Recaída

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Este era un mal día para Chuuya.

Su cabeza dolía, sus ojos dolían, su cuerpo dolía. Su nariz estaba irritada de tantas veces que tuvo que limpiarse.

No quería molestar a Mori para que le diera tiempo libre. Estaba convencido de que solo tenía un leve resfriado debido al cambio del clima. Los inicios de invierno siempre lo enfermaban, pero nunca era algo grave.

Aun podía trabajar, y era lo que le intentaba demostrar a Akutagawa que lo veía con incredulidad. Ese niño se ha vuelto demasiado insolente desde que Dazai dejó la mafia.

Caminado por Yokohama, el fuerte viento hacía que la mayoría de gente se refugiara en sus calidos hogares. Las únicas personas que se hallaban afuera eras los desafortunados que tenían que trabajar, y cuyo único medio de transporte eran sus propios pies.

Chuuya y Akutagawa se cubrieron con sus abrigos cuando una brisa particularmente violenta chocara con su cuerpo. El frío le hacía doler el cuerpo aún más, y pronto se vió en la necesidad de entrar a una tienda buscando un poco de calor.

Su alivio duraría poco cuando una fuerte tos lo obligara a hincarse sobre el piso, sin fuerzas para mantenerse de pie.

Tal vez necesitaba descansar un poco.

Akutagawa trato de ayudarlo a levantarse, pero todo el cuerpo le dolía y le costaba demasiado esfuerzo ponerse de pie sin tambalear.

El pelinegro llamó a la mafia para pedir un auto, y la dueña de la tienda le regaló un té para mantenerlo caliente. Trataría de recordar esa tienda, y evitar posibles asaltos y enfrentamientos cerca.

Cuando el auto llegó, Chuuya ya estaba muy mareado como para mantenerse despierto. A penas se sentó en el auto cayó inconsciente.

*

El teléfono en el escritorio no dejaba de sonar, y por lo tanto, Dazai no podía dormir.

El castaño había decidido aprovechar que Kunikida no estaba para poder dormir una pequeña siesta, pero alguien parecía empecinado en arruinar sus planes.

Terminó contestando el teléfono con brusquedad.

"¿Qué quiere?" dijo sin importarle sonar grosero.

"Dazai-san" con tan solo escuchar la voz ronca de cierto pelinegro, Dazai rodó los ojos y colgó.

Volvió a acomodarse en su escritorio a dormir. Era una tarde tranquila, con todos los miembros de la Agencia afuera ocupados haciendo algo, sería un crimen no tomarse una siesta en un día así.

Muy a su pesar, el teléfono volvió a sonar.

Tuvo que usar toda su capacidad mental en mantenerse sereno y no volver a las viejas costumbres de la mafia.

"¿Qué?" contestó en tono brusco.

"Dazai-san, Chuuya enfermó pero no puedo quedarme a cuidarlo y no-".

"Ya voy." Lo interrumpió, tomando su gabardina y saliendo tan rápido como podía.

Cuando al fin llegó al edificio de apartamentos donde vivía Chuuya, Dazai se arrepintió un poco de no traer un abrigo que lo protegiera del fuerte y frío viento que casi lo lleva arrastrando.

Chuuya había cambiado de departamento muchas veces, cada uno mejor que el anterior. Para el castaño no era difícil averiguar a donde se había mudado, pero trataba de no averiguar mucho, solo lo suficiente por si un día quisiera enmendar las cosas.

No sabía que tan seguro era que un miembro de la Agencia fuera al hogar de un mafioso, pero poco le importaba, ¿qué iban a hacer? ¿Matarlo? Le harían un favor.

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⏰ Última actualización: Jul 14, 2023 ⏰

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