Primera comida

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Uno en el que Mónica y Vanesa tienen su primera cita.

Mónica

- Un poquito más... un poquito más... ¡perfecta!

Di unos saltitos de felicidad sobre mí misma tras acabar de hacerme una raya de ojos perfecta. Me separé un poco del espejo para mirarme con detenimiento unos instantes. No sabía qué más hacerme pero, de los nervios, no podía parar de tratar ocultar cualquier imperfección. Porque aunque no lo quisiera admitir, estaba nerviosa. Muy nerviosa. Había quedado con Vanesa para comer y desde que me envió ese primer mensaje hará unos dos días, no había dejado de sentir unos nervios tontos que se posaron en mi estómago y que no me dejaban actuar con normalidad.

¿Por qué estaba tan nerviosa? No entendía nada. Simplemente era una comida con una mujer que acababa de conocer. Me había pasado cientos de veces ya que, con mi profesión y mi situación personal, conocía a bastante gente y había formado grandes amistades a lo largo de los años, algunos eran famosos y otros no tanto. Pero en muy pocos casos me había sentido así momentos antes del encuentro. Por eso no entendía por qué ahora y por qué así.

No te habías sentido así desde los últimos meses con Javi.

Negué con la cabeza, intentando quitar ese pensamiento que se había colado en mi subconsciente. ¿En serio estaba intentando comparar lo que había sentido con mi último novio a esto? Menuda tontería.

Dándome una última mirada y, resoplando, me di por vencida. Me dirigí, saliendo del baño, a mi cama. Me tiré encima de ella dramáticamente, intentando ordenar mis pensamientos. Desde que coincidimos el viernes en la radio, Vanesa había estado revoloteando por mi mente. No sé si era porque habíamos estado compartiendo mensajes desde ese día o qué, pero no podía sacarla de mi mente.

Estás cagada.

Sí, lo estaba. Y me estaba costando asimilarlo y me medio culpaba por ello. Vanesa me intimidaba y en realidad la pobre chica no había hecho nada para hacerme sentir así pero tanta era mi cobardía ahora mismo que estaba a segundos de coger mi móvil y cancelar la comida.

Me incorporé, buscando el móvil que estaba perdido en mi cama y tanteé la opción, jugando con el móvil entre mis dedos. Finalmente, lo desbloqueé, buscando un número en específico y marcándolo.

Esperé nerviosa a que la persona al otro lado contestara.

- ¡Hola, Mónica! ¡Qué sorpresa! ¿Pasa algo? - aunque había sido yo la que la había llamado, el sonido de su voz me sorprendió, provocándome un pequeño salto.

- Hola, Maje. No, no es nada. ¿Tienes un momento? ¿Puedes hablar?

Maje era, además de mi cuñada, mi mejor amiga. Habíamos sido amigas toda la vida y era mi mayor confidente, de las pocas que sabían con pelos y señales lo que sucedía en mi vida privada. Se podía decir que la gran mayoría de las decisiones que tomaba en mi vida primero pasaban por su filtro, ya que era de las pocas personas que me escuchaba sin contemplaciones y me entendía sin juzgarme. Con el paso de los años se convirtió en mi cuñada, uniéndonos aún más y regalándome a las dos personitas más importantes que tenía en mi vida: mis sobrinos. Y era en momentos como éste cuando más la necesitaba.

- Para ti siempre. Espera un momento.- me dijo.- Jesús, controla la comida, ahora en un rato vuelvo. Ya soy toda tuya, ¿qué pasa?

- No sé. - le contesté tras dudar unos segundos, mordiéndome el labio.

- ¿Puedes no darme una contestación que me daría Vega? Ella tiene dos años y muy posiblemente no sepa lo que le pasa pero, Moni, tú ya eres mayorcita y estoy segura de que sabes exactamente lo que te pasa. ¿Es por algo del trabajo?

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