Capítulo 1: Necedad y necesidad

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Erick abrió los ojos lentamente, su lucidez tardó en llegar varios segundos y tuvo que mirar a su alrededor para entender lo que estaba pasando, desgraciadamente su cuello envió una descarga de dolor que le hizo quejarse. Su cuerpo se tensó y sintió sangre correr por su cara, pudo ver su reflejo a través del espejo retrovisor, su cabello negro estaba cubierto de sangre, sus ojos azabache estaban hinchados y morados, casi negros, y su vista se tiñó momentáneamente de rojo antes de poder quitársela cuidadosamente con una mano y darse cuenta de que todo su cuerpo estaba sumergido en dolor.

No era de extrañar, había tenido un accidente automovilístico y lo último que recuerda es golpearse la cabeza contra el volante. El auto estaba completamente destrozado, tuvo mucha suerte al permanecer en su asiento; sin embargo, no estaba seguro de qué tan suertudo era cuando era incapaz de moverse y ver el fuego extenderse a su alrededor.

Trató de hablar, gritar por ayuda, pero el solo respirar causaba dolor. Así que buscó alguna otra salida, lo que fue imposible con el cinturón de seguridad sujetándolo firmemente al asiento. Su moribunda vista se centró en el camino más allá y no pudo ver más allá de un par de metros que el fuego iluminaba, parecía que estaba en la nada absoluta en medio de esa noche oscura.

Una explosión vino demasiado cerca y volvió a cerrar los ojos.

Erick se levantó de golpe, gritando en agonía después de sentir el peor de los dolores que jamás esperó experimentar en su vida. Por una milésima de segundó sintió como sus tripas eran arrancadas de su estómago y sus ojos removidos violentamente de su cabeza, pero cuando vio el lugar que tenía enfrente se dio cuenta de que estaba completamente solo en una habitación particularmente pequeña.

Se tocó cada sección de su cuerpo asegurándose de que todo estuviera en su lugar y se desabrochó la camisa machada de sangre solo para ver que no tenía ni una sola herida, sino que incluso no había más dolor. La única marca visible en su cuerpo era una enorme, larga y curiosa cicatriz a lo largo de su piel ligeramente bronceada, como si algo lo hubiera partido a la mitad y cosido con hilo. Inspeccionó la zona por unos minutos, pero no recordó cómo fue que se hizo eso porque definitivamente no fue a causa de su accidente.

La puerta de la habitación se abrió y alguien o algo asomó la cabeza con curiosidad, Erick no sabía que era esa criatura, pero nunca había visto algo como eso antes: tenía el aspecto de algún animal antropomorfo, pero en vez de pelaje tenía un exoesqueleto grisáceo similar a los insectos, delgadas y transparentes alas estaban plegadas a su espalda, ojos grandes y de color morado lo observaron curiosamente, cabello del mismo color, largo y ligeramente quebrado, un cuerno sobresalía de su cabeza y colmillos pronunciados se mostraban. Lo más llamativo fueron las extremidades agujeradas y el dulce aroma a durazno que venía de esa criatura, que provocó un hormigueo en su pecho.

Ambos se miraron expectantes por unos segundos antes de que Erick se levantara de la cama y retrocediera lentamente. Detrás de él una ventana se mostraba como una buena vía de escape.

Además, necesitaba un poco de aire fresco ya que hacía demasiado calor.

—¿Estás bien? —preguntó la criatura, que sabía ahora era femenina al escuchar su voz si es que sus pechos no habían sido claros—. Escuché un grito y pensé que estabas en problemas... uh... ¿me entiendes?

—¿Puedes hablar? —Erick la señaló, con la boca abierta—. ¿Estoy muerto?

—¿Qué? Por supuesto que no —la criatura respondió inmediatamente—. Te encontré fuera de mi casa. Estabas cubierto de sangre, así que te cuidé.

—¿Cómo llegué aquí? ¿Dónde estoy? ¿Qué eres? ¿Sabes qué abrió mi pecho? ¿Cómo me curaste? —Erick preguntó tomándose del cabello, tratando de buscar respuestas por sí mismo—. ¿Qué está pasando?

My Little Pony: Éxtasis InconscienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora