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"Estoy enamorado de ti", miré a Jongseong asombrado tan pronto él se sentó a mi lado en la banquita del piano.

Lucía tranquilo, con una blusa de seda blanca con unos ribetes pequeños en los hombros y pantalones de vestir negros con zapatos lustrados, y ese cabello negro y liso que caía por su frente. Jongseong no parecía haber confesado su enamoramiento a un hombre, parecía más como haber saludado a su esposa al llegar a casa luego del trabajo.

"¿Q-qué?", sentí mi corazón acelerarse cuando me miró. Desde aquel beso que nos habíamos dado hace un par de semanas, la cosa no había parado allí.

Cada vez que teníamos un minúsculo momento de privacidad, Jongseong juntaba sus labios con los míos en un tacto suave y cariñoso, dulce como el azúcar pero tan efímero que siempre quedaba con ganas de más. Ninguno de los dos decía nada al respecto, sabíamos que lo que estábamos haciendo estaba horrible para la sociedad y que era un secreto entre los dos. Aún así Jongseong siempre me hacía recordar lo bien que me veía, siempre me tocaba, me sonreía, me hacía cantar junto a él.

Jongseong me ilusionaba cada vez más con sus acciones, y yo no sabía como parar aquello ni el miedo palpable en mi estómago.

"Eso, Jungwon", Jongseong vio mi mano temblorosa sobre las teclas, y la atrapó entre las suyas para calmar mis temblores antes de soltar un suspiro mezclado con una risa, "Me di cuenta que me enamoré de ti"

Boqueé sorprendido, mis ojos casi saliéndose de sus cuencas y sin poder procesarlo aún. Quise ver algún rastro de broma en Jongseong, algo que me dijese "no te lo creas, a él no le gustas".

Pero nada, Jongseong se veía tranquilo, decidido y yo sabía que si no le creía, Jongseong me iba a repetir su enamoramiento las veces que fuesen necesarias para que lo hiciese. Es más, cuando nuestros ojos se conectaron, los oscuros orbes de Jongseong estaban bañados en temor y preocupación que me hicieron ponerme en alerta, pero rebuscando, puedo jurar que vi un amor tan puro y sincero hacia mi persona, hacia Yang Jungwon.

Esto estaba mal, esto estaba tan mal. Las cosas no debieron salir así, Jongseong debía casarse con la señorita Yuna, esa bonita dama que era su pretendiente más potente, formar una familia con ella y heredarle a su hijo su petrolera. Jongseong no podía enamorarse de mi. Y aunque yo lo estuviese de él y no quisiese aceptarlo para no agravar la situación, que Jongseong me dijese esto me hacía querer salir corriendo de aquí y rebobinar el tiempo de alguna forma para que esto no pasara.

Pero bueno, no podía.

Y me odio por haberme impulsado hacia Jongseong y atrapar mis labios entre los suyos en un suave beso, era la primera vez que por iniciativa propia empezaba algo entre los dos, y Jongseong quedó tan sorprendido como yo ya que se congeló un par de segundos en donde estuve a punto de arrepentirme e irme de ese lugar y enterrar mis sentimientos por Jongseong, pero no alcancé a hacerlo cuando lo sentí tirar de mi con sus manos en mi cintura y devolverme el beso con una pasión que me llegó a marear y fundirme contra él.

Porque nadie me había hecho sentir tan amado como Jongseong definitivamente no quería romper ese contacto por nada del mundo.

"¿Qué vamos a hacer?", pregunto tan pronto nos separamos, sin quererlo realmente y con un nudo en la garganta al ver el rostro perfecto de Jongseong, "Nos van a odiar, se burlarán de nosotros y tu petrolera podría irse a la quiebra"

Jongseong me miró por un par de segundos, sus ojos brillantes como siempre y algo nublados, inspeccionó mi rostro tres veces antes de dejarme un pequeño pico en los labios que me sobresaltó y juntar nuestras frentes mientras cerraba los ojos.

