La Mujer Que Yo Robé: El Regreso

Capítulo 2

Capítulo 2

Nueva York. Con todo y su ajetreado ritmo de vida, atraía a visitantes de todas partes del mundo por diversas razones. Para el atractivo joven, que tomaba asiento bajo la sombra de un árbol, la razón había sido para poder estudiar en la misma universidad en la que su padre lo había hecho varios años atrás. El joven sonrío coquetamente cuando un grupo de muchachitas le lanzaron piropos a su paso. Sin duda había heredado la picardía de su padre.

-¡Mi cachorro mayor!- resonó la fuerte voz de Dionisio a través de la pantalla del celular de Lobito.

-¡Hola, papá!- saludo el joven con alegría.- ¿Cómo estas, cuando llegaste?

-Anoche...- respondió Dionisio.

El joven sonrió al ver que su madre y hermanos se unían a la videollamada, todos queriendo salir un momento en pantalla. Como siempre, Cristina expreso su preocupación de madre al darle mil consejos a su hijo y repetirle cuanto lo extrañaba. Emilio y Cami simplemente saludaban a su hermano mayor y reían de una que otra broma juntos. Para Lobito, Dionisio más que su padre era su héroe, su amigo. Podían hablar durante horas de cualquier cosa sin reservas.

-¿Cómo va todo con la novia, hijo?- pregunto Dionisio.

-Solo somos amigos, papá...- aseguro el joven sonriente.

-Bien, me parece bien...- respondió Dionisio, sonriendo con aquella complicidad que compartía con su hijo.- ¿Y los estudios cómo van?

-Muy bien... Ya en exámenes finales...- informo.- Así que pronto estaré por allá con ustedes...

-Estamos contando los días, mi amor...- dijo Cristina con alegría.- Todos te extrañamos mucho...

-Y yo a ustedes, mamá...

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Una importante reunión se llevaba acabo en una lujosa suite de hotel. El hombre de edad avanzada pero en visible buena forma, escuchaba atento a la información que le daban su contador y hombre de confianza. La sala se sentía pequeña, pues también presentes se encontraban unos seis guaruras de aquel misterioso hombre.

-A donde vas, mujer...- detuvo su reunión, al ver a aquella elegante mujer caminar hacia la puerta.

-A caminar un rato... Siento que me asfixio estando aquí...

-No vayas a hacer una locura...- le advirtió él.- No debes exponernos antes de tiempo...

-No lo haré...- aseguro ella con enfado.- Nos vemos luego...- agrego, saliendo de la habitación.

-Síganla...- ordeno a dos de sus hombres, y retomando la conversación que sostenía.- Vamos a dejar las cosas como están por ahora... Mantendremos un perfil bajo... Y aparentaremos ser hombres correctos, ejemplares... Hombres de bien...- dijo con sarcasmo.- Después... Retomaremos el negocio...- sentenció, sonriendo malvadamente y todos los presente celebrando sus palabras.

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El edificio era imponente, igual que su dueño. Estaba vacío pues era fin de semana. Dionisio entro al ascensor y subió al piso más alto en busca de su hija. Toco un par de veces a la puerta de su oficina antes de entrar. Alejandra dejo de lado lo que estaba haciendo y se dispuso a saludar efusivamente a su padre.

-¡Hola, papá!- saludo Ale, besando en la mejilla y abrazando fuertemente a su padre.

-Mi vida... Que gusto verte...- comento Dionisio, sonriente.

-Igualmente, papá... Ven, toma asiento...- invito ella.- Revisaba unos documentos que deje ayer pendientes...

-German me dijo que saliste hoy muy temprano de casa...- comento Dionisio.