja. Pero el Rubio no era un buen alfa, el intimidaba a los omegas y jamás dejaba que se le acercaran. Nunca se sintió capaz de amar mínimamente a nadie. A el no le importaba los roles de la clase; altas, Omegas, los despreciaba a todos por igual. Por eso, nunca se había sentido afectado por aroma de ningún Omega. No hasta que entró a su nueva aula.

Había conseguido saltarse el discurso de bienvenida, no sería más que un montón de palabras de aliento que el director escupiría sin sentido ni sentimiento alguno como una grabadora. Se escondió en una de las aulas vacías y se fundió con la marea de la gente que se dirigía a las clases una vez término aquel teatro de motivación Estudiantil. Mientras sus nuevos compañeros se ponían a al día, pudo adueñarse del pupitre más Apartadó y esperar mirando el tiempo escaparse por la ventana a quel el nuevo profesor llegara a explicar cómo funcionaria aquel nuevo curso. Por suerte, Seungmin solo tuvo aguantar alguna que otra mirada indiscreta. Su paciencia no habría soportado las impertinentes preguntas de algunos de sus compañeros excesivamente curioso. Era el único repetidor, no quería estar allí y no quería que nadie se acercara, fin de la historia.

Todos se sentaron automáticamente cuando el viejo maestro puso un pie en la Sala. Los niños ricos eran realmente educados.

- Bienvenidos, alumnos. Yang Jeongin y sere su tutor este curso.

- Hola, señor Yang. -corearon los estudiantes como monos de feria bien adiestrados.

Kim torció el gesto, apenas llevaba una hora en ese edificio y ya quería reducirlo a escombros con sus propias manos.

Su cabeza desconecto mientras el profesor Yang anotaba en la pizarra las normas del centro. La mayoría de los allí presente llevaban en ese Instituto desde los doce años y, aún así, el hombre se empeñaba en explicar aquello que todos se sabían de memoria. El irritante chasquido de la tiza contra el pizzaron y el repetido tic-tac del reloj de pared acompañaban el incesante parloteo del profesor, y Seungmin podía
sentir cómo se tensaban sus músculos con molestia. Aquello era una tediosa tortura, y pensar en el tiempo que aún debía pasar allí, rodeado de escolares estirados y adolescentes snobs hacia que la idea de saltar por la ventana fuera realmente tentadora.

- Disculpe, Señor. ¿Puedo pasar?

El Rubio nunca se sintió afectado por el aroma de ningún Omega, pero una arrasadora oleada de dulce fragancia barrio sus sentidos cuando la puerta se abrió. Del otro lado, al punto que creyó estar viendo al protagonista de alguno cuadro de Botticelli. El Omega pelirosa parecía jadeando tras una carrera, sus gruesos labios abriéndose y cerrándose entre las profundas respiraciónes. Sus ondas rositas se encontraban alborotadas, y su ancho jersey azul celeste descolocado en su menudo cuerpo. Inalcanzable, esa fue la primera palabra que acudió a la mente de Seungmin al ver a el hermoso Omega.

- Llega usted tarde, Señorito...

- Lee Yongbok. Lo siento mucho, Señor Soy nuevo y me he perdido.

El chico parecía realmente arrepentido, con la cabeza gacha y los ojos de cachorros abandonado. El ambiente en la Sala era cada vez más denso, incluso el Señor Yang, un respetable beta enlazado con un entrañable Omega, se vió afectado por el recién llegado. Carraspeo levemente, reponiendose de la impresión inicial.

- Bien, espero que sea la última vez. Tome asiento.

Su tono estaba lejos de ser todo lo severo que pretendía.

- Si, Señor.

Yongbok sonrió amablemente y la clase se convirtió en un hervidero de hormonas. Los alfas se encontraban resolviéndose nerviosos en sus sitios, observando la perfección personificado. Algunos repiqueteaban en el suelo con sus zapatillas de marca, otros daban golpes ritmicos con el dedo en la mesa, algunas se rizaban el pelo compulsivamente, y Seungmin no sabía cómo reaccionar. Aquel Omega le había inducido a una especie de Estado de shock, a un trance del que no podía salir. ¿Habia muerto? No, un ángel no podría hacerlo reaccionar así. Aquella mmezcla de excitación y admiración era más bien infernal, ardientemente abrasadora. En un segundo, el rubio pudo contar cada hebra en el sedoso pelo de el rosa de el chico, admiro ese lunar justo bajo su ceja que adornaba su marmórea piel, cada pestaña que coronaba sus hermosos y rasgados ojos color azul. El coreano se esforzo al máximo por grabar en su retina la imagen del ser humano más hermoso que jamás hubiera visto.

Por un momento, felix paseó su vista sobre la clase, todos los alumnos mirándolo con admiración. Sus ojos posaron sobre el pupitre vacío junto a Seungmin, y a está empezaron a sudarle las manos con nerviosismo. Sólo imaginar aquel chico sentado a escasos centímetros de el, hacia su cuerpo hormiguear de pura felicidad.

- ¡Hey! ¿Quieres sentarte conmigo?.

Seguramente, Sunoo creyó que le hacía un favor a el nuevo ahorrándole la tortura de sentarse junto a el marginado del Salón. felix sonrió tímidamente y se sentó junto a el que se convertiría su mejor amigo.

Mientras, Seungmin observó con el seño fruncido como el Omega se alejaba de su lado.

Había empezado a sentirse capaz de amar a alguien que no fuera el mismo.

Kim Seungmin
&
Lee Felix

Kim Seungmin&Lee Felix

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⏰ Última actualización: Aug 28, 2022 ⏰

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