Capítulo 1

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Yeandry

— Hola, ¿como te sientes?— preguntó mi hermano

— Para que te digo que "bien" si miento.— hablé recalcando bien.

— Por lo menos te encuentras con vida. —rodé los ojos, gesto que a él le fastidió. Es mi hermano mayor y se que quiere lo mejor para mí, pero demonios no me gusta que me recuerden las cosas, tal vez seria mejor estar tres metros bajo tierra.

Hacia cuatro meses y medio, había tenido un accidente automovilístico el cuál estoy seguro que fue provocado, pero debido a la falta de pruebas no se pudo hacer nada, el accidente fue tan fuerte que perdí la movilidad de mis piernas, a veces trato de sobre llevar la situación pero sé que nada de esto será fácil, no por el momento.

— Por suerte.— suspire.— Te quería comentar algo y no sé que pienses al respecto.— lo mire.

—¿Querías?, es decir, ¿ya no quieres?

—Quiero comentarte algo. —puntualice.

—A ver, dime.— presto su atención en mi.

—¿Me puedo quedar contigo en tu casa?— espere a ver su reacción.

— Sabes que trabajo prácticamente todo el día y no podré estar contigo cuando me necesites. —respondió, en esa parte tenía razón.

—Eso lo sé, sabes lo estresante que estar aquí sólo y encerrado, es frustrante.— contesté.

—¿Recuérdame quien fue que decidió que te quedarás aquí? —no respondí por que esa decisión la había tomado yo —¿Y quién te ayudará mientras yo no esté? Apenas te estas acostumbrando, por el amor de Dios.

— Pues no sé.....— Me interrumpió.

— Sabes que te quiero y mucho, sé que eres demasiado terco y testarudo, no es fácil convencerte.

No le respondo pues es la verdad.

— Vamos hacer una cosa.— lo miro fijamente.— Sí aceptas que alguien esté pendiente a ti, mientras no me encuentre te puedes ir conmigo...— lo interrumpo.

— ¿Pero por que?, no necesito a nadie
¡joder! no soy un crío.

— Lo tomas o lo dejas, al final nuestra madre viene cada que puede.

— Que más da.— asevere, algo cabreado.

Dos semanas después

A veces ayudo a mi hermano con informes o contratos que me envia o me trae para que le ayude ya que está muy ocupado, eso me distrae pero no del todo sin contar que los que decían ser mis amigos se los tragó la tierra, me da igual no pienso en ello.

Ellos dicen ser amigos pero su amistad, termina cuándo sus beneficios se acaban.

Es lo cierto, pero vamos algún día o momento van a volver a necesitar de mi.

Mi hermano aún no ha conseguido alguien que "me pueda ayudar, en lo que necesite", estoy inválido pero no soy inservible, además sólo aceptó la idea porque no quiero estar aquí, y tampoco quiero ir a la casa de mis padres. Tengo buena relación con ellos pero no quiero escuchar regaños de mis madre cada cierto tiempo, si apenas me aguanto yo.

Mi teléfono suena e inmediatamente lo agarró.

—Hola.

—Hermano.— respondo.

—¿Ya has almorzado?

—Sí, mamá me trajo algo, ya que comenta que esta mal pedir domicilio.

—En eso ella tiene razón además debes comer ciertas cosas, cambiando de tema ya encontré a quien te acompañara mientras no esté.— ese último comentario me sacó una enorme sonrisa pues ya no estaría aquí, aunque también tendría que soportar su cercanía.

—¿Me estás tomado el pelo? — Le pregunté, tampoco esperé que alguien aceptará tan rápido el trabajo.

—No, no estoy jugando, mañana cómo es sábado y no vendré a la oficina pásare a recogerte.

—Excelente, ¿Puedo saber quién es?.— cuestionó.

—Por supuesto.— hace una pausa.— lo sabrás el lunes.

—¡¿Pero qué mierda?! — alzó un poco la voz, escucho su carcajada.

—Que estés bien hermanito, hasta luego.— cuelga sin esperar respuesta alguna.

Paciencia es lo que no tengo, y mi hermano no ayuda en ello.

****

Estaba en la sala de la casa hablando con mi madre, la puerta fue abierta dejando ver a mi hermano.

—¡Buenas! — alzó la voz

—Hola idiota. — respondí

—No le hables así a tu hermano,—me reprendió mi madre —Hola hijo, ¿cómo haz estado? — se levantó de su asiento.

—Excelente.— la abrazó y se acercó a mi. —¿No me digas, estás cabreado?

Lo miré de mala gana.

—Pues sí, ¿algún problema?

—Bueno he venido por ti.— Mi enojo bajo un poco.— sólo no te pongas a replicar por todo.— asentí con la cabeza.

—Los acompañare pues no tengo nada que hacer por el día de hoy.— dijo mi madre.

Yo ya había empezado a arreglar mis pertenencias en mis maletas, sólo faltaba unas cuantas cosas.

Estába yendo a la fisioterapia pero eso es un proceso lento, el doctor había dicho que si todo marchaba bien dentro de unos nueve o diez meses ya podría estar dando de nuevo mis primeros pasos después del accidente, o inclusive antes de el tiempo determinado.

Eso era un gran alivio para mi, después de todo volvería a caminar si seguía todo al pié de la letra.

Luego de media hora llegamos a la casa de mi hermano la cuál quedaba un poco lejos de la casa de mis padres.

Junto a mi madre había acomodado mis cosas, estába algo aburrido porque siendo sincero quién no lo estaría.

—Como sabes el lunes tendrás a la  persona que te acompañara aquí por lo tanto esperó que no seas grosero, no te pongas hacer cosas que no debes, trata de llevarte bien....—mencionó serio, muu serio — Ah y otra cosa se quedara vivir.— mis ojos se abrieron cómo platos.

— Me estás diciendo que me lo tendré que soportar todo el bendito día.
— asintió normalmente y sonrió.— Sabes que, déjame sólo mejor.

— Deja de quejarte que a ti nadie te soporta, eres demasiado insolente.
—Y salió dejándome con la palabra en la boca

¿Por qué a mí?

Jodido día.

¿Que habré hecho yo?



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⏰ Última actualización: May 01, 2023 ⏰

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Un Idiota En Apurós © [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora