Tatuajes por donde sea que lo mires, la mayoría de su ropa era oscura, piercings en su labio, su nariz, lengua y sus dos orejas perforadas por completo, su pelo dorado y en punta, sus ojos rojo oscuro y con delineador negro, al igual que la pintura en sus uñas, le daban el aire a bandido que te navajeaba en la esquina de tu casa, pero aquel bandido, tenia una modesta florería, en la cual los girasoles eran la planta principal.
Katsuki siempre amó las flores, su aire angelical y sus risueños colores le llamaba demasiado la atención cuando era un mocoso, siempre iba al patio de su anciana vecina para ayudarla a podar y plantar sus flores, pero la anciana tenía una sección de su amplio jardín solo para una planta demasiada llamativa para el pequeño Katsuki de 7 años. Los girasoles.
Los amó apenas las descubrió, un día la mujer llegó con una gran maceta y una larga y amarilla planta se valanceaba, Katsuki quedo hipnotizado completamente.
— Ven a ayudarme Katsuki — llamó la mujer, el pequeño dejó de lado la tijera podadora, limpió su jardinero verde musgo y se acercó a la anciana, ayudandola a llevar la maceta a una parte apartada de las demás flores, cerca de un sauce llorón mediano - Gracias querido, ve y trae la pala pequeña.
No tuvo que repetirlo para que el pequeño rubio corriera en busca de la pala.
— ¿Qué es esta flor vieja? — se sentó alado de la anciana, solo mirando como plantaba el girasol tranquilamente.
— No es una flor Katsuki, es una planta — respondió con calma — es un girasol— apretó la tierra debajo del girasol y admiró su trabajo — ¿Es muy bello no crees?, son los favoritos de mi nieto — rió ella, Katsuki solo asintió, enamorado de la planta amarilla, su largo tallo y sus pétalos con una forma de corazón.
Ese día se quedó mirando el girasol todo el rato, soprendido de como rotaba la planta. Ese día la anciana andaba más lenta que de costumbre.
Los girasoles tiene millones de significados, pero para Katsuki siempre significó la paz, para Katsuki la belleza de los girasoles resaltaba más que las otras plantas y flores, tal vez por eso eran las favoritas de la anciana, recuerda un día haber esperado por todo un día a la anciana, regó sus plantas y flores cada día que la mujer adulta no estuvo, vió los girasoles crecer y crecer junto a aquel sauce que lloró cuando la mujer nunca volvió y pronto cada flor empezó a marchitarse, Katsuki cuidó hasta el final los girasoles.
La anciana nunca volvió, a la casa se mudó una pequeña familia que nunca le prestó atención, estuvo un largo tiempo triste por los girasoles marchitados, que cuando se dio cuenta, él y sus padres se mudaron.
Ahora donde estaban ya no había más que pasto sintetico y duro, sin embargo su pasión por las plantas nunca paró, pero él comenzó a cambiar.
Actualmente su florería estaba por cumplir un año de haber abierto, a sus 23 años fue el mayor logro que tuvo, detrás de su fuerte actitud, había algo que molestaba a Katsuki cada noche.
Pecoso, no tan alto pero tampoco muy bajo, pelo extrañamente verde, lo veía correr entre los enormes girasoles, estaba en un monte de girasoles, aquel extraño le hablaba, pero se escuchaba lejano, distorsionado.
— Disculpe — salió de su ensoñación. Y tal y como era en su sueño recurrente, aquel tipo parado frente suyo le miraba amable, pecas, ni alto ni bajo, cabello verde rizado.
— ¿Qué? — respondió tosco, levantandose de detrás de su mostrador. El chico sobre dio un paso atrás, sin borrar su sonrisa.
— Hace dos dias hice un encargo de un ramo de girasoles — habló un tono más bajo de lo que era su voz.
Katsuki pensó y pensó, miró su computadora sobre el lindo mostrador blanco, y si, tenía el encargo de una docena de girasoles, se sintió un estúpido, tan concentrado en ese sueño y distraído de su trabajo y demás, nunca se dio cuenta de aquel encargo.
—¿Todo bien? — ladeó su cabeza, dando golpecitos a la madera blanca. Se sintió desnudo cuando los brillosos ojos jade le miraron con preocupación.
— Si, carajo, te voy a ser sincero, no hice ni mierda tu encargo, pero tengo unos girasoles, no sé si los quieras, sino la otra opción es esperar hasta otoño — dijo simple, inclinandose sobre el mostrador, contando distraído las pecas sobre las abultadas mejillas, carajo, odiaba su aire aniñado con esos estúpidos y horribles pantalones azules y su horripilante suéter amarillo.
Lo escuchó reír y asentir.
— Dame los que tengas — Katsuki sonrió, dió media vuelta y atravesó una puerta corrediza dorada, yendo hacía el armario blanco que tenía dentro del vivero que se extendía por todo el espacioso patio, por eso le costó su riñón y el de todos sus amigos para comprar el lugar, el sol daba hermosamente para sus flores y sus girasoles, con pena podó los últimos cinco que le quedaban. Les cortó algunas hojas estorbosas de su lindo y firme tallo. Cuando volvió a la tienda, observó al menudo chico acariciar los pétalos de las gardenias y mirar los pequeños pinos que habían.
— Aquí están — cuando obtuvo la atención del pecosito, sacó un lindo cordón de seda de una cajita forradas en papel con conejitos dibujados, ató los cinco girasoles, los envolvió en un papel maché color beige, dejando ver perfectamente los girasoles — ¿Quieres una tarjeta para dedicar?
Lo vió negar y levantó los hombros, le cobró lo justo y él pagó lo justo, el chico sonrió en una despedida silenciosa y salio. Sus rizos se balanceaban junto los girasoles.
Ese fue el comienzo del fin.
Le sigo? No pienso hacerlo muy largo tampoco lol, q se note q mi flor fav es el girasol 😔🌻
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𝐺𝑖𝑟𝑎𝑠𝑜𝑙𝑒𝑠 𝐸𝑛 𝑀𝑖 𝐶𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛.
RandomTatuajes por donde sea que lo mires, la mayoria de su ropa era oscur, piercing en su labio, su nariz, lengua y sus dos orejas perforadas por completo, su pelo dorado y en punta, sus ojos rojo oscuro le daban el aire a bandido que te navajeaba en la...