Matanza en la ciudad

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Todo comenzó igual que siempre. Me desperté y fui a lavarme la cara con agua de una fuente privada. Cambié mi ropa por una más elegante y no tan sucia. Unos pantalones con rayas blancas y marrones y una camisa más clara, del mismo color.
El consejo de los sabios me obligaba a usar estas prendas más “profesionales” y a llevar mi corona puesta para cuando la gente me vea. Sin embargo, vestir bien ya no era un problema, puesto que yo casi no pasaba tiempo en el trono, ya que estaba casi siempre en mi habitación, en un pequeño escritorio alejado de mi cama.

Me aseguraba de rellenar todos los informes, responder cartas, enviarlas, y todo lo relacionado por mi cuenta, para no tener gente de más trabajando, y para no tener que confíar en nadie más que en mi.

Pero a mis 23 años, por fin se me presentó mi primera urgencia como rey.

Alguien golpeó la puerta con fuerza, pero con timidez. Alguien quería algo de mi, y estaba dispuesto a averiguarlo.

-Pasa.

Un hombre alto,  calvo, con la piel oscura, pieles a modo de prenda y unas botas negras de un material extremadamente caro, con una textura parecida al cuero, pero un poco más resistente, entró en mi habitación.

-¿Eso es bisk?
-Vaya, eres muy observador…Sí, lo de mis botas es bisk. ¿Pero cómo sabes lo que es? No importa, hay cosas más importantes.
-Si tan importante es, no tardes más.
-En Tara ha habido un ataque. Todos caminaban normalmente y de pronto…¡Zas! Varias personas sacaron cuchillos ocultos y asesinaron a 3 hombres y 5 mujeres frente a unos 13 niños que jugaban por allí.
-Eso parece importante…¿Ha habido algún daño material?
-No, solo los cuerpos ensangrentados en el suelo. Ya los han recogido y han limpiado los caminos. El entierro será en unos días.
-Pues no perdamos más el tiempo. Vamos, analizamos la situación, calmamos a los niños, buscamos una solución, la encontramos, y problema resuelto. Me traeré a algunos guardias, aunque habrá más allí. Es una ciudad muy tranquila y de las más seguras, ¿sabes?
-Sí, vivo allí.

-Claro…¿Vamos?
-Aún no me has dicho tu nombre.-Pregunté juguetón.
-¿Mi nombre? Antón, así me llamo.
-Antón…Bien, pues vamos, Antón.

Entre tanto pensar el camino se hizo corto, y Antón, 4 guardias y yo, llegamos a Tara. Avanzamos entre la multitud entusiasmada por ver a su rey, hasta llegar a la calle en la que se realizó la matanza. Dos guardias se posicionaron en los extremos de la calle, para que nadie pudiera molestarnos.

-Así que aquí sucedió todo…-Dije en un tono pensante.
-Sí…-A Antón le temblaban las piernas.

Lo noté enseguida. su mirada, sus puños cerrados…Todas señales de que algo no iba bien.

-¿Todo en orden?
-Sí, es solo que…Mi madre es una de las víctimas.-Sentía los latidos de su corazón desde la distancia, su corazón vivía lleno de ira, con heridas aún abiertas.
-Espero que eso no afecte a la búsqueda.-Sonreí.
-No lo hará. Lo siento, es algo que…Espero que puedas entender que no es fácil de…
-Silencio. Creo que tengo algo.
-¿Qué?
-Mira a tu alrededor. ¿Qué ves?
-Edificios bajos, tiendas…
-Observa.

Salté hacia la pared de la tienda de artesanía y me impulsé con una pierna para llegar al cartel que estaba un poco más arriba, que salía de la pared hacia la calle. Desde ese punto no me fue difícil llegar a la cima del edificio.

-¿Pero…?
-¿Lo ves? Así escaparon. Eran 4, probablemente se separaron y desaparecieron sobre los edificios hasta que volvieron a juntarse allí.-Dije señalando a la torre de la campana.
-Pero…¿Cómo has llegado a esa conclusión?
-Reclutar gente para estas cosas suele ser difícil, por eso supe que, aunque eran 8 víctimas, no había 8 agresores. En cambio, cada uno de ellos se encargó de dos. Además, al ser menos podían ir mucho más ligeros, sin preocuparse por que ninguno se quedará atrás.

-¿Y lo de la torre de la campana?
-¿Es el único lugar en el que nadie buscaría y un buen punto de reunión, al ser el lugar más alto de la ciudad. Un escondite a plena vista.
-Pero nosotros buscaremos allí.-Sonrió Antón.
-Exacto. ¡Guardias! ¡A la torre de la campana!

Llegamos y comenzamos a subir escaleras, mientras los guardias se quedaron abajo. Al llegar arriba encontramos un mapa de la ciudad con marcas en una de las paredes, capas con capucha de distintos colores, varios palos y armas, y lo que más me sorprendió: Un garabato verde y una flecha que señalaba a otro garabato verde.

-Mierda…-Antón apretó sus puños con fuerza.
-Estaba todo planeado…Interesante. Pero ya no están aquí.
-Y, ¿eso es bueno?
-No. Podrían estar en cualquier parte…Pero algo me dice que no en esta ciudad. No sabemos donde están, y eso es malo, muy malo.
-¿Y qué vamos a hacer?
-Pensar.

Volvimos a las calles y recordamos que teníamos otro asunto del que ocuparnos. Los 13 niños que vieron todo.

-¡Espera!-Exclamó Antón.-¿Y los niños?
-Justo ahora íbamos a ocuparnos de eso. Actualmente están en casa de un amigo que no veo hace bastante tiempo. Vamos.

Unas calles más adelante se encontraba la casa en la que estaban los niños. Le pedí a los guardias que se quedarán en la entrada.

-¿Juanjo?
-Terencio.-Sonreí.-Cuanto tiempo. ¿Qué tal los niños?
-Bien, Bien. Saben apreciar la buena música. Me encanta tu armadura. ¿Y ese guante? Queda genial con tu corona. ¿Y la capa? Es verde como Tara.
-Si, Barca también tiene verde en su bandera…Espera, ¡también tiene verde en su bandera!
-¿Qué?
-Eres un genio. Que los niños no se muevan.
-¿Y cómo esperas que consiga eso? ¡Tienen 8 años!
-Tu sigue con esa canción en la que mató a Albion.
-¿Cuánto tiempo llevas escuchando?
-El suficiente.-Me reí.

Salí de allí de inmediato y me dirigí a la torre de la campana. volví a ver los garabatos verdes y recordé mis palabras.

-Barca también tiene verde en la bandera…No está muy lejos y, que yo recuerde, no hay ningún otro punto de interés con este color cerca de aquí. Está claro, tienen planeado algo en Barca.-Pensé.-¡Mierda! Nadie llegará a tiempo…Nadie con dos piernas.-Dije sonriente.

Bajé las escaleras de dos en dos y hasta de tres en tres con tal de llegar abajo antes, una vez abajo me acerqué a una torre de vigilancia y subí ignorando toda seguridad. Otro punto a favor del rey.

-¡Hay algún halcón mensajero disponible!-Exclamé.
-Señor…-Se sorprendió el vigilante.
-¿¡Hay o no!?
-Tenemos aves mensajeras, si. ¿Tiene que ser un halcón?
-¡Si! ¡Ese pajarillo no llegará a tiempo!
-Me parece que hay un halcón en la torre sur.-Un arquero dejó su guardia al escuchar nuestra conversación.
-¡Genial! Iré por el muro.

Salí como si me disparasen con un cañon y en pocos minutos llegué a la torre sur. Al llegar, alguien estaba poniendo un rollo de papel en las patas de un halcón.

-¡¡Que nadie se mueva!! ¿Ese halcón tiene como objetivo Barca?

-Sí. es el último halcón. Iba a mandarle esto a mi hermano señor.
-Pues eso puede esperar. ¿Te sobra papel?
-Un poco, sí.
-¿Alguien sabe dibujar?

En no mucho tiempo, envié la carta con el mensaje y un dibujo de los asesinos, junto con una descripción de cómo fue el anterior asesinato.

-Vamos Gabriel, tú puedes detenerlos, confío en ti.-Pensé.

Juanjo III y la cuarta amenazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora