CAPÍTULO 28

154 7 15
                                    

Estiré los brazos entre las sábanas, aún con los ojos medio cerrados, antes de incorporarme tambaleante hacia el cuarto de baño. Observé mi rostro adormilado y mi cuerpo semidesnudo en el espejo, acomodé mi ropa interior y procedí a lavar mi cara. Tras ello, me coloqué un pantalón corto hasta las caderas antes de dirigirme a la cocina.

-Buenos días -saludé a Elara desde el marco de la puerta.

-Buenos días -contestó tras tomar un sorbo de café-. ¿Quieres café?

-Por favor -respondí, acercándome unos pasos hacia ella.

-¿Dos cubitos de azúcar? -inquirió.

La atrapé suavemente por la cintura y deposité un tierno beso en sus labios. Observé cómo cerraba los ojos, como si quisiera capturar ese momento en su memoria.

-Sabes que sí -contesté, retrocediendo ligeramente.

Pasamos algunos minutos disfrutando del café, comiendo galletas y charlando. Me resultaba sumamente gratificante conversar con ella; se había transformado en un refugio, un sitio donde podía hablar de cualquier cosa sin sentirme incomodo.

-¿Te duchas tú primero o yo? -preguntó.

La noche anterior planificamos finalmente hacer el picnic que  habíamos estado aplazando, así que necesitábamos prepararnos para ir a comprar algunas cosas.

-¿Por qué no los dos? -propuse con una sonrisa-. Mi ducha tiene espacio para ambos.

Ella mantuvo su sonrisa mientras nuestros ojos permanecían entrelazados. Coloque mi taza ya vacía sobre la mesa y tomé su mano. Nos dirigimos al baño, donde abrí la ducha y extendí la mano para verificar que el agua tuviera una temperatura agradable. Mientras esperaba unos segundos antes de entrar, Elara empezó a quitarse la pijama (una camiseta mía de color gris que le quedaba grande y unas braguitas blancas).

-¿No estás un poco mayorcito para tenerle miedo al agua fría? -la oí detrás de mí.

Me volteé para mirarla. Estaba desnuda, con la mirada fija en mis ojos.

-Entra -indicó, presionando ligeramente mi pecho con su mano.

Avancé hacia la ducha, el agua ya se había calentado. Elara se posicionó frente a mí y pude ver cómo el agua saturaba su oscuro cabello. Agarré una botella de gel de baño y vertí el líquido espeso sobre mi cuero cabelludo.

Observé a Elara mientras se lavaba el cabello y no pude resistir la tentación de tocarlo. Agarré un peine y empecé a pasarlo delicadamente por sus rizos. Su cabello era increíblemente suave, y el peine se deslizaba con facilidad entre los mechones. El champú se deslizaba por todo su cabello, trazando un recorrido hasta la silueta de sus caderas. Parecía una obra maestra esculpida por dioses, desde la cabeza hasta los pies.

Pocos minutos después de abandonar la bruma húmeda del cuarto de baño, empezamos a vestirnos para el día. Elara se deslizó dentro de un vestido blanco vaporoso, rematado con sandalias de un blanco puro, acentuado por sutiles detalles en café. Desapareció de nuevo en el baño para secar su cabello aún húmedo. No perdí tiempo; me coloqué unos pantalones beige de corte perfecto junto con una camisa blanca ligeramente holgada. Al terminar, entré al baño.

-¿Te importaría? -dije, señalando mi cabello húmedo.

Ella no tardó en tomar el secador y comenzar a trabajar en mi pelo, con una eficiencia casi profesional.

Después de ese pequeño interludio, agarré mis llaves y dos bolsas reutilizables que reposaban sobre la cama. Elara recogió sus pertenencias y me siguió en un paso sincronizado hasta el estacionamiento. Nos montamos en el Jeep 4x4  de mi papá y pusimos rumbo a la tienda.

DESACUERDOS Y DESEOS© (+18) - BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora