Metro (Felix)

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Metro #1

Ese día, no se hablaba de otra cosa en el colegio que no fuera el hecho de que algunos de los chicos de Stray Kids estaban en el país, pero claro. ¿Cuáles eran? Y en qué provincia (estado/región/ciudad) estarían. Yo no estaba tan emocionada como mis amigas, pero aún así participé en la conversación. Si soy army de corazón, pero estaba enfadada con ellas, porque Daniel, un chico de mi clase, está medio enamorado de mí y ellas no paran de intentar emparejarme con él cuando la verdad es solo una: No me gusta nada.

—¿Quieres que te acompañe a casa? —me pregunta el susodicho, pero me niego.

Hoy en vez de ir a mi casa, tengo que pasar a casa de una tía a por unos papeles para mi madre. Así que me desvío a medio camino para tomar el metro. Mis amigas me acompañarán casi toda la trayectoria, solo me faltaría que él fuera también.

—Chicas, transformación en uno...—dice la líder de mi grupito de amigas, aunque no le gusta que la llamen así es la que más carácter tiene— dos...

Antes de que contara tres, nuestras medias desaparecieron y las largas faldas de cuadros pasaron a ser cortas falditas que dejan mucho a la vista, combinadas con la camisa de uniforme por fuera y el pelo suelto. Todo esto nos hace vernos super sexys.

Nuestra escuela es muy muy muy conservadora, por eso en cuanto salimos nos transformamos totalmente, y por último nos pintamos los labios de rojo intenso. Dentro de la cárcel, digo colegio debemos parecer unas angelitas, pero fuera somos del tipo de chica que baila Rebota (mamarre) hasta el suelo sin preocupaciones; sobre todo yo.

Cuando comenzamos la transformación si estábamos muy pendiente de las miradas que nos lanzaban el resto de chicos y hombres pero ya se volvió tan cotidiano que es fácil de ignorar.

Llegó el momento en que me tengo que separar. Me despido de mis chicas con una corta sesión de perreo y me voy a la estación del metro

Metro #2

Estoy esperando y rezo porque no venga muy lleno.

Estoy pensando en Daniel, es un chico simpático, pero muy tonto y además sé que se muere por tener sexo conmigo y no quiero. Ya lo he hecho antes, pero puedo dar fe de que los chicos con los que lo hice no tienen experiencia, por eso he enfocado mi vista hacia los que son algo mayores que yo, ellos de seguro saben más en cuanto a sexo se refiere. O eso espero, pero por otro lado no me gusta ir a coquetearle al chico, yo solo perreo y el solito se debe de acercar a mí.

El metro llegó y me subí, iba terriblemente lleno y nada más poner un pie me llevé tres codazos, lo que parecía ser una mordida en el brazo y alrededor de quince empujones. Cuando las puertas se cerraron no tenía un lugar al cual poder apoyarme así que iba apretujada entre la espalda de un hombre y el pecho de una mujer.

En el colegio soy bastante alta, pero aquí parezco una hormiguita apachurrada en medio de tanta gente.

Cuando llegamos a la siguiente parada, fui nuevamente empujada hacia atrás, pero está vez con más fuerza, tanto que llegue a unas ventanas y choque con el cristal violentamente. Me dolió, pero suspire, porque al menos no tenía nadie enfrente y al parecer tampoco detrás.

Que pensamientos tan erróneos los míos porque tres segundos después alguien desde atrás chocó con mi cuerpo, quedando completamente pegado a mi y por el bulto que pude sentir en mi trasero me di cuenta de que era un hombre y mucho más alto que yo.

—perdona, me empujaron—dijo poniéndome una mano en el hombro en señal de disculpa y luego apartándose un poco.

Me alegré de que se apartará, eso demuestra que es buena persona, y además me di cuenta de que mi falda estaba recogida para ser muy muy corta, traté de acomodarla pero el espacio no era suficiente. Maldije mi estupidez por no darme cuenta de que me subia al metro con una falda que enseñaba todas mis piernas.

Imaginas Hot, Stray KidsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora