CAPÍTULO 1: DESCUBRIMIENTO

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Por fin. Por fin esos dos pequeños niños llegaron al mundo una soleada tarde hace 26 años. El primero en llegar fue el más bajito, feliz por ver el exterior tras nueve meses dentro del vientre de su madre. Pero le faltaba algo, o mejor dicho, alguien: su querido hermano.

Preocupado por si no había conseguido salir comenzó a llorar. Los enfermeros no podían entregárselo a su madre, pues estaba dando a luz al menor. Cuando el alto de los hermanos llegó éste empezó a llorar más fuerte que el más bajito. Quería estar al lado de su hermano, le necesitaba, estaba muy asustado. Al oír los lloros el mayor quiso que le llevasen con el menor, lo llevaron para encontrarse cara a cara, por primera vez en el exterior, y la respuesta de los infantes sorprendió tanto a al médico como a la matrona y los enfermeros: los hermanos se abrazaron con toda su fuerza como si no pudiesen vivir el uno sin el otro, como si el mayor le dijese al menor “ya está, ya está. Estoy aquí hermanito, estamos aquí, juntos, lo logramos” quedándose dormiditos.

Lo que no sabrían esos dos niños es que ese pequeño primer recuerdo seguiría dentro de sus corazones durante toda su vida. Al mayor le llamaron Mario y al pequeño le llamaron Luigi, los hermanos que en el fututo se convertirían en los héroes del Reino Champiñón.

Tras los eventos en el Hotel Gritz Mario se sintió un poco mal por todo lo que Luigi tuvo que pasar. Es decir, por tercera vez él no pudo defenderse ni huir del Rey Boo, siendo encerrado en un cuadro para que su pequeño hermano viniese a rescatarlo. Por lo cual le daría una sorpresa.

M: Tocó a la puerta del cuarto de Luigi y la abrió. “Oye Luigi, ¿tienes un momento?”

L: “Claro Mario, dime.”

M: “Después de todo lo ocurrido hace un par de meses creo que tú y yo nos merecemos un capricho. Por lo que…” Sacó del bolsillo de su peto dos billetes. “¡Nos vamos de vacaciones a Isla Delfino!”

L: Luigi se quedó boquiabierto por la sorpresa. “¿Q-qué? ¿d-de v-verdad?” Mario asintió. “¡GUAU, GRACIAS BRO!” Luigi abrazó a Mario emocionado y contento como si fuese un niño.

Prepararon sus maletas, cogieron el avión con destino a aquella isla paradisíaca en dónde conoció a Bowsy y a la cual Luigi injustamente no fue invitado, fueron recibidos como turistas Vips durante su estancia y disfrutaron de sus vacaciones.

Pero algo pasó el día antes de regresar a casa: en la sección de spa y masajes del hotel todo fue normal, pero cuando Luigi se disponía a salir del cuarto de las piscinas climatizadas un huésped del hotel lo empujó haciendo que perdiese el equilibrio y cayó a la piscina. Pero Mario lo interceptó amortiguando su caída terminando abrazados el uno al otro.

Entonces ese recuerdo volvió a la mente de Luigi, el día de su nacimiento y el abrazo de él y Mario. Luigi no se separaba de Mario abrazándolo aún más fuerte. Mario pensó que era la manera de Luigi de agradecerle por socorrerlo.

M: “V-vale Luigi, de nada. Ya puedes soltarme.”

Pero Luigi no se soltaba, no quería, por lo que Mario fue el que se soltó. La última noche de su estancia concurrió bastante incómoda para los gemelos. La sensación de Deja vu no se iba de Luigi, y sin que él lo supiera le pasaba lo mismo a Mario.

Al regresar a casa el ambiente en el hogar era aún más incómodo: Mario se alejaba de Luigi, como si le fuese a lastimar, y Luigi intentaba hablar con Mario para poder conversar sobre lo ocurrido dado que era algo que él no comprendía.

Peach, al notar la distancia entre los hermanos, decidió reunirlos en una parte del castillo engañándolos con una historia falsa a cada uno. Ya en el sitio Peach llegó.

