Feliz cumpleaños

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Uno en el que Mónica cumple años.

Mónica

- ¡Feliz cumpleaños, Mónica!- me sorprendieron todos mis compañeros de radio al entrar al estudio de Más de uno.

Hoy viernes dieciséis de septiembre era mi cumpleaños. Pero no era un cumpleaños normal, cumplía 40 años y aún estaba gestionando cómo me hacía sentir este hecho. Cuando era joven siempre había tenido cierta reticencia a pensar en cómo me quería ver cuando tuviera 40 años. En lugar de plantearme objetivos idealizados y encorsetadas expectativas, prefería desear que al llegar a esa edad estuviera haciendo lo que me hicera feliz y que estuviera viviendo una vida plena. Así que me permití sonreir ante este recuerdo. Laboralmente no podía estar más satisfecha, ya que la dupla de la escritura y el periodismo me hacían sentir altamente realizada. Personalmente se podría decir que mi vida era ahora mismo perfecta. Sentía en cierta medida que estaba viviendo una nueva juventud. A mis cuarenta años me había adentrado por primera vez en una relación con una mujer y, aunque cuando se lo confesaba a personas cercanas a mi círculo íntimo aún había gente que se sorprendía, podía decir que mi relación con Vanesa había sido de los mejores regalos que me había dado el universo. No le podía ni quería pedir nada más a la vida.

- Muchas gracias, chicos. - les agradecí con una gran sonrisa y regalando abrazos a todos los que se encontraban allí. - Como regalito ya me podríais haber dado el día libre.

- Mónica, ahora no nos hagas quedar como los malos de la película, ya sabes que te lo propusimos pero te negaste. Ahora no vengas dando pena.- me dijo Juan Ramón Lucas con guasa.

Y era verdad. Me lo había propuesto cuando el equipo se dio cuenta que mi ya tan típico fin de fiesta de los viernes coincidía con mi cumpleaños, pero yo les había dicho que iría de todas formas. Si las cosas hubieran sido diferentes posiblemente hubiera accedido, pero Vanesa se encontraba en Portugal grabando una versión de uno de sus temas con Matias Damásio y yo no había quedado con mi familia hasta la tarde. Así que, aquí estaba, trabajando un poquito el día de mi cumpleaños.

En realidad, cuando menos me di cuenta ya había acabado y, tras quedarme un rato recibiendo felicitaciones y compartiendo conversaciones con el equipo, me volví a casa a terminar de organizar las cosas para este fin de semana. En este caso, sí que me había pedido los dos días en el informativo ya que mi familia y yo nos íbamos a pasar todo el finde en una casita en la montaña, no muy lejos de Madrid. Estaba emocionada por esto, al tener a mis padres en Elche, juntarnos todos a veces no es fácil, así que un finde entero con ellos, mi hermano, mi cuñada y mis sobrinos era un regalo de cumpleaños maravilloso.

Lo único que estaba nublando este día era el hecho de que Vanesa no estuviera aquí. Aunque no quisiera pensar mucho en ello, me daba pena. Era nuestro primer cumpleaños y quería haberlo compartido a su lado y que se hubiera venido estos días conmigo a conocer al resto de la familia. Estaba intentando no ponerme triste, no quería estar triste el día de mi cumpleaños, pero sentía que algo faltaba. Encima ya hacía una semana que se había ido y, al hecho de que no estuviera, se le había sumado el que la echaba muchísimo de menos. Y, aunque sabía que este era su trabajo y lo respetaba y era feliz de que le fuera tan bien como para hacer conciertos y colaboraciones en otros países, cuando se iba la extrañaba mucho y siempre contaba los días para volver a verla. En este caso faltaban dos, el domingo volvía y ya me había prometido que lo celebraríamos toda la semana para compensarme por su ausencia.

Como si Vanesa supiera que estaba pensando en ella, en ese instante escuché su tono de llamada en mi móvil. Y, como siempre que llamaba, no pude evitar soltar una risita al escuchar la canción de Sex Bomb que ella misma había puesto para que sonara cuando me llamara. 

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