VI

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Desde la perspectiva de Álvaro todo marchaba de manera tranquila, la rutina que Rodrigo y él adoptaron les permitió darse cuenta que juntos funcionaban bien, así que de manera no verbal se repartieron las labores del hogar

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Desde la perspectiva de Álvaro todo marchaba de manera tranquila, la rutina que Rodrigo y él adoptaron les permitió darse cuenta que juntos funcionaban bien, así que de manera no verbal se repartieron las labores del hogar. Si Rodrigo cocinaba, cosa que ocurría casi todos los días, Álvaro lavaba los utensilios que ocuparon para la comida o cena, de la misma manera en la que uno ordenaba y el otro aseaba.

Aunque por lo regular el castaño mantenía su casa ordenada, la llegada del dibujante ocasionó que pequeños caos fueran repartidos por el lugar y eso no le molestaba, en realidad le daba un poco de ternura observar que Pascu se sentía lo suficientemente cómodo con él como para no preocuparse por cuidarse a cada paso que daba.

—Ya llegué —saludó Rodrigo una vez que volvió del trabajo, había sido un día agotador—. ¿Álvaro? —llamó al no obtener respuesta de su parte.

Observó la estancia donde había colocado su maletín y su saco, no había rastro del dibujante por ningún lado, aunque eso no le preocupó mucho, pero por lo regular le avisaba si iba a salir. Con una ligera inquietud caminó a su dormitorio para cambiarse, en el trayecto se quitó la corbata y abrió algunos botones de su camisa, cuando llegó a la habitación la encontró vacía, así que tomó una muda de ropa cómoda y procedió a cambiarse.

—¿Dónde estará? —murmuró al vacío mientras se quitaba la camisa y la sustituía por una playera ligera.

Una vez más cómodo, decidió revisar su teléfono para llamarle, escuchó pacientemente los sonidos de espera hasta que lo mandó a buzón de voz, esta vez sí que su preocupación creció a niveles alarmantes. Remarcó el número con la esperanza de poder comunicarse con él y saber dónde estaba o si se encontraba herido, esperó pacientemente antes de escuchar un teléfono sonando, era débi,l pero su oído alfa le ayudó a escucharlo.

Confundido caminó hacia donde se escuchaba el ruido, no lo llevó muy lejos pues provenía del estudio de Pascu. Dudando un poco tocó suavemente la madera para llamar su atención.

—¿Pascu? —habló alto para llamar su atención—. ¿Estás bien?

Por su parte Pascu se encontraba acurrucado en medio de su nido intentando quitar la comezón que lo aquejaba en ese momento, tan ocupado estaba que no se dio cuenta de las llamadas perdidas de su teléfono, no fue hasta que escuchó la voz preocupada de Rodri que detuvo su labor.

¿De verdad le preocupaba su estado de salud? Eso era raro para él y ahora que recordaba no le había comunicado su estado, pero cuando despertó, Rodri ya había salido para ir a trabajar y decidió que no era tan importante como para molestarlo durante su jornada.

—¿Pascu? —llamó nuevamente el castaño con impaciencia.

—Estoy bien, no te preocupes —habló apresurado al darse cuenta que había tardado en responder.

—¿Estás seguro?

—Sí, no te preocupes. —Rascó vehementemente sus brazos para alejar la comezón.

¿Serás mi salvación?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora