─ ¡Por fin! ─exclamó Rehka, levantando a la tortuga de fuego que se encontraba recostada en el sillón, para sentarse en su lugar, junto a la apagada chimenea─. Y mañana, no tengo que hacer otra cosa, que no sea; comer, festejar y golpear un poco a los ebrios que no se comporten.
Acomodó la leña formando una base, lo suficientemente firme, como para recostar con cariño a la bestia sobre ella, saco una vela de su bolcillo, que prendió con la punta de su dedo y balanceó frente a la cabeza del reptil.
─ ¿Quieres nadar, Cheufim? ─preguntó extendiéndole un brazo.
La tortuga asintió.
Obediente, esta acercó la cabeza para recibir la caricia del semihumano, que en cuanto hizo contacto, su tamaño se redujo lo suficiente como para permitirse ser escondida entre ambas manos.
─No te relajes ─dijo Phoebe, quitando atención a la bufanda, a la que apenas le faltaban algunos detalles por terminar y manipuló la llama en la vela para prender la chimenea, permitiendo nadar a la pequeña tortuga en un acuario improvisado de llamas blancas─. Prometiste ayudar con los preparativos.
─ ¿Y qué es lo que he estado haciendo los últimos días? Cajas para acá, cajas para allá, madera para acá, madera para allá, comida para acá, comida para allá, bestias moviendo esto y bestias moviendo aquello ──se quejó recostándose en el sillón─. Creo que ya cumplí con mis servicios para el aniversario del reino.
─Le dijiste a Dora que la acompañarías a primera hora a cazar un grifo, a Pete que le darías una mano con los barriles para el escenario y a Wolfhram que le darías un enfrentamiento de despedida a Leuzth antes de su viaje a la capital de Fraglawranth.
─ ¿Cuándo prometí...?
─Hoy ─corto ella con la vista fija en sus ojos─. Mientras tomabas una siesta después de colgar los banderines.
─ ¡¿Por qué me piden cosas cuando estoy dormido?!
─ ¡¿Por qué prometes cosas cuando estas dormido?! ─espetó ella cruzándose de brazos─. Si consideraras no descansar en... ─se calló abruptamente─. No vamos a tener esta discusión de nuevo.
─ ¿Si te das cuenta de que eres tú quien empieza a discutir, cierto?
Phoebe dejó a un lado el tejido, caminó hasta quedar junto a él y se le acercó a la cara con una sonrisa retadora.
─ ¿Decías? ─fue cortando la distancia poco a poco hasta darle un beso en la mejilla─. ¿No oí bien?
─No... ─respondió evitando mirarla─. Nada...
─ ¿Seguro?
Incluso si Rehka se encontraba recostado, se veían casi de la misma altura, cosa que no redujo para nada la sensación de peligro que ella irradiaba.
─Decía que eres la estelar más hermosa, inteligente y compasiva que existe, tu lado piadoso causaría la envidia en cada Adalid de este mundo.
─Eso creí escuchar ─le dio un segundo beso en la nariz.
Se disponía a darle la espalda, pero los dedos de él sujetando los suyos, la hizo detenerse.
─Y por las mañanas... ─continuó acariciando su cabello con su mano libre─. Cuando despierto y tengo el placer de verte dormir; a veces con la boca abierta, en ocasiones con una sonrisa pacifica, siempre con el cabello en el rostro que me gusta peinar o tu cabeza moviéndose para acomodarte en el cojín ─se puso de pie y le movió unos mechones para mirar el azul en sus ojos directamente─. Agradezco a las deidades el poder vivir otro amanecer despertando junto a ti, permitirme disfrutar de aquel panorama antes de que despiertes, y darme la certeza de que en ningún otro lugar podría percibir la armonía interna que siento cuando escucho tu voz, sin importar el tono en el que hables... Excepto cuando discutes con Mihrra, ustedes dos son...
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La Espada Intangible
AdventureMotivada por las historias que le contaba su padre cuando era una niña, junto al deseo de volverse fuerte, Mihrra decide huir a la aventura para unirse a las fuerzas del reino de Fraglawranth. Sin importar a quienes tenga que enfrentar para consegui...