Ella venía obedientemente todos los sábados, en todo el sentido de la palabra.
Durante 5 semanas seguidas, las tardes de los sábados de Bakugo se vieron interrumpidas por una llamada de la morena. En un momento dado, se preguntó si realmente tenía una cita cada vez, pero no se molestó en expresarlo en voz alta. Realmente no le importaba una vez que ella estaba temblando y deshaciéndose bajo él, arañando su cuerpo desnudo y sudoroso.
Era terriblemente fácil caer en la rutina con ella. Ella aparecía con una pésima excusa, él la dejaba entrar sin siquiera saludar, y se ponían a degustar cada centímetro de sus cuerpos. Tomaban y tomaban el uno del otro hasta que no les quedaba nada que ofrecer y luego se separaban con la promesa tácita de volver.
En la sexta semana, sus padres insistieron en que pasara un fin de semana en casa con ellos para el cumpleaños de su padre. Bakugo agonizó sobre si debía avisarles de que no estaría en casa ese sábado.
No era como si hubieran firmado un contrato o algo así, él no le debía nada.
Después de un par de días de jalarse de los pelos, Bakugo decidió finalmente que prefería decir algo en lugar de seguir operando bajo esa sensación de temor. Sería como autocauterizar una herida: al principio le dolería muchísimo, pero al final impediría que la herida le quitara la fuerza vital.
Bakugo: Estaré en casa de mis padres este sábado
Cara redonda: ¡OK!
Cara redonda: ¿Cuándo volverás?
¿Por qué a ella importaba?
... Y lo que es más importante, ¿por qué se sentía obligado a responder?
Bakugo: El domingo por la noche
Supuso que sólo estaba siendo entrometida y esperaba no volver a saber de ella hasta que se presentara en su puerta la semana siguiente. Dejó el teléfono y volvió a centrar su atención en el bol de udon que tenía delante, sintiéndose aliviado por haber acabado con eso.
Cara redonda: Estoy libre todo el domingo, así que ven cuando vuelvas.
Bakugo nunca lo admitiría, pero se atragantó con un fideo y pasó un buen minuto cortándolo antes de engullir una cantidad inmensa de agua cuando abrió ese mensaje
Así que procedió a mentir a sus padres, diciendo que tenía algunos asuntos pendientes en el trabajo para poder tomar un viaje en tren más temprano fuera de su ciudad natal, uno que le dejara en el barrio de Uraraka el domingo alrededor del mediodía. La abrazó y se apresuró a desatar los lazos de su delantal en cuanto ella abrió la puerta.
Era la primera vez que lo hacían en su casa. Su sofá era un poco más pequeño que el de él, pero funcionaba igual de bien para sus propósitos.
Ya que, ya sabes, nunca llegaron al dormitorio.
También fue una de las únicas veces que alguno de los dos prolongó su tiempo juntos. El tuvo que prepararle a ella un nuevo almuerzo, ya que el primer salteado se quemó en la sartén mientras estaban ocupados. Y aunque técnicamente lo compensó preparándole otra comida, también le dejó un par de bolsas de comida en la puerta al día siguiente. Había visto lo vacía que estaba su nevera y no iba a darle la oportunidad de echarle en cara algo así. Esa fue la única razón por la que puso un par de bocadillos extra allí.
Después de eso, ya no estaban estrictamente ligados a los sábados. Y tampoco estaban limitados a sus lugares.
El viernes anterior al cumpleaños de Bakugo, coincidieron en el mismo cine. Kirishima le había arrastrado contra sus vehementes objeciones para ver la nueva película de acción que acababa de estrenarse cuando la vio salir de una de las salas, de la mano de un don nadie.
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Into you
FanfictionTraduccion autorizada de la obra Into you del Autor: imagine_pearls en la plataforma archive of our own. Resumen: Uraraka es malo en las citas y se acerca a Bakugou. No, no como novio, ambos saben que sería un novio de mierda. Pero, ¿estaría dispu...