Cuando dos almas gemelas son separadas, el tiempo se encargará de unirlas de nuevo. Pero... No de las maneras que esperamos.
‹ historia escrita por mí.
‹ cualquier adaptación de esta favor de informarme.
‹ críticas, peticiones y correcciones permi...
- ¡El monstruo se acerca! ¡Prepárense! - - ¡RAAWWR! - - Pium, pium, pium ¡Oh no! ¡El monstruo ha destruido la base! - - ¡MUAJAJA! ¡Soy muy malvado! - - ¡Pium, pium, pium! - - Uwaagh (¡!) - - ¡Hemos vencido al monstruo! ¡Sí! - Celebró el pequeño Kazuha quien se lanzó en el encima de Scaramouche para abrazarlo, a pesar de él haber sido el "monstruo" del juego esta vez.
- ¡No! ¡Me niego a perder! ¡RAAWR! - Anunció riendo mientras empezaba a hacerle cosquillas al albino. Ambos reían a la par, Kazuha pedía el parar estas cosquillas, pero Scara solo seguía produciéndole esta serotonina a su mejor amigo. Los pequeños Scaramouche y Kazuha han sido mejores amigos desde que tienen memoria, incluso sus familias han sido unidas desde tiempo atrás... El buen ánimo que ambos habían construido con sus juegos infantiles había sido arruinado por una simple frase que a ambos les llegó a afectar haciendo que sus expresiones contentas cambiaran a melancólicas.
- Scaramouche, ya vámonos - Dijo la madre del azabache. Se preguntarán ¿Por qué eso les afectó? Simple, la familia Raiden había planeado el mudarse a otra ciudad hace unas semanas atrás, por lo que los niños se juntaron más seguido para olvidarse de esto. Al parecer los planes de los pequeños no funcionaron... Fueron obligados a tener que despedirse entre lágrimas y abrazos.
Antes de que Scaramouche se subiera al vehículo de sus padres, Kazuha rápidamente le entregó una pulsera de hilo hecha por él mismo creando así la promesa de ambos, algún día, volverse a encontrar.
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Era el cumpleaños de Kazuha, pero ya no se sentía como antes, parecía un simple día más del año el cual se sentía extraño celebrar. Sus padres habían elaborado una fiesta de cumpleaños para él a pesar de que el chico ya tuviera 18 años. Nadie se hizo presente. Era obvio para Kazuha, nadie en donde estudiaba lo valoraba como se debía, a veces solo quería que Scaramouche volviera a su lado o que nunca se hubiera ido de este. Esa noche Kazuha solo abrazó su almohada intentando conciliar el sueño mientras repetía constantemente "Scara por favor vuelve".
Despertó en su habitación, eran las seis de la mañana y el sol resplandecía mientras los pequeños pajaritos recitaban sus suaves melodías... Algo se sentía diferente, pero no se quejaba, se sentía bien. Se sobresaltó al escuchar los repentinos toques a la puerta de su habitación, alzó un poco la voz afirmando el poder pasar. La puerta fue abierta, pero del otro lado no se encontraba nadie ¿Qué era lo que sucedía?
Kazuha, confundido, se levantó y salió de la habitación para encontrarse con un campo lleno de flores con tonos color otoño, pero a la vez tonos primavera. El albino observó con detenimiento todo el lugar a su alrededor, a pesar de saber que todo era ilógico, tan solo se dedicó a disfrutar del paisaje, tomando en sus manos una que otra hoja que caía de los árboles cercanos sonreía con ligereza y serenidad en su ser. Su sonrisa fue lentamente desvaneciéndose cuando de reojo notaba el como una figura humanoide se encontraba arrodillada abrazándose a sí mismo en un puente cercano al pequeño arrollo del campo. Una vibra conocida rondaba alrededor de aquel desconocido, así que Kazuha no dudó ni un segundo en acercarse a él.
