Estaba prohibido conceder el deseo del Sol.
Tenía prohibido conocer a quien emanaba luz a la fría noche.
Pero la curiosidad mató al gato, ¿no?
"𝘰𝘩 𝘲𝘶𝘦𝘳𝘪𝘥𝘢 𝘓𝘶𝘯𝘢, 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘰 𝘢𝘮𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘢𝘯𝘦𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦"
"𝘈𝘮𝘰𝘳 𝘮�...
El sol deambula de día, haciendo brillar su entorno, al igual que su sonrisa.
El sol deambula de día, haciendo florecer los pétalos cerrados de aquellas flores que esperaban algo de calor luego de tanto tiempo.
El sol alegra el día a aquellos animales que carecían del amor caluroso que los abrazaba.
El sol deambula de día, alumbrando con su bella sonrisa el planeta en el que personas distintas habitaban.
El sol que deambula de día... Sonríe a pesar de estar solo, el sol desea amor para el.
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La luna deambula de noche, cuando todos descansan y todo es un puro silencio.
La luna deambula de noche, sintiendo la helada brisa chocar contra su rostro pálido.
La luna da paso al descansar de distintos seres.
La luna deambula de noche, esperando una reunión.
La luna que deambula de noche... Necesita amor.
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- ¿que haré yo aquí solo? - pensó la luna.
La luna sentía soledad, aquellas noches frías lo acompañaban, pero no sentía el calor de un amor.
- ¿habrá alguien buscándome también? - dijo en voz baja la luna, con una voz desganada y casi nula de escuchar.
Esperaba respuesta a su pregunta, a pesar de saber que estaba solo.
En un suspiro ahogado siguió su camino por horas, deambulando como cada noche, esperando a ir a descansar y esconderse cuando sea momento de que el sol aparezca.
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- esto es tan aburrido, desearía tener acompañantes en mi aventura - dijo el sol de cabello azabache mientras admiraba unas mariposas en un lindo campo de flores.
- quiero darle flores a la persona más solitaria como yo. - soltó sin más en un fuerte suspiro, abrumado por pensamientos intrusivos los cuales eran prohibidos por los dioses.
El sol sentía soledad pura, siendo el tan alegre, ¿por qué Lucía tan apagado está vez?
Todos los meses eran iguales cariño, el sol deambula de día y la Luna deambula de noche.
No había roces entre lo hecho por los dioses, la Luna no estaba destinada a conocer el Sol.
Y el Sol no estaba destinado a conocer a la Luna.
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Una fría noche caía en la tierra, la Luna salía de su escondite y empezaba a caminar calmadamente, la brisa movía sus castaños cabellos y hacía que se le secaran sus ojos rubí.
