Diez minutos después estaba llegando a mi casa acompañada de las chicas, afortunadamente vivíamos cerca, mi casa era la primera de la cuadra, después seguía la de Anthe y por último la de Alya.
—Nos vemos mañana, chicas se van con cuidado —dije mientras abría la puerta del portón de mi casa.
—Sí, te mandaremos un mensaje cuando ya estemos en nuestra casa— dijo Alya.
—Si por favor, adiós.
No entré del todo a mi casa hasta ver como mis amigas avanzaban, y poco a poco sus siluetas se hicieron difusas, cerré la puerta y avancé hacia mi casa, me detuve unos segundos y... Ahí estaba, mi amado cubano, me recibió moviendo su colita de un lado al otro y al mismo tiempo sacaba su lengua para poder respirar mejor, como si hubiese corrido mucho para llegar hasta mí cuando en realidad a lo mucho avanzo un par de metros.
Cubano es el nombre de mi perro, mi viejo, y dijo viejo porque de verdad ya lo está, tiene quince años, no sé qué será de mí cuando ya no esté más aquí.
Acaricie su cabeza y posteriormente le rasque cerca de su cuello, le encanta eso.
—Bueno ya, ya te salude cubanito, ahora déjame pasar. —Me encanta hablarle pensando que él entiende todo lo que le digo.
Rodeé a cubano y avancé hacia mi cuarto, abrí la puerta, coloque mi mochila en el suelo e hice lo que deseaba desde el momento en que me levanté de mi cama, volver a acostarme en ella.
Estaba cansada, joder que estudiar no es fácil y la persona que diga lo contrario que venga y cubra mis asistencias de todo este año.
Me levanté de mi cama y me acerque a la mi mochila en busca del celular, lo saque y presione el botón de encendido y note que tenía notificaciones de diferentes aplicaciones, una de ellas era la de whatsapp así que lo abrí.
Tenía varios mensajes de diferentes amistades, pero decidí abrir el chat grupal que tenemos las chicas y yo.
>Chicas súper poderosas<
Alya🐍💫
>>Ya estoy en mi casa.
Anthe🌺🪐
>> Yo igual.
Tú
>> Perfecto, hablamos después voy a dormir un rato.
Salgo del chat y la app para abrir el reproductor de música, presiono mi lista de playlist y selecciono el que tiene por nombre, bonitas y los segundos empieza a sonar Cómo mirarte de Sebastián Yatra, dejo el celular en mi mesa de noche. Estoy indecisa, me cambio el uniforme o duermo con este puesto...
Al final ganó la pereza, sí, dormí con el uniforme puesto.
Me despierto dos horas después, tengo hambre así que me levanto de mi cama camino hacia mi puerta, salgo de mi cuarto y voy hacia la cocina para prepararme algo de comida. A mitad de camino me encuentro a mi hermana, me detengo ya que me dice:
—Te guarde una pieza de pollo, está en el refrigerador.
—Gracias, ¿sabes si hay limones?
—Creo que sí.
Asentí moviendo la cabeza y avance de nuevo a la cocina.
Saco el pollo del recipiente donde lo guardo mi hermana y lo colocó en el sartén que tiene un poco de aceite para que así no se pegue mientras se calienta, vuelvo a abrir el refrigerador y esta vez busco los limones y afortunadamente sí hay, me encanta el agua de limón, así que parto por la mitad dos limones y los exprimo con mi mano derecha, el líquido del fruto cae en el vaso de vidrio que tome de la barra donde están todos los trastes. Sirvo agua en el vaso y coloco azúcar para después remover la mezcla con una cuchara, tomó un sorbo y... Delicioso.
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El chico de la sudadera roja
Teen FictionSara no está interesada en el amor y mucho menos lo está buscando, sabe que estar enamorada es como caminar en un campo minado activo mientras te privan del sentido de la vista. Thiago no sabe lo que quiere en la vida, pero siempre está dispuesto a...