La mejor opción

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Adrien abrió la puerta de su habitación y se asustó al ver a alguien similar a él con su ropa puesta sentado en su cama girando un balón de básquetbol en su dedo índice.

—¿Félix?— preguntó cerrando la puerta detrás de él.

—¿Qué tal primo favorito?— contestó el chico dejando de girar el balón.

—¿Cómo entraste?— Félix pasó una mano por su cabello dejando el peinado habitual de Adrien.

—Oh Nathalie hubo problemas con el auto así que caminé a casa y olvidé mis llaves— dramatizó Félix con un rostro exagerado de angustia.

—Yo no hablo así— se quejó Adrien frunciendo el ceño.

—Es cierto, te escuchas más patético— Adrien esquivó el balón que su primo le lanzó.

—¿Ahora para qué viniste? ¿Para burlarte o arruinar mi reputación con mis amigos?— Agreste se dirigió a su armario sacando las mudas de ropa para guardarlas en la maleta.

—Ningúna, vine a salvarte.

—No necesito nada, gracias— respondió Adrien.

—Ay por favor, veo lo feliz que estás— Félix sacó su teléfono para mostrarle la foto que le tomaron al chico cuando anunciaron que se iría de viaje.

—¿No esperas que te crea que irte de París y dejar a tus súper mejores amigos es lo que quieres hacer o sí?— se pudo escuchar la diversión en la voz de su primo.

—No sé que es lo que quiero— Adrien lanzó con enojo su ropa a la maleta.

—Ya lo sé y por eso en cuanto miré tu cara en la televisión está mañana salí de Londres para salvarte de este desastre— Félix se levantó de la cama para acercarse a él.

—La libertad se construye Adrien y tienes que dejar de hacer todo lo que te diga tu padre— Adrien bajó la mirada.

—No puedo desobedecerlo— contestó con aflicción.

—Tú no pero yo sí ¿Recuerdas como fingiamos ser el otro en la infancia?— Félix sacó de su maleta la ropa habitual que usa.

—Haremos lo mismo porque a diferencia de tí yo si puedo decirle que no a tu padre— Adrien elevó ambas cejas viendo la ropa que le extendía su primo.

—No, como dices la libertad se construye, lo haré yo, yo construiré mi propia libertad— Félix lo miró sin expresión.

—Como sea, si lo piensas mejor estaré por aquí— Félix depositó la ropa en la cama y se retiró de la habitación con el bolso que trajo en su hombro.

Caminó por los pasillos sigilosamente, miró a Nathalie luchar por cerrar su maleta, lo que capturó su atención fue la tablet.

—Déjame ayudarte— la mujer asintió agradeciéndole y apenas se distrajo guardó el aparato en su bolso.

—Ya está listo— avisó dirigiéndose hacia la salida pero se detuvo al ver a Gabriel entrar a la habitación.

—Tengo que hablar con Nathalie y luego nos vamos, espera afuera— asintió acatando la orden.

Una vez afuera sonrió con suficiencia y se encaminó a la oficina de su tío, sacó el lente de alta tecnología que trajo con él con el cual pudo abrir la caja fuerte encontrando lo que tanto estaba buscando.

Guardó los prodigios pero algo en la pintura de su tía le llamó la atención, el lente mostraba las huellas dactilares en ciertas partes así que las tocó al mismo tiempo, el suelo empezó a bajar. Una vez que se detuvo siguió el camino en línea recta hasta que se encontró con el final donde vió una cápsula elegante, tocó el botón en donde su lente mostraba una huella dactilar, lo que vió lo dejó congelado.

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