Era una mañana como cualquier otra, el viento helado, golpeaba fuertemente mi blanca melena como la nieve, día tras día, al salir los primeros rayos de la luz del sol, me escabullía al enorme bosque, aunque sabía que era peligroso, no podía evitarlo, algo en su interior me llamaba, lo sentía en mi pecho, en cada milímetro de mi piel, el viento, susurraba mi nombre una y otra vez, me llevaba en diferentes direcciones, y más de una ocasión termine perdida en el inmenso bosque que rodea toda la aldea, mis padres hicieron de todo por mantenerme lejos de él, llegaron a atarme por las noches para no escabullirme por las mañanas, pero fue inútil, siempre lograba escapar de una u otra forma, cuando cumplí los 15 años simplemente desistieron, ya que todo intento por mantenerme lejos del bosque no había dado fruto, los aldeanos no se acercaban a mí, no tanto por mi obsesión por el bosque, sino por mi cabello extravagante, mis padres me contaron que al nacer, era una niña muy débil y mi abuela, que para ese entonces aún vivía, le pidió a la luna que me salvara, dicen que mi cabello comenzó a tornarse blanco a medida que mejoraba de salud, como una especie de recordatorio, de que había sido la luna quien me había salvado, mi abuela era una especie de chamán, la última de su clase, ya que una vez que ella murió, todas sus tradiciones murieron con ella.Mi abuela murió cuando tenía 7 años, y aunque fue hace mucho tiempo, aun recuerdo todas sus historias sobre el poder de la luna, sobre la magia que habita en cada ser viviente, y sobre que nuestras vidas están destinadas a una sola persona y que muchos no tienen la dicha de conocer, me contaba cada noche el cuento del lobo y la doncella, era mi cuento favorito para dormir, me llenaba con sentimientos de anhelo y esperanza.Cuando partió, se hizo toda una ceremonia como a ella le gustaban, bailamos toda la noche alrededor de una gran hoguera, pidiéndole a la luna que guiara su camino al más allá, los rostros pintados de animales representando así, el que todo está conectado, que todos nosotros somos uno, que todo lo que pasa está perfectamente equilibrado.Aunque era muy pequeña su recuerdo sigue vivo en mi memoria, era mi persona favorita en este mundo y perderla fue un golpe muy duro para mí, no era una chica que se relacionaba con facilidad, siempre preferí estar rodeada de animales que de personas, de hecho mi mejor amiga es un halcón, un grande e imponente halcón con plumas doradas y ojos color violeta, es simplemente majestuoso, y aunque no podamos comunicarnos, sus expresiones para mí son muy claras, es como entender a un bebé mediante gestos y aleteos, siempre que piso el bosque, ella aparece a mi lado cuidando todos mis flancos desde el aire y acercándose a mí de vez en cuando para descansar, es simplemente un animal fascinante. El día que la conocí, fue la primera vez que me perdí en el bosque, no recuerdo que edad tenía, solo me acuerdo que estaba sentada en las ramas de un gran árbol y ella, simplemente descendió del cielo y aterrizo frente a mí, al principio tuve mucho miedo, pero una vez que nuestras miradas se cruzaron todo el temor desapareció en un instante, aleteo sus alas y empezó a volar hacia la parte norte del bosque, por inercia comencé a seguirla hasta encontrar a unos aldeanos que salieron en mi búsqueda, me voltee para agradecer al enorme pajarito pero había desaparecido.Los dos aldeanos que me encontraron eran Bill y Archí, dos señores de mediana edad que por suerte para mí, eran unos de los pocos que no me veían como si fuera un bicho raro, al contrario eran muy dulces y siempre me decían que mi abuela fue muy especial con ellos, en su infancia quedaron huérfanos, cuando ocurrió un desafortunado incendio, sus padres quedaron atrapados en las fuertes llamas y murieron, mi abuela se hizo cargo de ellos, y cuando ella falleció, ellos decidieron estar muy pendiente de mis cuidados tal como ella lo hizo con ellos una vez.Cuando llegamos a la aldea mis padres estallaron en llantos, mi madre Elena, me abrazo sin cesar mientras que mi padre Oscar se secaba las lágrimas para no demostrar debilidad ante mí, desde ese día mis salidas al bosque cada vez se hacían más complicadas, comenzaron cerrando la puerta y escondiendo la llave en la habitación, así que empecé a salirme por la ventana, cosa que también le pusieron cerrojo, así que me salía por la ventana de mi habitación, ataba varias sabanas haciendo una larga soga, cosa que al tiempo también descubrieron y colocaron seguro en cada ventana de la cabaña, luego logre salir por el cobertizo que daba hacia el jardín trasero, no obstante no duro mucho, porque la puerta hacía demasiado ruido por lo que tenía que correr como un caballo desbocado hacia el bosque, obviamente un tiempo después le pusieron candado a la puerta del cobertizo.Frustrada por mi encierro, comencé a tocar desesperada cada parte de la casa, con la esperanza de descubrir alguna madera suelta y para mi suerte, la madera que estaba debajo de la escalera se podía mover, solo un poco, pero era suficiente para que mi pequeño cuerpo para ese entonces entrara con facilidad, sin saber cómo lo hacía mis padres optaron por amarrarme a mi cama antes de dormir, para evitar a toda costa que saliera al bosque, debo decir que los primeros días lo lograron, hasta que se me ocurrió la idea de modificar las esquinas de mi cama, con mucho cuidado de no perder una mano, corte los cuatro pomos en donde me ataban solo un brazo y una pierna, pero modifique los cuatro por si se les ocurría cambiar de posición, talle un hueco en todas las esquinas y en los pomos le coloque, un pequeño palo de madera que le había pedido a Bill que me regalara para hacer una manualidad, lo cual dudo al principio, pero cedió al final, coloque la pega y me asegure que el hueco que le había hecho a las esquinas de la cama calzara perfectamente con los palillos de madera. Mi plan había funcionado a la perfección, y cada noche que mi madre me ataba una muñeca y un tobillo, con bastante cuerda para poder moverme con facilidad, lo hacía con un nudo diferente, pero el resultado era siempre el mismo, ya que cada vez que despertaban yo ya me había ido al bosque.Los años fueron pasando y poco a poco fui conociendo cada límite del bosque, con la ayuda de mi fiel compañera claro, corría con todas mis fuerzas para intentar vencerla en las carreras, una vez casi lo logro, pero resbalé y caí fuertemente sobre el suelo, no lo sé, pero ese día sentí que pajarito se reía de mí a carcajadas, aún le decía así para ese entonces, cosa que le molestaba y comenzaba a picotearme la cabeza para que dejara de hacerlo, era realmente divertido hacerla enojar, lo cual ocurría con gran facilidad, su compañía era lo mejor del mundo, al principio no me dejaba tocarla pero con el tiempo nos volvimos inseparables, sus plumas de un color dorado como el sol, eran suaves al tacto, y sus ojos color violeta simplemente te dejaban boquiabierto por absoluta belleza.Un día salimos a pasear hacia el lado sur, es uno de mis lugares favoritos, ya que al final del bosque existe una enorme montaña, del cual se asoma una delicada catarata, su agua cristalina en el fondo formaba un estanque en forma de corazón perfectamente diseñado, a la orilla de este, una gran roca se imponía entre la abundante vegetación, a pajarito le encanta pararse allí y vigilar todo el tiempo a su alrededor por si corremos algún peligro, cuando logra relajarse aunque sea un poco, sus ojos se tiñen de líneas doradas dándole una luz a su mirada celestial.Vayolett dije sin más.Ella comenzó a aletear emocionada.¿Te gusta verdad?Creo que es perfecto para ti.Vayolett, Vayolett, Vayolett, Vayolett, comencé a gritar su nombre eufórica, ella comenzó a hacer piruetas revoloteando por aquí y por allá, hasta que algo en el bosque captó su atención, quedo suspendida en el aire con su mirada fija en aquel lugar, mi corazón empezó a agitarse nunca se comportaba así a menos de que algún peligro acechara, descendió, hasta posarse en la enorme roca sin apartar la mirada de esa mancha negra que poco se deslumbraba, la mancha comenzó a hacerse cada vez más grande, hasta que pude distinguir unas patas peludas avanzando en nuestra dirección, en un instante dos gemas color esmeralda brillaban intensamente, y ahí fue cuando lo vi, un enorme lobo de pelaje negro como el carbón con unos ojos color verde esmeralda que te dejaba sin aliento, no podía apartar la vista de él, mi cuerpo se congeló en la escena y así como apareció se esfumó entre el denso bosque que tenía detrás.
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LA DONCELLA Y EL LOBO
Romance¡El bosque siempre me ha llamado a gritos! ¡Sabía que era diferente, no solo por mi extraño cabello blanco como la nieve, sino porque en mi interior estaba segura de que había algo más para mí! ¡Ahora lo sé bien, tengo orejas, garras y cola de lobo!