Capítulo 02: Esa cosa ni sentimientos tiene

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Ava Cox

Hace cinco años.

—Estoy bien, Kai. Llevar el material no es tan difícil —me defiendo con una de las cajas de jeringas que me mandaron a recoger. Kai camina frente a mí con dos cajas.

—Sólo llegaste 26 segundos tarde a clases. Es injusto que el profesor te mande a traer todo el material al aula —responde sin verme. No parece que sufriera con el peso, mientras que yo estoy sudando la gota gorda.

—Ya, vete —defiendo mi dignidad.

—Te voy a ayudar ya que estoy aquí. ¿No quieres llegar rápido?

—Sí, pero no quiero que la gente piense mal de nosotros. Siempre me estás ayudando.

—¿Y eso es malo?

—¿No lo es para ti?

—¿Por qué lo sería?

—Las personas me siguen preguntando si eres mi novio. Incluso los profesores no me creen que somos solo amigos. No quiero que tengan una idea equivocada.

Por no haber tenido la mirada al frente mientras acomodaba las jeringas, me termino chocando con la caja, y con ello también contra su espalda. Kai se encuentra parado delante de mí, sin moverse.

—¿Kai?

—No es una idea equivocada.

—¿Ah?

Deja las cajas sobre el suelo y se da vuelta. Kai siempre ha sido mucho más alto que yo. Aún con tacones le llegaba un poco más abajo de su pecho. Era muy baja, y él muy alto.

—La gente no está equivocada.

—¿De qué hablas? El profesor preguntará por qué demoramos tan-

—Me gustas, Ava. Me gustas de verdad —pronuncia las palabras en inglés.

—¿Estás hablando en inglés?

Kai sonríe.

—¿Eso es lo que te impresiona?

—Un poco.

Como es en su cultura, Kai no me abraza, no me toca las manos ni la cara y mucho menos se acerca. Lo único que atina a hacer es acariciar la parte superior de mi cabeza en un gesto tranquilo y tierno.

—Me gustas, Ava Cox. ¿Te gustaría salir a una cita conmigo?

—Eso significa salir a comer ramen cada vez que queramos.

—Tú y tu obsesión con el ramen.

—No respondiste.

—Si, Ava. Puedes comer todo el ramen que quieras.

—¿El picante?

—Ajá.

—Entonces sí. Me gustaría tener una cita contigo, Kai Jung.

Presente.

—Cariño, ¿estás bien?

La voz de Mónica se escucha a través de la puerta del cubículo en el que me encuentro encerrada, por lo menos, hace más de veinte minutos. Mi llanto ha cesado, pero la sensación en el pecho no. Es imposible que se vaya, o por lo menos minimice el dolor.

No hay palabras que puedan ayudarme en este momento.

—¿Ava?

—Estoy bien, Mona. Necesito estar sola en este momento.

—Ava...

—De verdad —el sollozo regresa.

—¿Qué pasó ahí, cariño?

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⏰ Última actualización: Mar 29 ⏰

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