Todo lo que me recuerda a ti.

Iluminación

Lo comprendo todo ahora;
por qué no tomaste mi mano cuando se me escapó aquella exclamación,
aunque sé que perfectamente la escuchaste;
por qué salías temprano
y regresabas tarde,
con la cena en tu estómago
y la cabeza en otro mundo.

Sé por qué apagabas la luz apenas mi espalda tocaba la cama,
mientras fingias dormir al instante,
como si yo no te conociese hasta dormido;
sé que no soñabas conmigo desde hacía mucho tiempo,
porque jamás volviste a murmurar mi nombre
o a pasar tu brazo por mis hombros.

Entiendo al fin tu siempre ajetreado horario,
tus noches en el sofá,
"trabajando hasta tarde";
tus suspiros, ironías y sarcasmos duros.

Comprendo en este momento algo que tu supiste hace meses:
lo nuestro fue estaciones,
y allí comenzó nuestro invierno,
mas no fue hasta la primavera cuando me mostrarse que,
yo que me decía de hierro,
no era más que hielo delgado;
para cuando llegó el verano,
ya me habías quebrado
y, en el otoño,
tú te habías ido y de mí nada quedaba.