M: “Oye Peach, ¿qué significa esto?”

P: “Perdón por esto chicos, pero me parece que los dos tenéis que arreglar asuntos.” Luigi se sentía bastante apenado y nervioso. “Los Toads y yo hemos visto que algo no anda bien entre vosotros. ¿Dónde está ese amor fraternal y compañerismo vuestro?”

M: “Es… es… muy difícil de explicar.”

L: “N-no lo entenderías princesa.”

P: Suspiró. “Bueno, os dejo solos para que habléis.”

Y fue así como Peach salió de la sala, dejando a Mario y Luigi sumergidos en el silencio.

L: “B-bueno, habla tu primero.”

M: “¿Y qué quieres que diga?”

L: “Pues no sé, cómo te sientes después de…”

M: “Luigi, no quiero hablar de eso.”

L: “Pero, ¿por qué? ¿Es que hice algo mal?”

M: “No. Es solo que hay una sensación confusa dentro de mí desde ese abrazo.”

L: “Yo también la siento. ¿Cuál es el problema enton…?”

M: “Pero yo al menos sí sé lo que significa. Tu eres demasiado inocente para entenderlo.” Luigi estaba triste y medio alagado por lo que le dijo Mario de ser inocente. “Creo que deberíamos hablarlo con papá y mamá.”

En casa, los hermanos llamaron por teléfono a sus padres para resolver dudas y para ayudar a Luigi a entender lo que pasaba por su mente. Les contaron lo ocurrido y su madre les reveló lo que significaba. Aquel abrazo por parte de Mario a Luigi cuando no llevaban ni diez minutos de vida; el cómo ambos hermanos se quedaron dormidos sin despegarse por miedo a no volver a verse jamás; las reacciones de asombro y ternura del personal sanitario que atendió a la señora durante el parto; pero, sobre todo, mensaje de paz, amor y tranquilidad que le dio Mario a Luigi al abrazarlo.

En la noche, antes de que se marchase cada uno a su habitación, Luigi le propuso a Mario el volver a repetir ese peculiar abrazo. A Mario al principio no le hizo gracia, pero al final aceptó.

Ya desnudos Luigi se agarró a Mario rodeándole con sus brazos por su cuello y hombros.

L: “Por favor Mario, sé que tú también lo sentiste. No me mientas, por favor.” Dijo llorando.

M: Empezó a sollozar, y le respondió al abrazo. “Lo… lo siento Luigi, perdóname por todo esto. Yo… yo también lo sentí aquel día, y lo estoy sintiendo ahora mismo.”

Ninguno de los dos quería soltarse, como el día en el que llegaron al mundo. Ahora era como si sus corazones fuesen uno. Entre la calidez de Mario y la suavidad de Luigi era como estar en el cielo, Luigi disfrutando del calor que desprendía Mario y éste último disfrutando de lo suave que era el pequeño.

L: “Me… me gusta esto.”

M: “A mí también.”

Fueron interrumpidos cuando el móvil de Mario empezó a sonar debido a una llamada de Toadette avisándoles de que mañana habría una lluvia de estrellas fugaces.

L: “¿P-podemos volver a a-abrazarnos?”

M: “Mañana mejor.” Empezó a ponerse el pijama. “Hoy digamos que ha sido una especie de… preparativo.” Luigi se sentía culpable. “Pero…” Se acercó y le levantó la barbilla. “Eso quiere decir que mañana será mucho mejor.”

L: “¿D-de v-verdad?” Se sonrojó.

M: “Claro que sí bro. ¿O no te gustó?”

L: “M-mucho.” También empezó a ponerse su pijama. “    Porque e-es c-con-tigo.” Mario se le quedó mirando sorprendido. “¿B-bro?”

M: “Lo siento Luigi, me llegó al corazón. Demasiada pureza hay en ti.”

L: “G-gracias.”

Una vez con el pijama puesto se dieron las buenas noches y se fueron a sus cuartos.


Bueno, creo que esta puede ser la historia más tierna que voy a escribir. Decidme que os ha parecido.

Nos vemos.

Abrazos (Mario x Luigi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora