Capítulo 0

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Mi nombre es... pará, ¿cuál era mi nombre?, creo que empezaba con W... o Y..., o H... ah, sí, Tomás... espera, no, Tobías. Ese, Tobías.

En fin, mi nombre es Tobías González, tengo 15 años, estoy en la clase Cuarto A... y ni siquiera sé cómo llegué ahí, ya que soy muy poco inteligente según todo el mundo, en especial mi madre, porque ella me lo dice todo el tiempo, o por lo menos así parece, me dice que no hago nada bien, que soy inútil, que no sirvo para nada... ¿seguro lo dice por mi bien, y porque me quiere... verdad?, sí, seguro que sí.

En fin, ahora estoy para contarles la historia de cómo pasé el primer año de bachillerato, y cómo conocí a una chica muy importante para mí.

Primero que nada, estaba caminando por los pasillos de mi escuela tranquilamente, como si no tuviera cuatro materias con baja calificación, y habló una voz que apareció de la nada misma.

–Tobías González, andá a dirección, no hiciste nada malo ahora, sólo debemos hablar.

En mi cabeza me preguntaba mil cosas... ¿qué hice ahora?, ¿el director me va a invitar a tomar un café en la charla?, ¿dónde quedaba la dirección?, ah, sí, a la derecha y al fondo, ¿de qué tratará la charla?, ¿estoy caminando bien?, ¿por qué todos me miran?, si no podemos hablar con desconocidos, ¿entonces cómo hacemos amigos?, está bien, demasiadas preguntas. Concéntrate y caminá recto, sin hablar con desconocidos, sin distraerte pensamdo en cafés voladores, sin provocar nada ni a nadie, sólo caminá a la derecha y al fondo.

Llegué, y estaba el director sentado en su trono en forma de silla con unas ruedas pequeñas que sirven para que gire y se mueva para todos lados. En fin, el director tenía a una chica a su lado, que parecía de mi edad, y lo era.

–Hola, Tobías, ¿todo bien?

–No lo sé, dímelo tú.

–Tranquilo, sólo te pregunto cómo estás.

–Ah, sí, perdón, sí, estoy bien, ¿y usted?

–Sí, gracias.

–De nada.

–Bueno, he notado que tenés muy bajo rendimiento en cuatro materias por tu problema de razonamiento, y sabés lo estricto que es este colegio, y pensé que tal vez necesites ayuda, así que te he conseguido a una tutora, ¿sabés lo que es un tutor?

–No, no lo sé.

–Está bien, un tutor es una persona que ayuda a organizarte y tener mejor nota, y eso implica que debas hacer las tareas, estudiar, organizarte, y a veces hasta ordenar tu cuarto.

–Ah, qué bien, pero no creo que necesite uno.

–Literalmente tenés cuatro materias bajas con tres y cuatros en pleno junio, Tobías.

–Ah, bueno, en ese caso está bien.

–Por suerte, pudimos cooperar con esta estudiante de tu generación– dijo el director, poniendo su mano derecha en el hombro de la chica –ae llama Alicia, tiene 15 años, es la más inteligente de toda la generación y está en Cuarto C, y está dispuesta a ayudarte, los dejo solos para que se conozcan y eso, y en caso de que pase algo, hay cámaras, así que sacudan la mano e iré enseguida.

–Está bien, gracias.

Alicia y yo nos acercamos, porque ella estaba detrás y yo en la puerta.

–Hola, Tomás, un gusto conocerte– se presentó –como sabrás, me llamo Alicia, estoy en la clase C, y voy a ayudar a superarte a tí mismo para que salves el año, ¿estás bien con eso?

–Gracias, pero no necesito ayuda, yo puedo hacerlo solo.

–¿De verdad?, ¿no tenías un promedio desastroso?, ¿cuánto apuesto a que ni siquiera sabés cómo estás acá parado?

–Bueno, está bien, ayudame por favor.

–¿Te cuesta tomar decisiones, no?

–Sí, mucho

–Me di cuenta– me dijo, mientras se tapaba la risa.

Hubo un silencio de dos segundos.

–Che, por cierto, he estudiado psicología y psicomotricidad, y de por sí ya soy buena tratando con niños pequeños, gente de todo tipo de inteligencias, gracias a mi familia, y estoy acostumbrada a ayudar personas con lo que sea, así que vas a estar bien conmigo, estás en tu día de suerte.

–¡Ah, es bueno saber eso, a mí también me interesa la psicología!– informé, animado.

–¡Guau, qué lindo!

–¡Gracias!

Alicia sonrió con cariño.

–Bueno, ¿y qué días me ayudarás?– pregunté.

–Cuando me necesites, sólo llamame, y yo voy– respondió Alicia –pero tiene que ser luego de clases, eso sí, yo no tengo todo el día libre, así que estoy libre luego de las dos de la tarde– aclaró, mientras me señalaba en su reloj cuál hora era "las dos de la tarde".

–¡Está bien, gracias!

–¿Y dónde preferís estudiar?, ¿tenés una zona en tu hogar para estudiar?

–En la biblioteca de la escuela, por favor.

–¿No te gusta estudiar en tu hogar?

–No considero "hogar" el lugar en el que vivo.

Alicia se quedó callada, y con cara de preocupación.

–¿Está todo bien en tu casa?

–No quisiera darte esta información en frente del director– susurré.

–Ah, perdón, perdón– susurró Alicia –podés contarme luego, si querés.

–Bueno, ¿a las dos de la tarde en la biblioteca?, ¿quedamos así?– pregunté en voz alta, y ofreciéndole mi mano.

–A las dos de la tarde en la biblioteca– respondió Alicia, dándome un apretón de manos, y cerrando la conversación.

–Está bien, se acabó la charla, vayan a sus clases– ordenó el director, saliendo del baño.

Fuimos a nuestras clases, y a partir de ese momento, mi vida y la de Alicia cambiarían.

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⏰ Última actualización: Feb 01 ⏰

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La chica genio y el chico tontoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora