CAPÍTULO 25

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-Buenos días -anuncié con una sonrisa amigable al cruzar el umbral de la oficina del señor Craig.

Félix me devolvió la sonrisa con una mezcla de calidez y complicidad. Por su parte, el señor Craig se detuvo en sus papeles lo suficiente para saludarme, aunque lanzó una mirada interrogante a Félix justo después. Aunque ya llevábamos semanas en este juego silencioso, aún no había captado "la nueva dinámica de trabajo" entre nosotros.

-La estábamos esperando, señorita Clarke -dijo, volviendo su penetrante mirada hacia mí-. Como bien sabe, nuestro próximo caso es el último de la temporada. Tenemos que darlo todo para cerrar con broche de oro.

-Trabajaremos en el caso de Gregory Walls. Está acusado de asesinar a su esposa asestándole tres puñaladas en la garganta. Su cuñada, Britney Clever, es quien lo acusa -prosiguió el señor Craig, ojeando una carpeta en su escritorio.

-¿Es él realmente culpable? -inquirí, una ceja elegantemente arqueada.

El señor Craig me lanzó una mirada que podría haber derretido acero.

-Señorita Clarke, ¿sabe por qué nunca me preocupo si mis clientes son culpables o inocentes? -preguntó, optando por ignorar mi cuestión.

Aguardé, curiosa pero cautelosa, por su explicación.

-Porque todos mienten -sentenció, con una especie de resignación amarga.

Tenía un punto. A lo largo de mi carrera, había aprendido que la verdad es, en el mejor de los casos, un concepto maleable. Y el señor Craig, con su cinismo desencantado, lo sabía mejor que nadie.

-Ahora bien -continuó, cerrando la carpeta con un golpe seco-, el señor Walls aún no ha sido arrestado; no hay pruebas suficientes para mantenerlo bajo custodia. Sin embargo, eso no significa que esté fuera de peligro. Debemos entrevistarlo; hay preguntas que necesitan respuestas.

Y con eso, la atmósfera de la oficina se saturó, como un preludio de la tormenta que se avecinaba. Los tres sabíamos que este caso sería una carrera contra el tiempo, una lucha por la verdad, o al menos, por una versión aceptable de ella. Y mientras el señor Craig detallaba los pormenores del caso, no pude evitar pensar cuánto había cambiado mi vida en tan poco tiempo: nuevos romances, nuevos retos y, ahora, un nuevo caso que prometía ser todo menos sencillo.

(...)

Félix y yo nos trasladamos hasta la biblioteca del señor Craig para empezar trabajar. Él estaba sentado en un sofá, una mesa de caoba frente a él, mientras que yo me encontraba en un escritorio apenas a unos centímetros de distancia. Ambos teníamos frente a nosotros una montaña de documentos que necesitábamos revisar para llevar adelante este caso. Era un mar de información, un rompecabezas que debíamos armar cuidadosamente si queríamos tener alguna posibilidad de ganar.

El silencio era casi total, solo roto por el ocasional pasar de páginas y el susurro de nuestros bolígrafos sobre el papel. Estábamos completamente absortos en nuestra tarea, cada uno sumido en sus propios pensamientos mientras intentábamos descifrar la maraña de detalles que se presentaba ante nosotros.

Mi mente, tan dada a divagar, comenzó a vagar por otros caminos. Aunque estaba físicamente presente en la biblioteca, mis pensamientos me llevaron a otros lugares, a otras posibilidades. Me pregunté qué habría pasado si las circunstancias hubieran sido diferentes, si no estuviéramos atrapados en este torbellino de dudas y acusaciones. Sacudí la cabeza, intentando alejar esos pensamientos inútiles.

-Deberíamos hacer algo para celebrar el fin de la temporada de casos -propuso, rompiendo el silencio que nos envolvía.

-¿Qué te gustaría hacer? -le pregunté, sin levantar la mirada.

DESACUERDOS Y DESEOS© (+18) LIBRO 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora