𝘀𝘁𝘂𝗽𝗶𝗱 › 𝗋𝗈𝖽𝗋𝗂𝗏𝖺𝗇 (✓)

42

—¡Rompela! —se escuchó el grito de Alexis.

—iNo puedo! —le regresó el grito con desesperación.

Iván intentaba romper una piñata desde hace ya un rato, pero por más que intentará, la maldita piñata no se rompía. Además, Samuel le jugaba sucio ya que cuando estaba apuntó de pegarle, la subía más arriba.

—Dejale el turno a alguien más, Iván. —Le habló Rodrigo mientras se acercaba a él con un poco de miedo. Tenía un palo en sus manos y lanzaba golpes a todos lados, por lo que no era muy seguro.

Iván soltó un gruñido y le entregó el palo de mala gana.

Rodrigo le susurro un "no te enojes" mientras acariciaba su cabello dulcemente, haciendo al menor sonreír un poco.

—¡Mi turno! —Tomás fue hasta la piřñata con entusiasmo y tomó el palo. No faltaron más de cuatro golpes para que la piñata se rompiera, pues bueno, Samuel se la había puesto muy fácil a su novio.

—¡Dulces! —Iván corrió hasta donde estaban todos los dulces desparramados y comenzó a tomarlos para luego extender su camisa y colocarlos ahí.

Cuando creía que tenía suficientes dulces para sobrevivir a la semana, alguien lo tomó de la cintura y lo levantó del suelo, dándole un leve empujón para quitarlo de su camino.

Genial. Todos sus dulces se habían caído.

Iván se dio la vuelta y observó a Rodrigo con molestia. Este estaba de cuclillas en el suelo tomando los dulces que Iván recolectaba hace un momento.

—¡Oye! —Se subió a la espalda de Rodrigo y cada vez que este tomaba un puño de dulces, Iván se encargaba de volver a tirarlos.

—¡Se van a acabar! —Le gritó Rodrigo con un puchero. Iván rio un poco y se bajó de su espalda para que juntará los dulces que quedaban.

Cuando ni un pequeño chicle quedó en el suelo, los cuatro chicos que estaban en este se pusieron de pie y fueron a sentarse en unas sillas que estaban en el patio.

—¡Gracias, Samuelie! —Tomás le lanzó un tierno beso al nombrado. —Gracias a ti, conseguí muchos dulces.

—Eso fue trampa. —Puchereo Iván, que se encontraba de pie ya que no había suficientes sillas. —Yo organice este cumpleaños, debería de
tener más dulces.

—Por cierto, ¿dónde está? —Iván lo pensó un momento ante la pregunta de Samuel. —La razón de esta fiesta.

—¡Voy por él! —Entró a la casa con rapidez, y así como entró, salió. —Aquí está. —Extendió su mano hacia ellos. En su dedo se encontraba la mascota de Iván; Toto. Todos ahí lo conocían ya que él se la pasaba hablando de su mascota. —Pero no le gusta estar rodeado de gente, así que volverá adentro. —Volvió a entrar en la casa y para cuando salió, Toto ya no se encontraba junto a él.

—¿Le hiciste una fiesta a tu pájaro? —Samuel lo miró extraño.

—¡Sí —Iván sonrió en grande mientras se acercaba a Rodrigo.

—Eso es raro…

—Cállate. —Rodrigo le dio un golpe en la nuca, a lo que Samuel lo miró con molestia.

Samuel, con indignación, se puso de pie y fue a cambiar la canción que sonaba en la bocina ya que le había aburrido.

—Gracias por defenderme. —Iván se acercó a Rodrigo y lo sorprendió sentándose en sus piernas mientras abrazaba su cuello.

A nadie más parecía importarle eso, pero Rodrigo realmente se encontraba un poco perdido por tener al rubio sentado en sus piernas.

Iván realmente era estúpido por no estar conciente de lo nervioso que ponía al mayor.

—¡No cambies la música! —Iván se paró de prisa y fue hacia Samuel para evitar que quitará su canción favorita.

Rodrigo sólo pudo soltar un suspiro más relajado cuando pudo observar a Iván pelear con su mejor amigo. Era un poco gracioso, ya que cuando recién se habían conocido, sus personalidades chocaban un poco, pero ahora que tenían confianza, lo hacían todo el tiempo.

Era por eso que Rodrigo sonreía como el tonto enamorado que era mientras observaba a Iván pelear por la bocina con Samuel.