Capítulo 3

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Un estremecimiento recorrió la espalda de Eijirō y se arquea al sentir la calidez de la boca de Bakugō al adehrirse unos segundos a su piel caliente, los labios del Dios recorriendo un camino desde su pecho hacia abajo poniendo principal atención a su bajo vientre. Él puede sentir esa bruma salir del cuerpo encima de Kirishima, es feroz y disfruta preparar a su presa para ser devorada de un bocado.

Nunca se había sentido tan intenso incluso ahora cuando solo estaba dejando chupetones a lo largo de su torso. Era tan erótico e íntimo de alguna manera que lo hacía disfrutar de una forma diferente que lo hacía anhelar cada vez más. Un beso suave depositado justo debajo de su ombligo le obligo a juntar sus piernas pero al instante fueron sostenidas por unos brazos firmes. Se sintió bien ser sostenido por un hombre de ese calibre tan sensual que exudaba seguridad y calma que le trasmitía sentirse alabado como si el fuera el Dios entre ellos dos.

Miro espaciado el techo del docel de la cama, siempre había amado las películas que se basaban en la antigüedad y el como terminaban enredados en la cama que tenía toldos para sostener cortinas de seda solo para simple privacidad. La única diferencia se encontraba que su encuentro sexual sería con un total desconocido donde no habría nada más que un deseo sexual y no por amor como su corazón imagino alguna vez. Iba a tener sexo con alguien desconocido en la intimidad de su hogar.

Un completo extraño lo estaba haciendo sentir cosas que ninguna pareja en años le había hecho sentir, solo necesito un par de besos en su cuerpo, ninguna palabra y ya estaba un poco ansioso por lo demás que vendría. Soltó un suspiro tembloroso entregándose a cualquier cosa que este hombre le haría solo porque le gustaba las sensaciones que le causaban con esas manos duras talladas por años de batallas y duro trabajo en sus muslos manteniéndolo en su lugar en un agarre firme sin dolor.

El Dios arrastró ambas manos por debajo de la tela que cubría la anatomía prohibida y apreciando la suavidad de la piel. Dio un vistazo al pelirrojo rendido a lo que él le haría sobre la cama. Una completa entrega de su cuerpo, confianza y seguridad a sus manos que por supuesto le prometía placer, sería bueno para ambos. Quitó la tela en rápido movimiento hacia abajo tirando con un poco más de lentitud para apreciar como la tela se aferraba a esos gruesos muslos, su boca se hizo agua con la tentación de morder la tierna carne de sus piernas. Haría gritar de placer a este mortal bañado en la luz de luna que estaba en su fase más brillante y derramaria su semilla entre sus cuerpos mientras él dejaba salir su carga en lo profundo de sus entrañas.

Unos bonitos ojos rojizos le devolvieron la mirada desde la cama, arrojo la prenda detrás de él sin perderse de vista. Tan entregado a él, le gustaba esa actitud porque estaba seguro que este hombre no era alguien que se dejará gobernar por nadie más que por sus propios deseos así que su deseo era pertenecer a él esa noche. Podría haber sido un gran apóstol para él si hubiera existido en la era de los dioses en la Tierra.

Un alma fuerte.

Se inclino sobre el cuerpo y al instante tenía las manos del humano tocando sus mejillas. Estaba siendo cautivado por esos bonitos ojos de ciervo. El cuerpo de Kirishima tembló sintiendo los labios del hombre sobre los suyos, tarareo al tiempo que disfruto que el interior de su boca fuera invadido dominando por completo su lengua dejándose tomar a lo que quisieran hacer con él. Bakugō se tomó un largo momento para saborear a Eijirō solo avivando las llamas del deseo que inconciente este hombrecillo pelirrojo lograba hacer en su cuerpo. El dulce aroma natural del cuerpo sobre la cama lograba nublar un poco su juicio donde solo quería complacer el propio deseo de poseer y mancillar al otro.

Cuando Bakugō decidió terminar el beso un delgado hilo de saliva unía sus bocas, Eijirō busco el aire desesperado pero todavía extrañando el beso feroz con muchas ganas de que Bakugō volviera a dominar su boca con un profundo beso. Cada lugar que besaba dejaba su piel caliente creando una necesidad de querer envolverse en el Dios. De pronto sus manos fueron capturadas sobre su cabeza y abrió los ojos.

ⓘ Eros ⓘ |BKKR BY ILLUMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora