Sutil pecado [Wakashin]

I

La vida no había sido el cuento maravilloso que todo el mundo platicaba, desde pequeña Shinichiro tuvo que hacerse cargo de sus hermanos y hermana para convertirlos en gente de bien al mismo tiempo que atendía a su abuelo enfermo. La familia, las buenas costumbres y la religión fueron algo muy presente en su vida diaria al igual que la educación correcta para una señorita. Los años pasaron y sus hermanos crecieron para convertirse en los jefes de la familia como era debido, tomando el cargo Izana, su hermano de 15 años de edad pues Manjiro era demasiado pequeño todavía. 

Como primer decisión importante se planeo el compromiso entre Shinichiro y el primogénito de la familia Akashi a quien conoció días antes de ser prometida; un joven de su edad, de cabellos negros y ojos claros, uno de estos adornados por una gran cicatriz vertical que se presumía fue hecha en un combate entre él y unos cuatreros. Según sus hermanos y abuelo, un hombre fuerte de una familia de su rango era lo que necesitaba y Takeomi cumplía con esas características por lo que se le permitió cortejarla para meses después celebrar la unión ante la iglesia y la sociedad. 

Los años pasaron y su matrimonio siempre fue una relación de respeto pero sólo era eso, ciertamente Takeomi quedó prendado de la gran belleza de la pelinegra y a Shinichiro no le era indiferente pero el amor que se suponía aparecería y crecería con el tiempo nunca llegó, al menos no de su parte, tal vez algo hacía falta para que por fin pudiera gozar de la vida ideal que durante toda su infancia se le fue planteada pero no entendía qué, su marido le daba todo, era cariñoso y comprensivo, trabajador, leal, cooperativo y demás. Se podría decir que era el hombre perfecto ¿Entonces por qué no podía sentir amor? A veces se desesperaba y otras se sentía la persona más malagradecida del planeta como si realmente fuera su culpa que la sociedad no la hubiese dejado llevar una vida experimentada, como si fuera su culpa que con tan sólo 19 años de edad tuviera que casarse para que "el tiempo no se le pasara" y acostumbrarse a una vida atada a un hombre que aunque la tratase como reina nunca podría darle más satisfacción que esa.  

Su pensamiento cambió en el momento en que su marido sugirió que era el tiempo de tener un hijo, Shinichiro siempre quiso una gran familia y una casa llena de niños por lo que la sola idea la llenó de felicidad y alivio pensando que quizás era eso lo que tanto le hacía falta para sentirse completa. A partir de  ahí empezó a sentirse mejor y cuidar mucho de su salud para el momento en que se diera. Sin embargo, los meses pasaron y por más intentos que se hicieron Shinichiro no lograba quedar embarazada. Tal vez debía rendirse de una vez por todas y resignarse a que nada de lo que soñó se haría realidad e incluso en algún punto Takeomi se alejaría y buscaría una mujer que mereciera todo lo que él podía darle y le recompensará con un hijo, tal vez.

Cuando estuvo a punto de darse por vencida una nueva esperanza apareció en el instante en que las hermanas Inui, viejas amigas de la familia Sano, la visitaron. 

-Realmente no esperaba su visita chicas, no las veía desde la boda de Seishu ¿Qué tal la vida de casada?- preguntó la pelinegra. 

La menor de las Inui soltó un suspiro y sonrió alegremente. -Muy bien, no imaginé que Koko fuera tan caballero, tenemos poco tiempo de casados pero ya estamos pensando en agrandar la familia y vaya que nos estamos esforzando en lograrlo.- dijo con cierto tono pícaro recibiendo un codazo leve y una mirada severa de su hermana. -¡Ouch! 

Shinichiro aclaró la garganta, estaba feliz por Seishu pero el tema de los hijos era difícil en ese momento. -¿Y tú qué me dices Akane? ¿Cómo es la vida en la iglesia?- porque sí, Akane siempre fue una chica de corazón tan puro que su mayor meta en la vida era ayudar a otras personas como una predicadora de la palabra de Dios y al no poder ser algo como un padre, por ser mujer, decidió dedicar su vida a ayudar en la iglesia y las personas más necesitadas. Su devoción era más grande que la de cualquier otra persona.