Capitulo 14

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"Narra Elena"

Comienzo a despertar ya que unos ruidos me obligan a hacerlo por qué si fuera por mi seguiría dormida.

Abro los ojos lentamente y me doy de cuenta que la habitación está iluminada por la luz tenue de la luz de noche a mi derecha, me siento perezosamente en la cama llevando ni vista hacia la puerta.

—¡Pase!— grito para que escuchen del otro lado.

La puerta no tarda en ser abierta por una mujer bajita y un poco robusta con el cabello canoso, se ve de unos sesenta y pocos años. Me regala una media sonrisa.

—Buenas noches señorita, le traigo la cena- dice y termina de pasar con una bandeja en las manos al estar cerca de mí me la pone en la piernas para luego dar un paso hacia atrás—Espero que la cena sea de su gusto yo me retiro vendré dentro de treinta minutos para recoger la bandeja—dice y sin esperar mi respuesta sale de la habitación.

Bajo la vista y encuentro, pasta con carne en salsa un vaso con jugo de naranja. No es algo de otro mundo pero hay que verle el lado positivo... ¡No voy a morir de hambre!. Que eso ya es mucho decir después de lo último que me a pasado.

Comienzo a comer y puedo decir que, quien haya hecho esta comida tiene buena mano para la cocina, como ya lo e dicho antes a mí se me que hasta el agua.

Termino de comer y me bebo el jugo de naranja, lo de dejo el la bandeja y escucho como vuelven a tocar la puerta digo—!Pase!— y por ella vuelve a entra la misma señora.

Se acerca a mi y le entrego la bandeja y con. Las pocas fuerzas que tengo le regaló un sonrisa en forma de agradecimiento y ella me la devuelve para después salir y dejarme sola en la habitación.

Suelto un suspiro antes de levantarme de la cama al estar de pies camino al baño y me veo en el espejo.

Mis mejilla ya no están rojas y mis ojeras se han borrado un poco, abro la llave del agua y me mojó la cara y lavo mis dientes. Cierro la llave y cuando me voy a dar la vuelta siento unas manos que agarran con fuerza mi cintura haciendo que Levante mi vista hacia el espejo y me encuentro con esos fríos ojos grises y una sonrisa maquiavélica.

—Te vez aceptable... Ahora sígueme y siéntate en la cama—Dice cerca de mi oido lo que hace que mi piel se erice por lo que me maldigo por mi reacción.

Él se da la vuelta y comienza a caminar y desde el baño puedo ver como se sienta en la cama se quería lo zapatos para después subir los pies y apollar su espalda en el espaldár, ruedo los ojos y camino hacia la cama, al llegar me siento tratando que la camioneta no se me suba mucho ya que esto sin ropa interior y puedo sentir su pesada mirada en mis piernas, trato de taparme con la sábana pero cuando la voy a agarra el detiene mi acción agarrando mi mano lo miro a lo ojos y niega con la cabeza dando a entender que no quiere que me tape el muy maldito.

Apollo mis espalda derrotada en el espaldár de la cama soltando un suspiro.

—¿Que tiene que decirme? —digo mirando el perfil de su rostro y tragó grueso cuando voltea y sus fría mirada conecta con la mía.

—Facil, quiero decirte mis reglas las cuales vas a cumplir al pie de la letra— dice mientras yo lo veo expectante- Vas a hacer todo lo que yo te pida, no puedes faltar me a respeto o llevarme la contraria, no puedes decir groserías de lo contrario te voy a castigar y si, vamos a follar cada vez que yo quiera, en donde quiera y como yo quiera ya que no me interesa tu opinión, no puedes verme a los ojos y mucho menos referirté a mi por mi nombre sin no tienes permiso para hacerlo, así que desde ahora en adelante me llamaras amo o señor, no tienes permiso para usar mi nombre y baja la mirada que tus asquerosos ojos de perra no tienen permiso de mirarme... — Levanto la mano y le doy una bofetada para luego subirme a su regazo y mirándole a los ojos.

La puerta de infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora