Capitulo 4: Propuesta

536 82 15
                                    

Rosaline lo tenía bien agarrado del antebrazo mientras lo llevaba con sus hermanos. Algunas miraban la escena de forma divertida y otras parecían decepcionadas. Sin embargo todos llegaban a la misma conclusión, Dainsleif y Rosaline se veían bien juntos, era una pena que Rosaline solo se fijará en las aventuras de una sola noche.

Por otro lado Dainsleif intentaba ser lo más cuidadoso para sacarla de encima y no verse irrespetuoso. Era un trabajo complicado pero hacía lo que podía.

—Hermanos ¿Se acuerdan de Dainn? —Cuando llegaron al pequeño grupo, todos le miraron con una sonrisa, inclusive Estela y Ciro que se encontraban juntos como una pareja enamorada. El único que no se veía feliz era Iván.

El pequeño niño solo estaba en un rincón del sofá mirando el brillo de sus zapatos, con una expresión de preocupación.

—Es un gusto saludarlo, Marqués. —Leandro le extendió la mano en modo de saludo. El mayor de todos, quien era uno de los principales colaboradores en el plan de Ciro y Estela por derrotar a T/N.

En general todos los hijos de las concubinas, se caracterizaban por tener una fuerte hermandad entre si. Su único motivo para desplazar a T/N era lo distante que era con todos y por ello mismo todos se hacían a la idea de que era una mujer pretenciosa. Era cierto que T/N tenía comportamiento cuestionables, pero nadie decía nada al respecto sobre los propios errores entre los hermanos.

No le interesaba que tan unidos fueran, no eran diferente a todos esos nobles que se acercaban como aves de rapiña a la princesa.

—Me halaga, pero aún no soy el marqués.

—Pero lo será dentro de poco, no quiero quedar como un irrespetuoso. —Leandro era un hombre complaciente, hacía todo lo posible para ganar la confianza de los demás y poder tener control sobre el poder político.

Los hijos ilegítimos del rey no tenían derecho alguno sobre la política, tan solo vivían en el palacio y se les llamaba principes por puro deseo del emperador. Sin embargo, Leandro que era el mayor de todos, no podía ser heredero porque no era digno del trono a los ojos de Dios. Si Leandro hubiese heredado los ojos del emperador y el poder de sucesión, la historia sería completamente diferente.
Cómo un niño que creció con la idea de que el único valor venía del poder, intentaba hacer aliados poderosos y el Sur era un aliado más que necesario.

Habían en total siete familia de marqueses en todo el imperio, cada una tenía poder democrático sobre una zona en particular, la mayoría limitando entre las fronteras con los países. El marquesado tenía poder democrático en todo el Sur, desde las villas cercanas hasta las fronteras, era un poderoso aliado político.

Sin embargo Dainsleif no era en ese momento Dainn de Abrego, ahora era Dainsleif, el fanático de la villana. No se le hacía raro que Rosaline y Leandro se pusieran de acuerdo para atraerlo en un intento de acercamiento. No le interesaba al fin y al cabo, el tenía mejores cosas que hacer.

—Me disculpo pero tengo unos temas importantes que tratar ¿Podría soltarme señorita Rosaline? —Dainsleif bajo su mirada a la joven aferrada a su brazo, se veía algo consternada por el repentino rechazo.

—¿Qué es eso importante que tiene que tratar? —Pregunto Ciro.

El protagonista era bastante altivo y algo antipático con todos los que no fueran Estela. No esperaba ser tratado con amabilidad por parte de Ciro, porque igualmente el tampoco quería ser amable con él.

—No es un tema que pueda tratar con usted, Duque. —Cuando Rosaline aflojó el agarre, Dainsleif aprovecho para apartar su brazo.

—Me halaga, pero aún no soy el Duque. —Ciro repitió las palabras de Dainsleif con una sonrisa torcida.

Robando a la Villana.  [Dain & t/n]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora