Yo pensaba que las historias de amor eran clichés, que enamorarse era una tontería: Cuan equivocado estaba yo.
Al conocerte y al probar de tus dulces labios de boca de miel, comencé a sentir que quizá esas historias de amor no estaban tan mal, sentía que el amor al fin era para mí.
Paso el tiempo y me di cuenta que esas historias no se alejaban mucho de la realidad. Yo no era romántico, pero te escribí poesía. Yo no era detallista, pero empecé a notar cuando usabas y cuando ese hermano delineado tan fino que realza tus ojos, haciendo de tu mirar cosa más bella. Yo pensaba que el amor era algo tonto, algo cliché, pero ahora soy lo más cliché de todo.
A mí nunca me gustó el café, pero por amarte experimente y te acompañe a varias cafeterías y tomaba el café junto a ti porque era lo que más feliz te hacía... Curioso que hiciera eso porque aún a día de hoy, el café siempre me ha sabido amargo.
Al final como toda historia llega a su final, entonces ví que las historias que le seguían a las de amor, también eran verdad. Pero al final cuenta me dí, de que yo no estaba listo para esta clases de historias, aunque sigo guardando en mi la creencia de que el amor si es para mí.
Si... Nunca me gustó el café pero aún así, me vez aquí en la cafetería en la que tanto solíamos ir tomando una taza de café, mientras miro a la entrada con la esperanza de volverte a ver.