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No quise ir a clases.

Decidí vagar entre las calles de la ciudad hasta llegar a aquella casa abandonada en la cual bailábamos después de clases.

Duele tanto. Está lleno de recuerdos.

Cuando cierro los ojos puedo recordar nuestro beso. Fue perfecto. Tus fríos belfos tenían un sabor a chocolate a causa del helado que estábamos consumiendo y, a pesar de que perdimos en el videojuego por estar ocupados, me sentí todo un ganador al derretirme en tus labios.

Teníamos miedo, fuimos torpes, pero se sintió tan bien que juraría que pude ver las estrellas.

Me sentí como en casa.

Recuerdo cuando temblé a causa de los nervios y tu sostuviste mis manos y las besaste. Tus orejas estaban rojísimas, al igual que tus mejillas, tus ojos estaban vidriosos, tus hoyuelos se marcaban a más no poder y el calor de tu cuerpo al abrazarme se sintió mejor que cualquier abrigo.

Se suponía que era nuestro comienzo, ¿Por qué pareciera que esa fue nuestra sentencia de muerte?

𝗖𝗿𝘂𝘀𝗵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora