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PASCU: Omega, 22 años

Rodri: Alfa, 21 años

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Héctor Pascual caminó furioso hacia la puerta de la habitación de su hijo, la conversación que minutos atrás había tenido con el joven escaló hasta el punto de gritarse mutuamente volviendo el ambiente sumamente pesado para alguien ajeno a ellos, motivo por el cual su madre se había quedado fuera de la habitación con el fin de no ser dañada en esa pela.

El joven omega se mantuvo en su lugar hasta que se aseguró que no volvería para terminar la conversación como quería o peor aún para golpearlo, aunque no sería la primera vez que eso sucedía, así que estaba acostumbrado a los malos tratos de su padre. Una vez que pasaron unos minutos se permitió relajarse un poco, camino hasta su escritorio para acto seguido dejarse caer pesadamente en su silla, miró su dibujo a medio hacer, un suspiro abandonó sus labios al tiempo que tomaba su lápiz para terminarlo, aunque sin muchas ganas de hacerlo.

—Álvaro—llamó su madre con cautela mientras ingresaba a la habitación, Pascu se tenso al escucharla, por supuesto, había escuchado la pelea y como siempre no había hecho nada para ayudarle.

—No tengo ganas de hablar—respondió conteniendo las lágrimas lo mejor que podía.

—Vamos cariño, tu padre solo busca lo mejor para ti—la dulzura en su voz era tan melosa que hizo que el joven quisiera devolver su almuerzo, quizás para cualquier otro cachorro funcionara para tranquilizarlo, pero él había descubierto hace tiempo que solo lo usaba su madre cuando quería manipular sus decisiones..

Álvaro soltó una risa despectiva ante lo dicho por su progenitora, aun en la silla se giró para enfrentarla sin importarle si sus ojos estaban rojos por las lágrimas contenidas, la miró sin poder creer que lo que decía era en serio.

—¿Lo mejor para mí? —se alejó para evitar que lo tocara—. Sabemos perfectamente que solo quiere que me vaya de aquí.

—No, cariño...

—Él siempre se ha avergonzado de mi por ser un omega y no un alfa como Diego—interrumpió a su madre mientras se levantaba de la silla, el tono enojado fue reemplazado por la tristeza ante esa verdad.

—Te equivocas—intentó convencerlo—. Él de verdad te quiere.

—¡Oh, vamos! —camino por la habitación—. No me niegues lo evidente. ¡Me detesta por ser un maldito omega! —limpio furioso las lágrimas que bajaban por sus mejillas—. Siento su desprecio y decepción cada vez que me mira o me dirige la palabra—se recargo en la pared contraria a su madre—. Sí fuera igual a Diego, estaría orgulloso y todo sería distinto.

Pascu era perfectamente consciente de lo deshonrado y humillado que se sentía su padre por su casta, los comentarios y tratos en los últimos años no hacían nada más que reafirmar eso, vale, él era un omega prime*, pero un omega al final, al ser el primogénito de un alfa de élite se esperaba que hubiera sido también un alfa pero eso no sucedió, decir que Héctor Pascual estaba decepcionado era poco, agregando el hecho de que la forma de ser del joven no era para nada como los demás omegas, de hecho era todo lo contrario, era rebelde, retador y sinvergüenza, por todo eso es que no puede evitar decir lo que piensa, acarreando más problemas con su padre de los que quería.

Además, el que su hermano fuera un alfa como su padre solo había empeorado las cosas, aunque su madre intentara ocultarlo, era notorio que preferían a Diego, lo trataban mucho mejor que a él y por supuesto no le habían arreglado un matrimonio con un desconocido solo porque lo creyeran un pobre ingenuo que necesitaba protección.

¿Serás mi salvación?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora