♡ capítulo cuatro ♡

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— Y

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— Y... ¿A dónde iremos Junnie? —cuestiona el castaño enarcando levemente la ceja aún afianzado en la mano de su novio. Beomgyu al costado de Yeonjun era tan pequeño y muchas personas quedaban fascinadas ante la pareja, se juzgaban lindos y el típico cliché de una historia de el chico fuckboy y un inocente bebé.

El caso era que Beomgyu sólo lleva lo santurron por fuera, bueno, también por dentro, digamos que en ciertas cosas.

Yeonjun solo sonríe.

— ¿A una heladería primero o prefieres comprar dulces? —pregunta él y Beomgyu aún aferrado a su mano, entrelaza más los dedos haciendo una mueca.

— ¿No puedo ambos? — el Omega ruega abultando los labios al vislumbrar que Yeonjun parece también pensarlo.

— El helado es prácticamente dulce, Gyu — le dijo el alfa obligando al más pequeño abrir los ojos teatralmente.

Beomgyu lo mira indignado.

— ¡Qué dices! —chilla el omega parando en seco — ¡el helado es dulce y frío, el dulce es sólo dulce! —Yeonjun iba a protestar pero antes su novio lo fulmina con la mirada.— ¡No he terminado, Kim!

El alfa siente tensar al ver a su novio tomar aire con las mejillas rojas mientras apretaba los puños, haciendo una rabieta.

— ¡El helado es derretido y el dulce sólido! ¡El te puede dar gripe y el dulce n-

— Esta bien iremos por ambos.

— Y como decía, mi alfa es muy lindo — culmina regalándole una de sus sonrisas gumosas que dejaban ver sus encías, y por milésima vez en su vida, Yeonjun se deja seducir mientras se despedía de una de las chaquetas negras de cuero que vió el otro día por el centro comercial y decidió ahorrar para este.

Pero valdría la pena por tan sólo lograr que Beomgyu levante sus comisuras de tal manera que demuestre sólo felicidad.

Para él se trataba de la mejor paga de todas.

Cuando una vez más deciden continuar el recorrido después del pequeño emblema, el menor se apega más al cuerpo de Yeonjun buscando su aroma y relajándose ante el hecho, le fascinaba ese olor café que sólo desprendía seguridad y protección. Beomgyu lo sentía embriagador, sentía a su alfa predestinado como esa figura de superhéroe que en vez de salvar al mundo, salvaba el suyo.

Suena un poco egoísta, pero a él le encanta que las cosas sean así.

Le gusta ser el pequeño de Yeonjun, aunque a veces llegue a exagerar con su comportamiento y el drama pegando en el.

Al momento en que se pararían en frente de una heladería, ambos, alfa y omega se adentran haciendo resonar la campana de bienvenida a los clientes, el castaño lanzándose ansioso ante las vitrinas pegando los ojos en ellas y mirandolas con adoración. Yeonjun piensa que el menor se ve como un pequeño osito tomando leche.

Osito tomando leche.

Traga saliva endureciendo el semblante ante la repentina idea, se abstiene a seguir introduciendo aquellos indecentes pensamientos en el cerebro y decide botarlos a un agujero negro.

El lugar estaba atestada de gente y con una larga cola, que por lo que pudo perseguir Yeonjun con el olfato se tratan de betas y omegas, también presencia de alfas pero menores y de rango bajo.

Así que decide actuar.

Él se alista, con el par de ojos oscuros y expulsando un aura molesta, arrugando un poco la nariz en el camino. De pronto, una de sus botas negras da un lento paso con tal brusquedad emanada que el resto se detiene a verlo con un susto, hasta los mismos trabajadores jurando que aquel hombre les degollaría el cuello con la más mínima molestia. Y eso era lo que buscaba, que le tengan más miedo que respeto.

El gentío de la heladería decide separarse para darle permiso a Yeonjun y cederles lugar como si dependiera de sus vidas, temerosos y obedientes como un perro, pero todo aquel sentimiento disipa a la hora que ven unos converse rojos con los cordones desatados aparecer en su atrás con la boca formando una sonrisa fascinada y tierna.

Las personas cambian sus expresiones a unas enternecidas y continuando con lo suyo como si no hubiera pasado nada, confundiendo enormemente a Yeonjun, se supone que le tendrían hasta pavor.

Él vuelve a la Tierra cuando siente que alguien le jalonea por busca de atención, así que baja la mirada encontrándose con los ojos suplicantes de su novio señalar sus zapatillas, y ahí fue donde el rudo alfa comprendió todo.

— Tengo flojera, no alcanzo ugh...—fingió no poder agacharse hasta sus talones.— por fi.

— Pero Gyu-

— Por favor ¿si?

— Es que estaba intentando que la cola apre-

— ¡Junnie! —exclama esta vez muy fuerte que hasta jurarían que llegaría a romper el vidrio que colgaba en una de las paredes, girando en par los cuellos hacia él. Todos atisbaba expectantes como el gran siniestro alfa se hallaba, con una inmensa exasperación, atando los cordones ajenos de un pequeño  chico castaño.

De ahí deducieron que el cruel era el omega, y no el alfa. Así que aterrados, se apartan una vez más despejando el camino, hasta algunos dejaron dinero sobre las mesas y se retiraron con exaltación, otros yacían tomando rápidamente su helado acompañados de los que venían pero ya se fueron.

Yeonjun al levantar la mirada bufa poco bajo, Beomgyu siempre fue un osito flojo hasta para amarrarse los zapatos.

— Listo, bebé. — le dice por fin dejando a simple vista un lazo en un nudo, lo que hace al castaño sonreír enormemente otra vez en el día.

— ¡Te salió bonito! —lo alaba parándose de puntitas y regalándole un beso en la mejilla —. Eres un pedacito de mi cielo, gracias~

Lo oye canturrear, y Yeonjun se siente más que satisfecho. Levanta la mirada hacia el mostrador, sorprendiéndose que ahora este casi vacío. El alfa crispa los hombros, debería aprovechar antes de que vuelva a llenarse.

— ¿Que sabor quieres Beommie?

— ¡Fresa!

Aquella emoción en los ojos de su novio, lo hacía vivir.

Si bien dicen que Yeonjun nació por una omega y morirá por otro y su linda sonrisa.

Porque tal vez, Beomgyu haga latir más su corazón que cualquier otra cosa en el mundo.

Amar era vivir, siempre y cuando sea con su caprichoso omega.

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Soft sex || YeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora