siete

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capítulo 7.
descubro que soy bastante especial, como un cable o algo así







Regresamos en silencio, abatidos. Y aunque el niño escuálido que fuimos a rescatar caminaba sano y salvo a la par mía, ninguno de nosotros se sentía como un héroe.

—Por supuesto que Mia estaría en el campamento —gruñó Hyewon—. Es literalmente suyo, de su escuadrón.

—No me pareció cuestionable cuando oí el plan —murmuró Seungmin—. Era obvio, pero no lo pensé. Me estoy volviendo estúpido. Debe ser por juntarme con Hyewon.

Ella frenó sus pasos y giro hacia él con una mirada feroz en el rostro. Sengmin se sobresaltó y cambió a una paloma. Voló lejos bajo la promesa de una muerte dolorosa en los ojos de Hyewon. Ella estaba un poco en su límite.

Todos lo estábamos.

El niño escuálido, Beomgyu, me miraba con ojos enormes cuando creía que no lo estaba viendo. Era el más alto del grupo, pero lucía demasiado joven para ya tener en su inventario una anécdota sobre prisioneros de guerra y misiones de rescate.

Hyewon se veía destartalada, con el cabello muy revuelto y las mejillas rojas. Sus pasos eran lentos. Se notaba completamente derrotada.

Y Jisung caminaba junto a mí, casi pegado a mi costado derecho. Hacía las manos puños, luego las aflojaba, luego las tensaba otra vez y clavaba los dedos en los lados de su pantalón. Podía sentir la energía fluyendo fuera de su cuerpo, y no tenía idea de cómo. Yo no sabía nada de hadas y magia y energía, pero lo que Jisung había mostrado frente a los elfos era definitivamente algo grande, descontrolado, y que no debía de pasar.

Y daba algo de miedo.

—Mia dijo... —comencé a decir, pero el negó con una mueca de dolor que removió algo amargo en mi estómago. Jesús, ¿cómo es que él hacía eso?

—Te lo explicaré —aseguró—. Dije que lo haría y voy a hacerlo, sólo espera a que lleguemos. Tenemos mucho en nuestra contra ahora.

Dio un vistazo sobre su hombro, como esperando que los elfos gritaran "¡Caíste!" y nos llevaran de vuelta al campamento luego de un poco de dolor. Pero los elfos no estaban. Yo mismo seguía revisando. Luego de que nos metiéramos en las calles asfaltadas y volviéramos a ver edificios y casas, el bosque dejó de observarse en el horizonte y todos pudimos respirar con tranquilidad.

Durante los treinta minutos que tardamos en llegar a la Fábrica.

Fuera de las puertas, tres personas esperaban por nosotros. El de la derecha era alto, musculoso, y con cabello lila; el de la izquierda era delgado y de pelo verde; y el del medio era absolutamente aterrador con su aspecto desgarbado y su ceño fruncido. Porque era el Mayor, y estaba seguro de que íbamos a ser castigados como un par de niños traviesos.

Nos detuvimos frente a las hadas en contra de todos mis instintos de supervivencia. Seungmin, en su predilecta forma de paloma, nos había adelantado con su vuelo y descansaba sobre uno de los pilares del portón, con la cabeza gacha. El tipo musculoso junto al Mayor me analizó de pies a cabeza, y si su mueca despectiva fue indicativo de algo, probablemente no le gusté.

Jisung dio un paso al frente, aún con toda esa energía nerviosa fluyendo sobre su piel.

—Hola —dijo, y sonrió tenso y torpe. Un poco ridículo, si me preguntan, pero igual me hizo sonreír con él.

Nadie le contestó. El Mayor pasó la mirada por cada uno de nosotros, deteniéndose en mí un poco más de la cuenta. Cuando volvió a Jisung alzó una ceja, preguntando lo obvio.

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⏰ Última actualización: Sep 10, 2022 ⏰

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