"Podemos ocultarnos", susurró, su aliento chocando en mi cara, "Nadie debe saber que nos amamos... pero yo ya no puedo no decirte lo muy loco que me traes"

Reí con amargura al recordar eso, sintiendo las lágrimas cayendo por mi cuello y perdiéndose en la camisa blanca mientras escuchaba la tranquila voz junto con el piano proveniente del casette en reproducción.

Mi mano viajó hacia el bolsillo trasero de mis pantalones, sacando de allí otro de mis amuletos, del cual solo yo tenía conocimiento y solo observaba cuando me sentía solo y desamparado, tal como ahora.

Era una foto de Jongseong, una que me había robado sin que se diese cuenta cuando una vez llevó un diario con un par de fotos suyas para mostrarme. Esa vez me dejó solo unos instantes al ir a comprar baterías para la radio, y yo había aprovechado para sacar una de ellas y escribir en la parte de atrás de la fotografía con la tinta de un lápiz que Jongseong usaba para sus partituras. La foto era viejísima, en blanco y negro, Jongseong portaba un traje negro de marca, completamente entallado en un fondo gris sin decoración, portando un reloj de mano y con esos rebeldes rulos que muchísimos cuestionaban sobre lo inapropiados que eran, la tinta de atrás que decía el amor de mi vida, Park Jongseong, enero de 1952 tan desgastada pero todavía legible.

Retrocedí, una sonrisa llena de tristeza cruzando mi rostro a cada paso que daba, hasta que choqué con una de las ventanas cerradas del lugar, y me apoyé en esta al encontrarme tan afectado y desestabilizado. Pasé mi pulgar por la fotografía, repasando la mandíbula de Jongseong en aquella foto y mi mente pasando una película de todas las veces que pude apreciar la belleza del que fue mi novio.

Apreté los ojos mientras soltaba un gemido lleno de dolor y echaba la cabeza hacia atrás, estaba tan sofocado, tan triste, un montón de recuerdos, pensamientos, deseos se agolpaban en mi cabeza como flechas que me estaba comenzando a doler la cabeza insoportablemente, me sentía tan derrotado, tan solo, sin rumbo y sin destino, tanto que solté un grito de rabia mientras mordía mi labio tan fuerte para hacerme heridas en el, quería golpearme a mi mismo, golpear todo lo que hubiese a mi paso, quería sentir aunque sea un dolor más fuerte que del de mi corazón solamente para opacar lo mal que me sentía.

Pero era imposible, Jongseong estaba en mi cabeza todo el tiempo y era tan cansador darme cuenta que aunque pasasen años no podría olvidarlo, no podría disipar la culpa que cargaban mis hombros por desaparecer de 1952 sin rastros.

Nadie me entendía, nadie entendía el dolor que estaba pasando, tampoco podía explicarlo sin que lo tomasen como broma todo lo que decía, estaba solo y cavando mi propia tumba en este lugar.

Pero a la vez que dolía, me reconfortaba estar aquí. Sentir la esencia de Jongseong rodeándome, sentir que este era mi hogar, mi dulce sueño.

"¿Te das cuenta de que nuestra relación no va hacia ningún lado?", Le pregunté un día a mi novio, que ahora mismo me tenía encerrado entre la cola del piano y su cuerpo mientras besaba mi mejilla con un cariño que me hacía reír, su barba naciente haciéndome cosquillas.

Jongseong se tensó al instante, pude sentirlo y apreciarlo de los músculos de sus brazos enfundados en aquel saco gris. Se separó luego de un par de segundos de mi y yo me sentí algo intimidado por sus oscuros ojos y el porte imponente que siempre colocaba al estar rodeado de gente. Debía acostumbrarme a esa faceta de Jongseong, esa dura faceta de empresario magnate.

"¿Por qué dices eso?", puedo jurar que su voz era más grave de lo normal, y es allí que me di cuenta de que mi comentario le había molestado, ¿Pero qué podía hacer? ¿Seguir con una relación oculta hasta morir o hasta que nos descubran y seamos tachados de depravados?

the story never ends ✧ jaywonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora