Era la segunda semana de instituto y comenzaba el día sin el estuche. Había rebuelto su mochila, sacado los libros y manoseando el fondo del ma-
cuto. Se estaba poniendo nervioso, la pierna empezó a temblar y la otra le empezó a picar, se agacho debajo de la mesa y miró al suelo; ninguno a su alcance. Ya estaba la clase en marcha y se veía en un abismo sinuoso, ale-
jándose del camino del triunfo que tanto ansiaba su padre, ¿tan terrible era que no tuviese estuche? Lo era y le resultaba horroroso pensarlo.Le avergonzaba pedírselo a su grupo, le dirían que se buscase la vida, que pedir cosas es de nenas, él no lo era. Tampoco podia fingir que escribía, por culpa de su grupo los profesores pasaban por esa zona de vez en cuan-
do en cada clase. Se rascó el pecho, el sudor cruzó su espalda, y notó su res-
piración agitada.
Tenia que pedírselo a alguien. ¿Pero a quién?Su pierna seguía temblando y aún más. Se fijó en quién tenia en frente, miró su nuca morena y su pelo negro. Era él, lo tenia claro, empezó a dudar si preguntarle, estaba temblando, ¡no se acordaba de su nombre!
Término tocándo su hombro con du-
doso tacto.-¿Qué quieres? -preguntó el moreno.
-Un boli, aún que sea. -dijo el otro- por favor... -intentó recordar su nombre, pero era inútil.
-Benjamín,me llamo Benjamín, no es tan dificil -dijo en tono burlon haciendo un rodeo con los ojos y mientras le extendía la mano con el boli.- ¿Te olvidaste el estuche o solo quieres robarme?
Luís cogió el bolígrafo.
- No, no, me he olvidado el estuche. Mi hermana me desordena las cosas cada vez que quiere mirarse en mi espejo, el suyo no le gusta- no supo por qué pero soltó información privada e innecesaria para excusarse- ¿Por donde vamos? Estoy más perdido que cuando mi madre me pide que compre algo en el supermercado.
Le sacó una sonrisa al moreno. No sabía por qué pero sentía que no había nadie más que ellos dos.
-Por aquí, Luís-Benjamín le señaló por donde iban.
-Perdona por no recordar tu nombre. Soy malo para los nombres.
- No pasa nada.
-Gracias por el boli.
-De nada.- así Benjamín concluyó la conversación.
Pudo por fin seguir la clase y las que seguirían.
Cuando llegó el recreo quiso evitarle a toda costa. Sabía que haber hablado con él era una imprudencia se rebajaría y le contagiaría su mariconeria, o eso pensaban sus amigos. Al reunirse con ellos en un extremo del patio uno le miro de arriba a bajo.- Habrás desinfectado el boli, ¿verdad? -dijo asqueado.
Le pareció una absurdez como una casa pero le siguió la corriente y asintió. Los miró con atención. Más que amigos o compañeros de clase eran hijos de amigos de su padre, que obligado a cerrar lazos iba con ellos, estaba tan metido en el grupo que en Abril harían 6 años como grupo.
Mientras entablaban conversación los demás, no pudo evitar buscar al moreno por el patio. Divisó al grupo de su hermana, un grupito de tipos raros, entre ellos estaba él. ¿Por qué le costaba tanto no fijarse en él? Desde el primer día que dijo su nombre y se proclamó como hijo del arcoiris, no con esas palabras, pero así lo recordaba él; era una espina clavada en el carrillo de la boca. Le odiaba por ser tan llamativo, ¿lo hacía, o solo le tenía pura envidia? Quizá, porqué el sabía que dentro de una caja fuerte, había un armario, dolorido por ocultar su verdad.- Luís -le llamó uno sacándole de su viaje mental-. ¿Irás a al cumple de J.J. verdad?
Aunque estaba enfrente de él y algo lejos, podía notar como le presionaba el brazo y le apuntaba con un arma imaginaria.
-Claro, claro que iré. - balbuceó el rubio.
Cuando acabó el recreo todos fueron a sus aulas. Luís se sentó junto a uno de su grupo. Cuando el profesor miró la distribución de sus alumnos puso cara de malestar. Ordenó a Luis a cambiarse el sitio a Matías, uno que estaba junto a Benjamín; hubo más cambios para cuadrar la clase como él quería. Al sentarse al lado del moreno este lo saludó con un susurro.
Comenzó la case de Matemáticas.Mientras los ejercicios se solucionaban Luis reparó en que Benjamín y él chocaban los codos. El moreno era diestro pero el rubio zurdo. Este último se movió hacia la derecha para dar más espacio. El otro también lo hizo al contrario.
Lo miró con incredulidad "dos polos opuestos totalmente" pensó.En lo que quedaba de semana habían intercambiado menos palabras que aquel día. Pero el rico no paraba de cruzar su vista con la de Benjamín en los pasillos. O verlo de lejos en el recreo con el grupo de su hermana la rebelde. Era como si en un baile lleno de tonos azules entrara por la puerta alguien de rojo. No sabía por qué le llamaba tanto su atención.
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Amando tus caricias
Teen FictionMás le mira más se acelera su corazón, más se odia a si mismo. Desea besarle, abrazarle, pero se encierra en su habitación, hasta que el sentimiento pase. Tortura infinita para ese chico con lujos. Le mira, le sonríe; esquiva con sus ojos sus labios...