Desconocidos En El Metro

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Lunes, 06 de septiembre.
Bangkok, Tailandia.
5:12 pm.

La calma de la tarde se extinguía al mismo tiempo que el sol se empezaba a poner, ocultándose detrás de los rascacielos del concurrido centro de Bangkok. Estudiantes de secundaria, universitarios y trabajadores invadían las calles, creando un caos más bien semejante a una película posapocalíptica de zombies. A empujones, toda una multitud se peleaba por ingresar de primeros al recién llegado metro y así alcanzar un asiento para no tener que ir de pie, aunque la mayoría se conformaba con poder entrar, así tuviesen que ir aplastados contra las puertas. Siempre y cuando llegaran rápido a casa, lo demás era lo de menos.

Un joven estudiante de artes plásticas corría para alcanzar a entrar antes de que se cerraran las puertas, llegando justo a tiempo junto con un oficinista y una anciana. La puerta se cerró detrás de él, quien se abrazó a su carpeta de dibujos para evitar que estorbara en el camino de otros, pero era demasiado grande como para que cualquiera pudiese estar cómodo junto a él. Bible, el oficinista a su lado, que recién acababa de salir de la peor reunión de su vida laboral, estaba a un empujón de estallar en ira e insultar a medio mundo. Pero quien más sufría era la pobre anciana, a quien Build iba golpeando con su carpeta, sin intención alguna. Una bondadosa alma se apiadó de la mujer y le cedió su asiento, librándola de la incomodidad de ir junto al estudiante y permitiéndole a Build moverse hacia adelante, dejando a Bible detrás de él. Al menos ya no lo empujaba ni golpeaba a nadie con su carpeta, lo suficientemente ancha como para tener ese espacio para él solo. Bible también se vio beneficiado, pues estando detrás del estudiante, nadie ocuparía su espacio. El trayecto de ambos duraba una hora por lo menos.

Los metros necesitaban mantenimiento urgente; el aire acondicionado no servía bien, las luces parpadeaban y el calor que hacía los tenía a todos sudando. Bible enviadaba al estudiante frente a él, aunque le parecía un poco atrevido que usara una faldita tan corta en el metro, pero al menos no tenía un traje que le hacía sudar el doble y una corbata ahorcándole. Mientras veía las piernas del chico, solo podía pensar en que seguramente estaba fresco y cómodo. También que tenía unas piernas muy bonitas y un trasero empinado. Tenía mejor trasero que muchas mujeres y aunque no podía ver la silueta de su cintura por el bolso y la chaqueta que usaba, seguramente también era delgado y esbelto.

El metro hizo una parada en otra estación, pero gracias a alguna fuerza divina y el mal estado del aparato, sus puertas no se abrieron, así que los pasajeros de esa estación tuvieron que entrar por alguna de las otras puertas del tren. Hubo un bullicio y mucho movimiento dentro de las cabinas, todos los que ya estaban apilados, debían encontrar otro lugar y apretarse aún más para que el resto de pasajeros cupiera. Era como jugar Tetris en la vida real, cada uno buscando encajar en cualquier rincón.

Ya no importaba si Build llevaba una carpeta gigantesca a modo de escudo, acabó siendo empujado también contra el oficinista detrás de él, aplastándolo contra las puertas del metro. El corazón de Bible latió muy rápido. Quería insultar al muchacho por ocupar su espacio, pero sabía que no era culpable y además podía sentir sus nalgas apretarse contra su pelvis, dejándole casi sin aliento. O tal vez era que no podía respirar, pues la mochila del muchacho le aplastaba el pecho. De hecho estaban tan cerca que Build sentía la respiración ajena en su nuca, haciendo que su piel se erizara. Alcanzó a percibir el aroma del perfume del tipo detrás y también una mezcla a cigarrillo.

Le gustaban los hombres de oficina, los que usaban trajes y corbatas, que estaban esclavizados a un trabajo mediocre y/o hundidos en un matrimonio infeliz. Sobretodo le gustaba lo frágiles que eran ante cualquier provocación y Build era muy coqueto. Encontraba entretenido coquetear con ese tipo de hombres y el sujeto detrás suyo parecía uno de esos. Su sonrisa quedó escondida por la repentina oscuridad del metro, aquella titilante luz al final había colapsado, dejando esa cabina en completa penumbra.
Eso y los movimientos del tren, no ayudaban a la sanidad mental del pobre Bible. Cada vez que el metro se movía, el estudiante rebotaba contra él y sus nalgas aplastaban la erección que ya no podía seguir ocultando. Procuró, tanto como pudo, apartarse o pensar en algo diferente, no quería ser tildado de acosador, pero en ese reducido espacio y con ese trasero tan firme y tan suave también, le parecía imposible que su cuerpo no reaccionara.

𝗢𝗻𝗲 𝗦𝗵𝗼𝘁𝘀;+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora