Once upon a dream

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—¡Te digo que es una gran idea! —exclamó Anthony desde la puerta del cementerio en plena media noche.

Estaba en medio de una llamada con su mejor amiga Cherri, sostenía el celular contra su oído y miraba la extensión de la calle oscura y desolada con su ceño fruncido por el enojo.

—¿En serio pediste un día libre en tu trabajo para ir a un cementerio a media noche? Suena como una total locura —le dijo la chica con todo el sentido común del mundo. Nada bueno podía surgir de esa disparatada ocurrencia o al menos eso pensaba ella.

La historia era simple. Anthony era un estudiante audiovisual en la universidad y de un día para otro, se obsesionó con los documentales de asesinos en serie. Tal era su fascinación que estaba elaborando su tesis en base a uno de los hombres más nombrados en la década de 1930: Alastor, el asesino sonriente de Luisiana. Su historia era básicamente una leyenda y sus crímenes en base al canibalismo y a sus diabólicas torturas eran destacables para la época.

Por esa razón, Anthony de verdad quería visitar la tumba de aquel hombre. Hacer que el punto cúspide de su tesis fuera visitar su lápida y realizar una reflexión profunda al respecto sobre lo efimero de la vida sonaba cool y digno de un gran estudiante. Nadie iría tan lejos y mucho menos con una figura como Alastor, quien en realidad era repudiado hasta en el mismísmo presente por lo atroz e inhumano de sus actos en vida.

—Tenía que hacerlo, además mi jefe es un idiota —contestó Anthony de mala gana.

Él se volteó para observar las rejas del cementerio y calculó a simple vista la forma en como escalaría y violaría la seguridad del campo. No tenía parentescos o ninguna clase de lazo que lo uniera con Alastor y el personal no permitía que los civiles comunes ingresaran a ese establecimiento exclusivo donde descansaban en paz criminales de alto rango. Por eso planeó entrar a la fuerza en un horario en la que los guardias tenían su turno de descanso, nada podía salir mal.

—¿Esto no es solo una excusa para no trabajar mañana? ¿Que tan legal es esto? —cuestionó Cherri aún con un tono entre preocupado y sospechoso.

—Esos son detalles. Y no, no es una excusa. De verdad quiero hacer esto —Anthony suspiró y acomodó su mochila con algo de molestia—. Lo que sea. Llegaré a tu casa en una hora, guárdame algunos cigarros.

Cortó la comunicación. Por supuesto que llegaría tarde al departamento que compartía con su amiga. Quería vivir la emocionante experiencia a su tiempo. Además, lo sentía como una verdadera aventura, no solo por presencial la lápida sino porque jamás había violado la ley de esa forma. Lejos de sentirse temeroso, sentía que era el protagonista de una película de terror.

Sonrió victorioso y confiado y, sin esperar más tiempo, guardó su celular y comenzó a escalar las rejas negras de la entrada del cementerio. Fue algo sencillo ya que la contextura física de Anthony era atlética por naturaleza, sus jeans ni siquiera se rasgaron y no sudó ni una sola gota. Cayó con ambos pies sobre el césped del otro lado y limpió el polvo de sus manos.

Ya estaba allí, era hora de caminar por las profundidades de las lápidas hasta encontrar su objetivo.

Había bastante niebla a pesar de que la temperatura no era muy baja, tuvo que encender una pequeña linterna y comenzar a revisar los nombres de las tumbas las cuales estaban acomodadas por orden alfabético. En realidad, aquello le resultó extraño, ya que el nombre del asesino en cuestión debería ser uno de los primeros, más no fue así.

Caminó entre la maleza y esquivó la hierba muerta y las lápidas de concreto por extensos minutos. ¿Acaso Alastor no se encontraba descansando allí? ¿Todo había sido solo un rumor? Estaba por rendirse, el campo era mu extenso y estaba por llegar al final del cementerio sin éxito. Sin embargo, antes de empezar a suspirar de la frustración, su linterna apuntó a una de las últimas tumbas que se encontraba rodeada de flora seca y separada del resto.

Once Upon A Dream [ RadioDust ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora