Dos detectives y un caso

ROQUE

- ¿Seguro que no quieres un café?

- No, no me gusta el de la máquina expendedora. La mayor parte es agua y no sé de dónde la sacará ya que sabe horrible.- dice Agustín mientras su compañero da un pequeño sorbo al suyo.

El silencio entra en esa pequeña sala invadiendo cada rincón . Durante esos minutos, el detective Agustín Gómez Blanco no ha parado de darle vueltas al caso que está llevando. Habian robado en un chalet del pueblo en el que lleva viviendo más de diez años y en el que también trabaja, Cedillo. El caso es complicado, no hay muchas pistas,y lo que más le frustra es que su hermana sea la víctima.

- Es Carmen.- dijo Roque, su compañero.

- ¿Que?

-Carmen, la vecina de Celia. Ella fue quien robó las joyas.

-¿Y tu como lo sabes? No llevas el caso.

- Mientras que tú estabas mirando por la ventana, yo he leído el informe y me he fijado en cada detalle. ¿Te acuerdas que tu hermana te llamó para que le ayudases a poner una verja en el jardín?

- Si, claro que sí.

- Pues al parecer os pasasteis siete centímetros al territorio de su vecina y está se dio cuenta y se enfadó. La verdad es que conociendo a Carmen no me extraña nada que se pelearan. A raíz de eso se han estado haciendo trastadas como dos niñas pequeñas. Tiraron tiestos, excavaron en el jardín de la otra... Hasta que decidieron no dedicarse ni una palabra. Pero Celia siguió y Carmen... Pues robó.

- Sigo teniendo dudas de que sea ella. Es una señora mayor y...

- Cayetano, el hijo de la dueña de el bar, la vio tirando una bolsa negra en el mismo contenedor en el que encontraron las joyas. Según el muchacho estaba muy nerviosa y le temblaba la mano.- dijo el joven interrumpiendo a su compañero.

Agustín se le queda mirando fascinado. Roque, que tan sólo llevaba unos meses en la comisaría, había averiguado la respuesta al caso que le tenía tan ocupado y encima, en tiempo récord.

- Deberías plantearte marcharte de este pueblucho e irte a la capital. Tienes mucho talento y no deberías malgastarlo aquí. Además, allí te pagarían el doble, tendrías tu propio despacho y no tendrías que compartirlo con un anciano que lo único que hace es quejarse y calentar sillas.

- No está mal la propuesta pero me gusta este despacho compartido, mi sueldo, mi compañero y los pocos casos que tengo.

Su amigo le sonríe y empieza a hacer los papeles sobre el caso que ahora está resuelto para después guardarlo en la carpeta que pone "Caso cerrado".

Tras una larga hora en silencio, Agustín apartó los ojos de su libro al oír una voz. No lograba descifrar lo que decía. Empezó a mirar por toda la habitación cuando de pronto...

- ¡Que no joder! ¡Que me dejes en paz!

Agustín no pudo aguantarse la risa y se le escapó una fuerte carcajada. En ese momento Roque se despertó de su pequeña siesta y miró a su jefe con una mirada asesina.

- Era una pesadilla.- dice el joven con una voz vergonzosa.- Me voy a ir yendo. Ya es hora de cenar y tú deberías hacer lo mismo.

- Me parece bien. Ya cierro yo la comisaría en cuanto me acabe el capítulo.

Se despiden con una mirada y Roque deja atrás el pequeño local. Su casa no estaba lejos. Sólo tenía que pasar el campo de fútbol y llegaría a casa. Pero alguien se interpuso en su camino.

- ¡Eh, capullo! ¡Hoy no te libras!

Al girarse vio a Mateo. Hace unas semanas, Roque había roto con su hermana y al parecer no se lo tomó muy bien. Ya habían discutido en otra ocasión y nadie salió herido. Pero esta vez no parecía que iban a tener el mismo final.

-¡No huyas cobarde!

Ambos empezaron a andar más rápido. Mateo nunca le había tratado bien y menos cuando decidieron separar sus vidas. Vivía con sus padres porque no tenía trabajo ya que su currículum no era muy apropiado. Había tenido una adolescencia bastante movidita entre drogas, alcohol y un intento de secuestro. Por eso a Roque no le hacia mucha gracia encontrárselo y menos de noche. Cuando se dio la vuelta, Mateo le cogió del cuello y empezó a estrangularlo. Notaba como las venas de la cabeza se le empezaban a hinchar,la cara se le ponía roja, le costaba mover las manos para defenderse e incluso empezó a ver borroso. Cuando ya casi se le habían cerrado los ojos por completo, logró ver una sombra.

De repente ya podía respirar. Alguien había dado un golpe en la cabeza a Mateo. Esa persona había sido muy especial para él hasta que el amor se acabó entre ellos dos. Era Ángela, su exnovia. Le había golpeado con una sartén. Al parecer Mateo salió de casa con la decisión acabar con su vida y Ángela salió tras él. Roque ya le había detenido una vez por perseguirle por la calle pero tan solo estuvo unos días en la cárcel.

Cuando recuperó aire, le proporcionó unas cuantas patadas a el causante de su axfisiamiento. Sangraba por la nariz y la boca. Luego, le dio las gracias a su ex y la abrazó.

- Vete antes de que se levante y valla a por ti.- dijo Ángela con una voz dulce.

Roque asintió y se fue. Durante el camino, recordó los buenos momentos que pasó junto a ella. Su voz era dulce y reconfortante. Sus abrazos eran como si abrazaras un algodón de azúcar. Su sonrisa conquistaba a cualquiera que se cruzaba con ella y su carácter le enamoraba. Pero tras ponerle los cuernos con su compañero de piso, Roque no tuvo más remedio que cortar su relación.

Al llegar a casa, se puso el pijama, se cogió un paquete de sus galletas favoritas (las que están cubiertas de chocolate con leche), y se puso a ver la tele. No había ningún programa que le entrtuviese así que decidió poner una película de terror que acababa de empezar. Una chica que lloraba sangre se acercaba más y más hacia la pantalla cuando...

¡Ring, ring, ring!

Era el teléfono. Le estaba llamando un número privado y él decidió cogerlo.

Lo que no sabia es que esa llamada le iba a cambiar la vida para siempre.

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¡Hola!🖐️ Somos dos hermanos a los que nos encanta leer y también escribir. Hemos decidido escribir esta novela para pasar un buen rato y también para que vosotros lo disfrutéis.❤️

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