Mariposas inquietas

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Era extraño.

Su corazón estaba actuando de forma inusual en los últimos días. Impaciente y desenfrenado. Como si una avecilla le revoloteara por todo el pecho. El problema es que tal fenómeno no sucedía todo el tiempo, eran pequeños lapsos que no tenían ni ritmo ni frecuencia. El único factor en común era uno: Sasuke Uchiha.

La existencia del casero la hacía sentirse irracionalmente ansiosa y no lograba entender del todo por qué le pasaba algo como eso. Nomás le hacía falta recordar lo excesivamente torpe que se había puesto en su presencia en los últimos días para sentir que la vergüenza la ahogaría. Después de todo ¿Cómo podía sentirse tranquila luego de haber volcado su comida cuando él le había rozado los dedos por accidente durante la cena de la otra noche? ¿O cuando se tropezó con sus propios pies al escucharlo hablar por teléfono a sus espaldas y terminó por tirar al suelo su bolso? Incluso esa mañana salió huyendo sin siquiera probar un sólo bocado de su desayuno por lo abochornada que se sentía al estar frente a él.

Andaba con los nervios de punta sin duda.

¿Era por la vergüenza de haberle causado tantos problemas desde el inicio? ¿No estaba sobreactuando?

—¿Será porque parece un delincuente? — la voz de su hermana la sacó de sus pensamientos.

La menor le había marcado muy temprano para preguntarle algunas cosas que necesitaba y, sabiendo muy bien que Hanabi le escucharía sin juzgar, decidió contarle su predicamento.

—No es así... no parece un delincuente—corrigió—, aunque si es algo intimidante— agregó en un susurro.

—No lo sé, no se oye cómo una persona agradable—gruñó mosqueada.

Bueno, aunque Hinata no había dicho nada negativo de él. Todo lo contrario, sin embargo, de alguna forma no podía decir que esa persona fuera alguien bueno para interactuar con su hermana.

Ella era puro corazón.

—Quizás estoy pensando demasiado—soltó deteniéndose frente al cruce peatonal de la avenida donde estaba su universidad—, lo he estado molestando desde el primer día así que...

—Oh por favor, ¿De qué hablas? Tú no eres molesta— regañó.

Hanabi amaba mucho a su hermana mayor.

Ella lo sabía, cuando eran niñas siempre estaba pegada a su costado y andaban juntas todo el tiempo. Por eso nunca se sintió sola.

Pero ahora era diferente.

—Lo siento, intentaré dejar de pensar en eso, quizás es lo que necesito— sonrió.

—Sólo trata de relajarte, ¿Quieres?

—Vale—levantó el rostro al ver que la luz cambiaba a verde.

—Oh, Neji-Nii está aquí, iré a ayudarlo con las valijas de mamá y papá.

—Es un poco raro no pasar juntos la Semana Dorada.

—Bueno, no contábamos con que la hija del socio de Papá optaría por casarse en Fukuoka durante las vacaciones, menuda faena nos vamos a llevar, en realidad envidio que no estés presente...

—Verás que será divertido—trató de convencerla.

—No prometo nada, es una boda, así qué...— casi la pudo ver rodando los ojos—, si pasa algo, no dudes en marcarme. Hablamos luego Hinata-Nee.

—Sí.

La llamada se cortó y acto seguido metió la mano en el bolsillo de su mochila para guardar el móvil. Sin embargo, al intentar cerrar la cremallera, el adorno con forma de carrete de película que su padre le había obsequiado en uno de sus cumpleaños cayó al suelo.

Buenos días, CariñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora