𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈𝐕

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TW// Maltrato, escena implícita +18.

El día anterior había llegado a casa y me despedí de Hwang con una sonrisa

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El día anterior había llegado a casa y me despedí de Hwang con una sonrisa. Fui recibida por mi hermana quién se alarmó al verme junto a ella y me metió rápidamente a la casa.

—¿Estás loca?—me dijo preocupada—Papá puede matarte por venir en compañía de Hwang—suspiró—No le diré nada por tu bien; quédate tranquila.

Papá siempre mostró su desprecio hacia Hwang YeJi. Él era un hombre de pocas palabras; por lo que siempre fue directo con sus respuestas. Todavía recuerdo cuando de niñas quise hacerme amiga de la pelinegra; la pequeña niña que siempre sonreía para mí, que trataba mal a todo el mundo excepto a mi. Para mi ella siempre mostraba una sonrisa y eso me hacía feliz de algún modo... Hacía que me sintiera bien.

En este momento; me encuentro escuchando canciones de Athenas, una artista católica que compone canciones dirigidas al único Dios.

Estaba terminando mi trabajo hasta que la puerta de mi habitación era abierta con brusquedad.

—¿¡Qué carajos hacías anoche con Hwang YeJi!?—preguntó con furia mi padre.

—¿Qué?—pregunté nerviosa.

—¡No te hagas la estúpida!—espetó agarrándome con fuerza del pelo—¿¡Qué fue lo que te había dicho Lee ChaeRyeong!?—exclamó en mi cara.

Cerré los ojos por miedo a como reaccionaría.

—¡Respondeme!—exclamó dándome una bofetada.

Miré a mi padre a los ojos y las lágrimas no tardaron en salir; él estaba furioso, su respiración agitada sólo me daba más miedo, sus ojos reflejaban el odio y los deseos incontrolables que tenía de asesinar a otro ser humano.

—Na-Nada—respondí temerosa.

Mi padre me jaló el pelo levantandome del suelo mientras yo intentaba aguantar el llanto.

—¿Crees que soy un idiota?—soltó sarcástico—¿Crees que no me enteraría que te andas revolcando con esa maldita lesbiana?—exclamó dándome un fuerte puñetazo en el rostro.

—¡No hice nada!—grité en mi defensa.

—¿No entraste al convento para eso?, Eres una cualquiera—gritó nuevamente dándome una fuerte cachetada.

Lo miré a los ojos sobandome el área del golpe con las lágrimas resbalando por mis mejillas; el dolor que sentía en ese momento era realmente insoportable. Vi como mi padre se sacaba el cinturón con rabia y se lo enrollaba en una mano; sentí su mano echándome a la cama para luego darme vuelta dejándome de espaldas a él. Con fuerza tira de mi camiseta rasgandola sin cuidado; mi castigo había comenzado.

—¡No quiero que vuelvas a acercarte a esa maldita pecadora ¿Entiendes?!—exclamó con furia elevando su brazo en el que llevaba el cinturón—¿¡Me entendiste ChaeRyeong!?—espetó bajando con fuerza el brazo haciendo que el cinturón impacte con fuerza sobre la desnuda piel de mi espalda.

𝐄𝐋 𝐏𝐋𝐀𝐂𝐄𝐑 𝐃𝐄𝐋 𝐏𝐄𝐂𝐀𝐃𝐎 | 𝐘𝐄𝐑𝐘𝐄𝐎𝐍𝐆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora