Capítulo 4

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Me encuentro inmersa en mi tristeza mientras veo como se aleja mi...

















Juventud.

Otra trivialidad en mi vida ¿Pero por qué se siente tan imprescindible? Hace mucho tiempo atrás me resigné al hecho de que algún día tendré que envejecer. Comprendo que no puedo detener el tiempo y que nada ganó con lamentarme, pero aun así lo hago, me lamento constantemente, lloró, desespero, me hago pequeña ante mi creciente edad.

Entiendo que, pese a como me siento, aún soy demasiado joven y tengo una larga vida por delante.

Cuando me pasó por la cabeza empezar a escribir esto, acababa de cumplir 16 años, la vida era un constante 'empezar' y 'abandonar'. Sentía que me estancaba en la escritura y pasaba al dibujo, lo dejaba por la cocina, seguido del trabajo, la escuela, hasta que finalmente regresé a la escritura. Empecé a los 16 y estoy a unos cuantos meses de los 18 años. La juventud se me pasó entre los dedos y es ahí donde recuerdo porque empecé a escribir esto en primer lugar.

¿Por qué será que los jóvenes desperdiciamos nuestros mejores años? Yo lo hice al menos. Me preocupé por el futuro tanto que ahora me cuesta creer que exista uno para mí.

Me vi arrastrada a estudiar algo que no me apasiona porque nunca me molesté en descubrir que es lo que quería hacer de mi vida. Pude haber pulido mis habilidades artísticas, pero preferí ocultarme en la gran sombra que crea la frase "no tengo lo que se necesita" y es verdad, pero pude haber conseguido lo que se necesitaba, solo que no fui tan rápida o inteligente.

A mis 12 años me comporté como una "señorita", me salte las muñecas y pase a los 25. Mientras mis amigos jugaban básquetbol o quemados en los parques, yo buscaba experiencias adultas, porque se me exigió la madurez. Rechacé mi niñez, me repelía, así que cuando sufría las consecuencias de las acciones adultas me derrumbé, porque al final de cuentas no dejaba de ser solamente eso... una niña.

Cuando recobre el conocimiento sobre mi misma, ya era una adolescente, mis amigos no jugaban más en los parques y todos buscaban las experiencias que yo había empezado a aborrecer.

Me convertí en una adolescente con la mentalidad de una niña: era caprichosa, indecisa, insensible, descuidada, en pocas palabras estaba frustrada. Porque los años me pasaron volando y no van a volver, yo sigo creciendo, pero mi mente se niega a aceptarlo. Estoy frustrada y tal vez nunca pueda deshacerme de este crudo sentimiento que me crea un nudo en la garganta tan tenso que me desgarra por dentro.

Cuando pienso en mi muerte no puedo evitar llorar, cuando lloro desperdicio mi tiempo, tiempo que podría usar para vivir y el hecho de que estoy viva me recuerda que algún día, eventualmente, he de morir. Así que a veces me gustaría jamás haber llegado a ser tan consciente de mi misma y de esta maldita juventud que quisiera jamás abandonará mi cuerpo.














Pensamientos de una mente reprimidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora