tomaré tus manos (sé que me estás esperando) ;; minayeon

ocho.

Tal vez fue una mala idea.

La fiesta de pijamas pasa. Nayeon no es el tipo de persona que se emborracha fácilmente, pero puede sentir el zumbido en su torrente sanguíneo, lo que le facilita reír más, sonreír más, fingir más. No hacen nada demasiado loco, solo el recuerdo habitual del pasado y un poco de bebida ligera. Se inicia un juego de la mafia y, para su sorpresa, Chaeyoung sale victoriosa, a pesar de que siempre ha sido una terrible mentirosa, especialmente cuando se enfrenta a sus unnies. Puede hacer una carrera como actriz, pero no puede mentir a través de los dientes cuando se trata de sus miembros. Demuestra lo mucho que las cosas han cambiado. Nayeon no está segura de si le gusta.

Mina se asegura de mantenerse alejada de donde está sentada, un hecho que Nayeon no está segura de que aprecie o no. El elefante en la habitación nunca antes se había sentido como un ser tan inmenso, vigilando sus interacciones con el juicio en sus ojos. ¿En serio? ¿Eso es todo?

Nayeon se encuentra en el balcón unos minutos antes de la medianoche. El resto de los miembros ya se han retirado a sus habitaciones: Jeongyeon y Momo compartiendo una cama, Sana y Jihyo compartiendo otra, Chaeyoung reclamando el sofá y Tzuyu durmiendo en el futón a su lado. Por supuesto, Dahyun tiene una cama entera para sí misma, ya que es dueña del lugar, pero aún así elige meterse junto a Sana, afirmando que tiene frío. Mina, por otro lado, insistió en que Nayeon cogiera el último dormitorio, que aceptó a regañadientes. Ahora parece que Mina va a tomar la habitación de Dahyun con Nayeon teniendo otra para ella.

Pero todavía no puede dormir.

¿Cómo puede? ¿Cuando Mina está tan cerca que Nayeon puede cerrar los ojos y casi imaginar cómo se ve más allá de las paredes, dormida sin preocuparse por el mundo? ¿Cuando está tan en sintonía con cada movimiento de Mina que todo lo que puede hacer es mantenerse quieta y mirar con anhelo? Los últimos tres años no han cambiado nada. Todavía está enamorada de Myoui Mina. Ningún tiempo o distancia puede revertir los efectos de un amor tan voluntariamente dado y un amor que solía ser tan voluntariamente regresado también.

La puerta detrás de ella se abre de repente y Nayeon mira hacia arriba para encontrar al sujeto de sus pensamientos de pie bajo la luz de la luna.

—Oh—, dice Mina, su teléfono se encendió en una mano, —no me di cuenta de que estabas aquí.

No hace falta un genio para que Nayeon se dé cuenta de que Mina está al teléfono con su novio. Puede ver el nombre en la pantalla del teléfono. Y por mucho que no quiera nada más que saltar del balcón y no sentir más dolor, no lo hace. En su lugar, da un paso atrás y hace gestos para que Mina entre.

—Solo finge que no estoy aquí—, dice.

Los ojos de Mina se estrechan. —Unnie—, empieza a decir, pero Nayeon sonríe, finge que su corazón no hizo una voltereta, —Puedo volver a la habitación.

—Lo que tienes que decirle ya no me preocupa, Mina-yah—. Nayeon respira hondo, mira a la luna y cierra los ojos. —Puedes hacer lo que quieras. De todos modos, no hay nada entre nosotras.

La puerta se cierra detrás de Mina. Nayeon espera escuchar a Tadashi u otra declaración de amor. Pero todo lo que oye es Mina suspirando y luego las palabras: —Te llamaré más tarde, adiós.

Entonces hay silencio. Solo un silencio frío y sofocante que Nayeon antes habría podido romper con algunos chistes de broma antes, cuando las cosas eran más fáciles y no se sentía como si estuviera de pie en una cuerda floja: un movimiento equivocado, una exhalación, una mirada y se está dando la boca de vuelco. Pero ahora, no puede. Porque ya no tiene el derecho. Ya no significa nada para Mina. Ella es solo una ex.