Capítulo Uno

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Emily caminaba por el jardín de la fiesta que había realizado la esposa de su hermano, Sue, por más que lo intentará nada llamaba su atención, el alcohol, las drogas o incluso las personas. Las conversaciones que llevaban no le parecían en absoluto estimulantes y cada chico que se le acercaba con insinuaciones de casamiento la agotaban inmediatamente. Le llamó la atención una chica que estaba sentada en una banqueta con un lápiz de carboncillo en las manos, la chica era de mediana estatura, mejillas rellenas, cabello rubio tomado en un moño alto, llevaba un vestido negro abultado y sintió que aquella chica no parecía de este planeta. Se acercó curiosa para ver qué era lo que dibujaba pero cuando llegó en momento de tocar su hombro otra chica la llamó y se levantó apresurada dejando caer un lápiz de carbón. Emily se acercó a tomarlo y leyó las inscripciones de aquel lápiz Amy. Sonrió sin poder evitarlo y miro a su al redor.

- Hermoso nombre para una hermosa chica.- Susurró a aquel lápiz.

Cómo un destello de luz comenzaron a aparecer las palabras en su cabeza, un poema, rápidamente sacó un pequeño pedazo de papel que tenía en el bolsillo y escribió lo que se le vino a la mente. El para siempre está hecho de muchos ahoras. Guardó el pedazo de papel dentro de uno de los bolsillos de su vestido y caminó tras la chica desconocida para ella. Una vez dentro sintió que alguien le tomaba la mano y la quitó con rapidez. Se dió la vuelta asustada y vió a uno de sus amigos atrás de ella.

- Josh ¿Qué haces aquí?- Sonríe al verlo y lo cuestiona con la mirada, pero al notar sus intenciones deja de sonreír cambiándolo por un suspiro pesado.

El joven la observó de pies a cabeza, era evidente que seguía enamorado de aquella muchacha de gran altura, tez pálida, ojos marrones y cejas perfiladas. Más allá de la belleza de aquella chica era su personalidad lo que le atraía a Josh y eso no era fácil de encontrar en cualquier muchacha. 

- Emily Dickinson, ¿Te apetecería bailar esta pieza de baile conmigo?-  Le estira la mano de manera cortés y Emily niega.

-No muchas gracias, ya me duelen mucho los pies. - Arrugó la nariz negando.

 Esa es Emily, la chica del pueblo de Massachusetts, quién no le importaba lo que dirían de ella, ni le interesaba la fortuna y mucho menos las reglas estúpidas que imponía la sociedad. 

- ¿Al menos me aceptarías una copa de champagne?- La chica asintió más que nada para sacarse a aquel joven insistente de sus narices, ya que últimamente solo la estaba sacando de sus casillas con sus insinuaciones.

En el primer momento en el que dejó de verlo caminó por la fiesta buscando a la chica que había llamado su atención, cansada de buscar se sentó en una de las sillas de terciopelo rojo que Sue había mandado a hacer a París. Claro que a ella le parecía una estupidez hacer eso, pero para las personas de la alta sociedad es una obra de arte, aunque sus obras de arte son muy incómodas al propio juicio de Emily. Minutos después Josh se sentó a su lado entregándole una copa de champagne, la pelinegra bebió un trago largo y fue cuando se encontró con esos ojos verdes. No pudo evitar perderse en ellos y dejar de escuchar al chico que no dejaba de parlotear cosas de su trabajo que realmente no le importaba en absoluto. 

- Me disculpas un minuto Josh.- Le entregó en las manos la copa de champagne al chico delgado, se levantó sin quitarle la mirada de encima a aquella chica rubia y caminó a paso firme.

Las miradas siguieron conectadas, notó como la chica bajaba la mirada para hablar con su acompañante y se alejó de el. Emily caminó en dirección al balcón del segundo piso esperando con ansias a que la rubia la siguiera, estaba en lo correcto, ya que a Amy esos ojos marrones la habían capturado al primer segundo en el que se toparon. 

Almas Destinadas KatelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora