Capítulo 1

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*Kev*

Antes pensaba que el instituto sería interesante, sin embargo, no sé qué mosca me picó que decidí escoger una carrera repleta de diferentes tipos de matemáticas. ¿En qué estaba pensando en ese momento que vi la lista de carreras? No pude solo escoger algo más sencillo, no...tenía que ser:

Ingeniería en Sistemas o básicamente, informática.

Una persona tan bruta en ella, me gusta la carrera y el instituto es increíble, pero...siempre hay un, pero ¿qué es esto de Calculo?

— ¿Qué estaba fumando ese día para pensar en esta carrera, Jose? —pregunté, devorándome el lápiz.

— No me digas Jose, por favor —se quejó—. Suena horrible.

— Si te llamas Josefina, solo te llamo por tu diminutivo.

Ella se levantó a tomar el borrador y luego hizo un quejido de frustración.

— Lo sé, entiendo ese sentimiento de no saber ni una puta mierda.

— ¿Qué vas a hacer? Se supone que de esto dependerá si te quedas en el instituto —me miró con atención.

Ella tenía razón, el instituto Forbex, es un poco estricto con los alumnos que no son aplicados y peor con los becados como yo. Josefina no es becada, sin embargo, sus papás son muy autoritarios.

— Bueno, al menos no eres becada —comenté—. Vámonos a comer, tengo hambre. 

Mientras caminábamos con nuestros cuadernos, iba repasando algunos apuntes que tomé en la clase anterior, pero como quiera, no comprendía del todo como hacer las gráficas y que el resultado sea el correcto.

Sabía que no era el correcto porque a Josefina le daba uno diferente al mío y no sabíamos cuál resultado era el peor, si el de ella que tenía 5 dígitos o el mío que sobrepasaba la ley numérica. Tomamos una de las mesas y Jose fue a buscar el aperitivo. Por más empeño y calculadora científica, no comprendía como en el ejemplo del folleto daba ese resultado y a mí no. 

De la frustración, casi me despego un grupo de hebras.

— No te dará el resultado correcto si no te sabes la ley de los signos —murmuró alguien detrás de mí.

Lo miré y en ese momento se acercó Josefina con los aperitivos.

— Hola Kev —saludó ella con entusiasmo.

Él solo le sonrió.

— No recuerdo haber pedido ayuda a un desconocido metiche.

Él frunció el ceño y me miró con atención.

— Con razón no se te entra nada en ese pedazo de cerebro.

— ¡Paren ya! —ordenó, Jose—. Tú Emily, necesitas ayuda en matemáticas y tú Kev eres increíblemente bueno, ¿por qué no la ayudas?

Los dos negamos con la cabeza repetidas veces.

— No, ni loca acepto tomar clases con este —reprendí, recogiendo mis cosas—. ¡Gracias por la batida, me iré a estudiar a otra parte!

— Ni siquiera me conoces —aseguró él acomodando su mochila—, Qué estés bien Jose.

Terminó esfumándose y reaccioné cuando Jose pegó un fuerte golpe a la mesa, todos se quedaron mirándonos por la imprudencia de esta loca.

— ¡¿Acaso te hace falta una tuerca?! —preguntó, exasperada.

— No, me siento completamente bien.

El chico de las matemáticas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora