Incubus 𝒊𝒊/𝒊𝒊 (+18)

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El íncubo giró la silla para quedar de frente al arrodillado y cabizbajo muchacho. Separó sus piernas y desabrochó la gruesa hebilla metálica de su correa para quitársela, dejándola enrollada en su mano derecha. Con la misma se bajó la bragueta del pantalón y llamó a Pete con un gesto de sus dedos. El joven mortal simplemente lo observaba sin hacer ruido, sin atreverse a separar la mirada, pero tampoco a reparar mucho en sus movimientos, pero en cuanto el íncubo lo llamó, él gateó hacia sus piernas, justo en medio de ellas.

── No, no... Hoy vas a ser mi perro, Pete. Un cachorro. ──Pasó su pierna por en medio de las ajenas, y acercó su rostro. Su piel era de un blanco ascendrado, casi iridiscente en la oscuridad de la habitación. Sus dedos apretaron la vieja camiseta de dormir de Pete, acercándolo hasta que quedó completamente pegado a su pierna.── Ahora quiero que te frotes y te comas mi polla.

Los ojos del chico se abrieron ampliamente al escuchar la orden y al sentir su erección contra la pierna del íncubo. Quiso separarse y protestar por ser llamado "perro", pero era como si tuviese un par de cadenas invisibles amarrándolo a él, así que solo pudo quejarse. ── ¡¿A quién llamas perro?! Súeltame... ¡No pienso hacer eso! ──protestó, pero fue en vano. El sujeto metió una mano entre su pantalón, sacando despacio su hombría.

Esta vez Pete dejó escapar una fuerte jadeo, su boca quedó abierta al ver el miembro del contrario, entre asombrado, espantado y hasta celoso. No solo era grande, sino también grueso y recto, y ya estaba completamente duro. No supo porqué, pero se relamió los labios al verlo, provocando la risa del íncubo.

── No tengas miedo, Pete. Puedo hacer que no te duela... O que te duela mucho. Pero sé que cederás, sé que ya lo deseas, solo debes dejar de resistirte. ── Sus palabras se escucharon como un hechizo. Él era un ser poderoso, su voz era el embrujo que adormecía la voluntad del joven Pete, atrayéndole como si fuese un imán; imposible de resistir. Tampoco era que Pete se resistiera mucho, solo bastaron ese par de palabras, esa fría amenaza y él ya estaba moviendo su cadera contra la pierna del íncubo causando esa deliciosa fricción entre ambos.

Su diestra se extendió hasta agarrar el miembro de aquel misterioso hombre, envolviéndolo con fuerza para acariciarlo. Era la primera vez que sentía una polla que no fuese la suya, la primera vez que estaba con un hombre.

── Eso es, Pete... Eres bueno. Usa la boca también. ──Le ordenó, usando un tono dulce al hablar. Pete llevó su boca hacia su pene, su punta rosácea le pareció suave, pero el sabor era extraño. No le desagradó, por el contrario, le excitaba hacerlo, por eso se atrevió a meterlo un poco más en su boca.── Vaya, mírate... Como todo una puta.

Aquel demonio podía leer sus pensamientos, sabía que así era como se sentía el muchacho, sabía que así le gustaba. Eran los más profundos y escondidos deseos de su corazón, saliendo a flote en el calor del momento y haciendo que el chico se moviera más rápido, con las palabras del íncubo avivando su fuego. Por eso engullía hasta atragantarse con el miembro ajeno, lamiendo y succionando cada centímetro de piel. Tenía los ojos cerrados, por lo que no pudo ver cuando el íncubo levantó la correa y azotó su espalda, haciéndole gemir de dolor, aún con la boca ocupada. Se separó con toda intención de quejarse, pero los ojos del sujeto decían que ya conocía la verdad, por lo que agarró su cabello con fiereza y le empujó hacia atrás, lejos de él para levantarse. Sus pantalones cayeron hasta las rodillas, Pete se enderezó por el tirón que le daba a su cabello y el íncubo volvió a empujar el rostro del mortal contra su pelvis para que continuara su trabajo.

── Ya sé que te gusta, cachorrito. ──Murmuró, dejando unas suaves palmaditas sobre su cabello antes de inclinar su torso para apretar las nalgas del muchacho. Teniendo a Pete de rodillas, podía ver las prominentes y redondas nalgas que tenía, tentándole a ser apretadas y golpeadas. ── Vamos, sube a la cama como un buen chico.

𝗢𝗻𝗲 𝗦𝗵𝗼𝘁𝘀;+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora