🥀𔘓 ¦ Capítulo 3

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JUNGKOOK   - No debiste salir sin autorización

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JUNGKOOK
 
- No debiste salir sin autorización.
 
- Tenía hambre. Llevo meses sin comer nada.
 
- Y yo siglos así que no pongas esa excusa.
 
- Yo no soy como tú. Si tanto odias tu condición y te niegas a comer, no me arrastres contigo. A mí me da igual.
 
- No estoy dispuesto a convertirme en un asesino.
 
- Seguro que cuando no puedas aguantar más lo harás. Solo es cuestión de tiempo. El instinto asesino está en nuestro interior, por mucho que no quieras lo acabarás sacando.
 
La forma en la que me hablaba hizo que me enfureciera. La ira controló mi cuerpo y lo agarré del cuello contra la pared.
 
- No me hables así. Soy tu hermano mayor, recuérdalo - apreté más mi mano.
 
- Suéltame - gruñó.
 
No estaba en mis cabales. Mis uñas crecieron cortándole la piel. Ese no era yo, nunca haría daño a mi propia sangre. ¿Qué estaba haciendo?
 
Cuando me di cuenta de mi estado, lo solté. Mi mano volvió a la normalidad temblando y mi corazón retomó un pulso estable.
 
- Te lo dije. El instinto siempre estará.
 
- Cállate.
 
- Acéptalo de una maldita vez, hermano. No puedes escapar de lo que eres - con paso decidido abandonó la sala.
 
Los libros de las estanterías fueron mi única compañía durante un rato. Había un número incontable de hojas encuadernadas, amarillentas debido a los años que se mantuvieron en su lugar. Me los había leído todos, incluso los que estaban en lenguas antiguas como el latín y el griego. Lenguas muertas que ya casi nadie utilizaba pero cuya belleza todavía era admirable.
 
Me quedé mirando uno en específico: "De rerum natura". Un gran poema didáctico de Roma destinado a la comprensión de la realidad y de lo humano.

Humano. Perdí mi humanidad hacía miles de Lunas. Esa es la maldición de un viliano. Saber qué es ser humano pero no poder comportarse como uno. Nunca fui una persona envidiosa ni mucho menos, pero las dos personas que se hospedaban en mi casa me hacían tener ese sentimiento. Me hacían sentir envidia.
 
Ellos: jóvenes, imperfectos y mortales. Con el paso del tiempo sus cuerpos dejaran de funcionar, sus rasgos envejecerían, arrugas saldrían en sus rostros y sus manos, la muerte los esperaría en cualquier esquina. Por eso los humanos son tan especiales. Pueden morir sin esperarlo ya fuera paseando por la calle o trabajando.
 
Sienten, sufren, aman. Algo impensable para alguien como yo.
 
Un ruido estremecedor a mis espaldas me sacó de mi disputa interna. 
 
Allí de pie sujetando el casco de una armadura estaba el chico desconocido. El resto del metal había caído al suelo causando el escándalo que escuché.
 
- Lo... lo siento - sonrió con timidez.
 
- Mi jarrón, mi armadura. ¿Qué es lo siguiente que vas a romper?
 
- Yo no quise hacerlo. Me choqué contra ella. No me esperaba que hubiera una cosa como esta aquí.
 
- Si durmieras como tu compañero no se habría acontecido esto.
 
- ¿Cómo sabe que él está durmiendo?
 
- Yo lo sé todo.
 
No era complicado saber que el joven dormía. Mi sentido del oído, al igual que los demás, es bastante sensible y él roncaba con fuerza.
 
- Vuelve a tus aposentos.
 
- ¿Sabes que ya nadie dice "aposentos"? Se dice cuarto o dormitorio.
 
- No necesito que me des lecciones de lengua. En cuanto a eso puedo asegurar que tengo más conocimientos que tú en esa materia.
 
- Seguro que no sabe ni hablar inglés - susurró cruzándose de brazos.
 
- I speak English, Latin and Greek among other languages.
 
- De acuerdo, el conde Drácula sabe inglés.
 
- ¿Conde Drácula?

El Conde Jungkook ♡ Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora