Noviembre (Peach Creek)

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Sentía como le regorgoreaba el buche. 

- ¿Por qué de tan mal humor amorcito? Ya casi terminamos por hoy. -Lee no paraba de molestarlo. 

Desde que había acordado con ella ayudarla con la caldera, no disfrutaba de momentos libres, primero el colegio, luego el trabajo, después sus tareas y luego ayudar a Lee antes de ir dormir. Necesitaba del ocio para existir. Y creyó que lo tendría para Halloween...

Lástima que Lee lo había engañado para seguir ayudándola con el resto de las maquinarias de la casa, acaparándolo por todo un mes entero. Que la lavadora por aquí, la cocina allá, el elevador de lavandería acullá... siempre tenía trabajo para él, y aceptaba con tal de no verla en su trabajo.   

- ¿Cuál crees que es la razón? - Le obsequió una mirada agria- Me tienes como empleado sin paga para arreglar tu tugurio cuando podría ir a disfrutar de la noche comiendo caramelos y asustar a Jimmy. 

Estaba terminando de arreglar la tubería del lavaplatos, solo podía verle las piernas, pero su voz sonaba tan clara, que parecía que estaban frente a frente. 

- ¿No crees que ya estas mayorcito para ir a pedir dulces? 

- ¡COMPRARLOS! - Le corrigió molesto - Ya no necesito mendigarles a los vecinos para disfrutar de esas bellezas. 

- Claro que no- Concordó con él - Me tienes a mí, nada más dulce. 

El sonido de metal doblándose lentamente la hizo reír, Eddy había echado a perder otra llave. 

La maldecía entre dientes, no tenía paz junto a esa chica. Nunca llego a creer que conocería a alguien más molesta que Sarah. Con lo que podía hacer con la llave doblada, terminó de apretar las tuercas y guardar el resto de las herramientas. 

-Listo, pruébalo- Declaro con desgana saliendo de su lugar. 

Lee abrió la llave, y para alivio de Eddy, el agua fluía sin problemas y era incolora. Una tarea menos. 

-Nada mal, chaparrito. 

-Ahí tienes, adiós- Zanjó en dirección a la puerta. 

-Nos vemos mañana Eddy-Canturreo ella entre risas. 

Al salir de aquella casa, vio como la misma camioneta que había visto antes se acercaba hacia él. Cada noche cuando regresaba a casa la veía llegar, pero siempre estaba a unos metros de distancia. La camioneta estacionó justo frente a él, y quien salió no fue el mismo viejito calvo, sino un señor. 

Tenía un porte elegante, con la cabeza cubierta de canas y algunos rastros pelirrojos bien peinados, barba que le hacía juego y una mirada que solo podría calificar como "agria".  

Tragó grueso, ese hombre lo intimidaba. Lo vio caminar hacia la puerta, inspeccionándolo de arriba a abajo mientras se acercaba hasta quedar justo frente a él. 

-Buenas noches- Le dijo en una inclinación de cabeza. 

-Bu-buenas noches-Respondió inseguro. 

El señor no dijo nada y se adentró a la vieja casa. 

Eddy corrió directo a la tienda de caramelos al escuchar como la puerta se cerraba.  


Ya con los caramelos en bolsa, se dedicó a caminar por el mismo sendero que según su hermano, y tontamente le había creído, era el camino a Espantilandia.  Que bobo, esa fue una de las noches de Halloween más divertidas y escalofriantes que vivió alguna vez. 

Ed ultimo veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora