El robo.

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Tener una conversación acerca de las estrellas era casi tan común como comentar sobre el clima del día. Algo banal, algo que de no ser por mal clima siempre verías por las noches, lo que la gente solía no saber era que cada estrella tenía una vida y un cuerpo.

De lejos solo las verías brillar pero si ellas quisiesen mostrarse probablemente eran igual que un humano, excepto por una cosa, poseían un aura resplandeciente que representaba su alma, si la perdían solo les tardaría noventa días en morir, apagarse y solo ser un montón de polvo estelar en el olvido del infinito.

Felix era una estrella, no de esas que había en la tierra que paseaban por alfombra rojas y sus vidas estaba contada plenamente en esa cosa llamada internet. Humanos, era algo muy extraño y misterioso para esta joven estrella, a pesar de todo el dolor que aquella raza se regalaba entre sí, era sorprendente cuan fuerte era el sentimiento de amor en cada uno, como podía transformar al humano más canalla en un ser totalmente distinto, admiraba a los humanos por sobre todo porque sabía que sus vidas algún día tendría un fin, el sin embargo estaba obligado a vivir por los siglos de los siglos hasta que el mundo eventualmente dejara de existir.



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Hwang Hyunjin era un joven piloto, había asistido a la escuela de pilotos desde muy joven pues su experiencia en cada avión en el cual se montaba era tal que uno de sus superiores lo designo a un rubro algo diferente La NASA.

Claro que pilotear aviones militares no era nada parecido a pilotear una nave espacial, el desafío le gustaba demasiado; su primera misión seria en un par de días y debía ir junto con su equipo a recoger los datos de unos de los satélites que tenían fuera de la atmosfera terrestre.

Esta era parte de la historia bonita en la vida de Hyunjin, por el lado menos alegre se encontraba contradictoriamente su hija, la pequeña tenía cuatro años, los mismo que el llevaba viudo, fue un embarazo de riesgo y la chica prefirió darle prioridad a la bebé, en su honor Hyunjin llamo a su pequeña como una pequeña constelación, tanto su esposa como el eran amantes de ese inmenso manto brillante que cada noche cubría el cielo, ella era astrónoma y en su honor decidió escoger un nombre muy apropiado para su propia estrella.

21 Gramos -  Hyunlix.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora