𝗩𝗜𝗜𝗜

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Un grito desgarrador se escucha por los pasillos de la escuela en pleno horario de almuerzo.

Un grupo de amigos intentan controlar el caos que se desata en la zona de los casilleros.

Un chico de cabellos oscuros se encuentra deshecho, ahogado en lágrimas y con un vacio enorme en su corazón.

Algunas personas que estan cerca lloran en silencio, otras se conmueven por el dolor angustiante y otros intentan calmarlo.

Jung HoSeok siente como miles de cuchillos se incrustan en su corazón y se remueven dentro para hacerle el mayor daño posible.

Se está rindiendo.

-¡Lo quiero de vuelta! - Exclama en agonia, removiéndose de los brazos de sus amigos para intentar alcanzar unas fotografías - ¡Quiero despertar de esta pesadilla, no lo puedo soportar más!

Él está al frente del casillero que solía ser de un estudiante solitario, conocido por su timidez y por rapear en algunas presentaciones y actos.

Jung HoSeok se mueve bruscamente e impacta con agresividad al casillero de su primer amor. Algunas notas, flores y fotografias del anuario del año pasado caen sobre su rostro y cuerpo. El pelinegro no duda con aterrarse a aquellos objetos como si fuera su única misión en la vida.

Cuando una de las notas cae cerca de NamJoon, quien intentaba hablarle al mayor a pesar de su miedo, comprende por qué no podía hablarle, el actuar de HoSeok y por qué nadie parecía notar su existencia.

La nota está escrita con una letra algo desordenada, pero se puede leer claramente el contenido: «Kim, espero que puedas rapear hasta la eternidad en el cielo.»

Totalmente confundido, observa otras notas esparcidas en el piso, casillero y las que están entre las manos de su amado.

Todo parece ir en cámara lenta.

«Gracias por ser una inspiración», «Siempre fuiste un ángel», «Me arrepiento de jamás entablar una conversación contigo», «Tu voz sanaba mi alma», «Fuiste un gran compañero a pesar de que casi nunca hablabas», «Cuídanos».

La realidad cac sobre los hombros de Kim como un balde de agua fría cuando lee la frase que está detrás de una de sus fotos: «No serás un número más, Kim. No descansaremos hasta que encontremos a ese maldito y termine en la cárcel». La letra de su profesor de música reflejaba angustia, sufrimiento y, sobre todo, ira.

Su mundo se derrumba frente a sus ojos porque acaba de recordar.

Recuerda haber gritado en medio de un parque por la felicidad de que su crush correspondía sus sentimientos, recuerda haber hecho un baile tonto sobre el asfalto y recuerda que, incluso enredo su brazo derecho en el poste de la luz para girar a su alrededor.

También recuerda haber esperado que la luz diera el verde para cruzar la calle con seguridad, pero no recordaba el dolor del impacto cuando su cuerpo volo por los aires e impactó en el cemento, para después ser aplastado por las pesadas llantas. Tampoco cuando vio, con dificultad y todo en un tono rojizo, el rostro del joven que lo atropelló y que luego escapó cuando vio lo destrozado que dejó a NamJoon.

Hasta ahora.

Mira hacia un lado y puede ver que llevan a HoSeok a la enfermería. Su cuerpo cansado y desquebrajado por la intensidad de emociones, le vuelven alguien dócil ante el cuidadoso tacto de sus amigos. Espasmos que no puede controlar reinan en sus extremidades, su nariz y alrededor de sus ojos están enrojecidos y sus mejillas están cubiertas de lágrimas que se han secado y que se van humedeciendo por otras que caen silenciosamente.

Sus ojos desenfocados se alzan en el momento en el que NamJoon cae de rodillas entre las baldosas, dando la espalda a las jóvenes que vuelven a colocar con cuidado las notas y fotografías por la superficie de su antiguo casillero.

Jung, por un momento cree verlo antes de doblar por un pasillo y su corazón late desembocado. HoSeok está seguro que vio el cuerpo del chico que le gustaba, arrodillado y con una sonrisa llena de tristeza, pero cuando intenta divisarlo nuevamente, no lo encuentra.

Kim, por su parte, fue capaz de sentir un dolor agudo en la zona de su pecho al chocar miradas con el mayor antes de hacerle una promesa que nadie escucharía y que nadie sabría jamás. Solo él es testigo de su propio juramento. Porque NamJoon no descansará hasta encontrar nuevamente a HoSeok, no le importa cuantas veces tendrá que nacer o morir, no le interesa si su género o su cuerpo cambia y tampoco le afecta si el día que lo encuentre, tiene que cruzar países y continentes para estar de nuevo a su lado.

No le interesa, porque el amor que siente él por el otro muchacho, no puede ocultarse, no puede negarlo y ni siquiera la propia muerte puede darle fin a aquel sentimiento.

𝗖𝗿𝘂𝘀𝗵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora